Barak Hussein Obama: ¿Cuándo comienza el mundo?

Así son los supremacistas, los personajes súper mediatizados o no, que deambulan con la carga del pasado que define su existencia.

Es una concesión impresentable decir que se trata de una novatada, que es un desliz decir "que yo nací" después de las políticas y guerras imperialistas. Todo indica que Obama no tiene Alzheimer, para que él se auto ignore como dinamizador de la estrategia imperial de guerra sistemática-permanente y del guerrerismo destructivo. Obama sabe que ya fue a la guerra, que está en guerra, y se hace el menso.

"No me interesa, no importa la historia", ha dicho sin mínimo pudor, como si tratase de enfatizar la política totalitaria de la cual es un consumado practicante. Fuga desesperada e imposible por borrar, no el pasado del libro negro imperialista y colonialista de USA, sino su propio presente, que es al mismo tiempo la biografía personalísima de Obama. Biografía facturada y pagada, que ya un escritor a sueldo tendrá el encargo de invisibilizar, si es que hay tiempo para ello.

Los estilos Obama son, siempre la tipología del caricaturesco administrador, y el perfil del burócrata sin vuelo que renuncia a la vida. "Ridículo", diría Cristina Kirchner.

Antier nomás, Donald Rumsfeld, asediado por la debacle de la intervención militar de USA en Irak y las denuncias de las abominables torturas cometidas por el ejército imperialista en Abu Ghraib, lanza sus máximas filosóficas de última hora "las cosas que no sabemos que conocemos" y la "Cosas que nosotros no sabemos que nosotros no sabemos".

Después de todo, qué diferencia significativa puede existir entre la mediocridad de Hilary Clinton, Rumsfeld y Obama. La Clinton se permite declarar que los minutos más emocionantes de su vida, son aquellos cuando ve, en vivo y en directo, el asesinato de Osama Bin Laden, y que soltó sus más fuertes carcajadas, el momento exacto que asesinaron a Saddam Hussein y a Gadafi.

¿Estadistas? Para nada, de ningún modo.

Desde hace demasiado tiempo, ya no hacen faltan "big men" en USA, y por ello asesinaron a Kennedy. Lyndon Johnson y el tramposo "Ricardito" de Richard Nixon, dejaron claro el tipo de presidente que es indispensable para el imperio. Prototipo que Reagan describe como sigue: "Las mejores mentes no están en el Gobierno. Si hubiera alguna, el sector privado se la robaría". La familia Bush hizo todo lo abominable y despreciable de la vida, que hicieron todos los administradores de la Casa Blanca, en el periodo reciente (ayer mismito) que Obama pretende ignorar.

Eduardo Galeano, para remarcar de que se trata, con el imperio que no para con su marketing de vender guerras, espolea como sólo él saber hacerlo a Bill Clinton: "Y cuando el Demonio apareció en forma de becaria en el salón oval de la Casa Blanca... El presidente Bill Clinton no lo conjuró usando ninguno de esos anticuados métodos católicos de exorcismo, sino que Clinton expulsó al maligno arrasando Yugoslavia en una guerra de tres meses."

Ellos son así o así son ellos: imperialistas, guerreristas, y fascistas de nuevo cuño.

La pretensión de Obama, no llega ni a "borrón y cuenta nueva". Tampoco es un estereotipo o un cliché de mal gusto.

El desolvido de la historia por Obama, es violencia que preanuncia la muerte, que resume el desprecio imperial por la vida.

Quizás no tenga sentido recordarle la historia, Obama no da para tanto: él habla el lenguaje de los asesinos sin rostros.

He allí su negativa absoluta a saber o simplemente enterarse de la historia. A entender que topados con los conflictos políticos se asume una alternativa y sus consecuencias. Pero no, no está motivado a mostrarse informado de la ruda y cruenta historia de su propia política. Bien, de eso se trata en los políticos que tienen como profesión la ideología cínica: lo sé, sé muy bien lo que hago, pero aun lo hago.

Lo que no sabe Obama es que todas las historias no tienen idéntico futuro.

Ahora, lo que Obama conoce muy bien, son las intrigas palaciegas, las decisiones y medidas no contadas, de los círculos del poder que lo hicieron "administrador". De lo que está enterado, es de cómo está estructurada y activa la red de poder del capital (la ínfima minoría de 1%), para el control absoluto de las naciones y de la mismísima vida.

Y es que el horizonte temporal del actual administrador de la Casa Blanca, con fecha de despido y todo, está acotado por la frase de Kissinger que hacen tan suya todos los "small men" de la clase blanca: "Los imperios no están interesados en participar en un sistema internacional, ellos aspiran ser el sistema internacional."

Ciertamente, la historia, tal como sentencia el presidente Nicolás Maduro, es una palabra maestra que da sentido a la vida individual y colectiva.

El tiempo del capitalismo ya supera el plazo de toda política de destrucción, de catástrofes humanitarias y ecológicas. Y es perfectamente comprensible que Obama no da el ancho, para visualizar que la historicidad del capitalismo y del imperio está acicateada por la fragilidad de todo límite cero, de todo punto inflexión crítico.

Después de todo, en la Cumbre de las Américas del 2015, Obama se topó de frente con la derrota, con la dinámica y potencialidad de un proceso político no domesticable, ni asimilable por el imperio. Y Chávez, con su legado de siempre, es el cartógrafo del andar de esta nueva historia.

Obama decidió o lo obligaron a decidir, da lo mismo, que debe intervenir directamente en la dirección de la guerra económica y en la estrategia de salir de Maduro por las malas, a la cañonera. Ahora, ya sabe cómo son los nuevos vientos de la América del Sur, Centro América y el Caribe. Efectivamente, el administrador debajo su flux imperialista está absolutamente desnudo. El pequeño administrador de un imperio que se ha empequeñecido tanto que ya los estadistas son superfluos, experimenta como bate el cobre el poder de los pueblos, y lo que significa confrontarse con mujeres y hombres de Estado dotados del principio de autodeterminación y soberanía. Cuán arrogante sea, ya nada importa, si se trata de que somos libres.



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Francisco Cedeño Lugo


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