En relación con las próximas elecciones en nuestro país ocurrió hace poco un hecho que ha pasado por debajo de la mesa, es decir, que no se le ha dado ninguna importancia, pero que sin embargo responde a un siniestro plan, a un plan sangriento, como son todos los que pone en práctica el imperialismo cuando quiere derrocar un gobierno.
Hace algunos meses atrás la Unión Europea, esa desvergonzada celestina al servicio de los peores intereses de los Estados Unidos, había anunciado el envío de una delegación a nuestro país a objeto de observar el desenvolvimiento de las elecciones que en este domingo se realizarán en Venezuela. Sin embargo, a última hora, y alegando razones de seguridad, ha desistido del envío de esa delegación.
Nadie mejor que ese grupo de países que integran la mencionada alianza europea sabe que de venir a nuestro país no correrían ninguna clase de riesgo. Como no han corrido ningún riesgo esos despreciables personajes, en su mayoría gobernantes fracasados con un amplio prontuario delictivo, tipo Felipe González, que con la excusa de visitar a Leopoldo López, vinieron expresamente para intervenir en nuestros asuntos internos. Entonces cabría preguntar: ¿por que se abstuvieron de venir si sabían que no correrían ningún riesgo?
En primer lugar, para enviar un falso mensaje al mundo en el sentido de que Venezuela se encuentra inmersa en una vorágine de violencia, una violencia tan generalizada que prácticamente nadie se encuentra a salvo de ser alcanzado por ella. Y en segundo término, y ese es parte del plan, para no ser testigos de la intervención del matón del norte en nuestro país y poder respaldar así, sin ningún escrúpulo de conciencia, esa intervención y los argumentos que se utilizaran para justificar la misma. Me explico: con esa delegación aquí, a la Unión Europea le resultaría muy cuesta arriba poder avalar esa intervención sin que su credibilidad a nivel mundial se viera seriamente comprometida, pues lo que existiría en nuestro país sería algo muy distinto a lo que ella misma ha venido pregonando, es decir, la violencia. O lo que es lo mismo, no podrían afirmar algo muy distinto a lo que estarían viendo y viviendo: un país totalmente en calma. Por eso se abstuvieron de venir.
En este sentido, cuando se conozcan los resultados favorables al oficialismo, la oposición, que no ha querido firmar ningún documento en el que se comprometa a respetar los resultado de las próximas elecciones, es más, que ya han declarado publicamente que no acatarán esos resultados, va a querer desatar una ola de violencia como las protagonizada por ella en el pasado reciente y en la que perdieron la vida numerosos compatriotas.
Por supuesto, que el gobierno, en cumplimiento de su obligación constitucional de preservar la paz pública y evitar que asesinen y destruyan el país, va a tener que hacer uso de los medios que las leyes ponen a su disposición para hacerle frente a estas acciones de carácter terrorista. Y es esto lo que estaría esperando el imperio para poner en práctica su criminal y maquiavélico plan. Es decir, que con el pretexto de que el gobierno estaría masacrando la población civil intervenir militarmente en Venezuela.
Sería el mismo guión aplicado en Libia y que acabó con toda la población de ese país, el cual terminó convertido en un verdadero fantasma. Argumentaron que Kadafi estaba masacrando la población civil, y quienes la exterminaron por completo fueron ellos y sus secuaces de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, o sea, la OTAN. Lo mismo, con algunas variantes, tratarían de hacer aquí. Tratarían de intervenir directamente, o si no, podrían también hacerlo provocando algún incidente con esa maldición que para nuestro país se ha convertido Colombia, o con una invasión de paramilitares, apoyada por la propia aviación gringa. En fin, se trataría de una conjura larga y minuciosamente elaborada y que empieza por el decreto de Obama de convertir a Venezuela en una amenaza para la seguridad de los Estados Unidos y termina con la declaración de Shannon que decía que las relaciones de Estados Unidos con Venezuela dependerán de los resultados de las próximas elecciones.
Pero también en esta diabólica conspiración contra nuestro país se inscriben las declaraciones de toda esa canalla de jefes de gobierno, emitidas apropósito del asesinato del delincuente adeco. Estos miserables lacayos, cumpliendo de una manera vergonzante el papel asignado por su severo caporal del norte, se han prestado a la indigna tarea de difundir la especie de que en nuestro país reina por completo la violencia política. El propósito de esta campaña no es otro que el de descalificar los resultados de los próximos comicios. Pues, en un ambiente donde impere una situación como la que ellos se han encargado de propalar, no se pueden realizar unas elecciones enteramente confiables y transparente.
Pero además de todo lo anterior, todavía quedan dos elementos que complementarían el plan. Uno de ellos fue el asesinato del dirigente adeco. Este crimen era imprescindible para poder soportar con hechos las sedicentes afirmaciones que aseguran que Venezuela se encuentra sumergida en una devastadora y destructiva violencia política. Y el candidato escogido para cumplir el cometido de víctima propiciatoria no podía ser el más apropiado, pues reunía todas las características para el logro de ese cometido. El otro elemento es Ramos Allup quien, sin haberse secado todavía la sangre de su compañero y a varios kilómetros de distancia, salió responsabilizando del crimen al PSUV, con lo cual develó el plan.
Lo cierto es que sólo hay una manera de conjurar la tenebrosa conjura que el imperialismo, en incestuosa alianza con los bastardos de la oposición, ha urdido contra Venezuela, y es salir a votar en masa por la democracia y la libertad y contra el fascismo y la reacción.