Si bien es cierto que el artículo 20 de la carta democrática es claro al referirse a su activación, solamente cuando se ha alterado el orden constitucional en un país miembro o en su defecto se afecte gravemente el orden democrático, y que tiene que abrirse un proceso y que sean los 34 estados miembros que deberían tomar las medidas al respecto.
Dicho de otra manera en Venezuela no se ha roto el hilo constitucional ni se ha afectado el proceso político institucional para su activación, no es como muchos piensan que a Venezuela vendrían las fuerzas especiales de las galaxias, los cacos azules, los marines y otras barrabasadas de los opinadores de oficios, y de esta oposición obsesionada arrodillada al Imperio Norte-Americano, y digo esto porque no está prevista en ninguno de los contenidos de la Carta Democrática su activación, a menos que el consejo permanente lo determine por estar incurso el país en actos que van en contra de su pueblo, o que el propio país afectado lo solicite buscando asistencia y fortalecimiento para preservar la institucionalidad democrática, y si esto no sucede no tendría objeto su aplicación debido a que iría en contra de los principios de la no intervención a la soberanía e independencia de los estados que han resuelto ser libres y a no someterse a los designios de los poderes hegemónicos imperiales.
De tal manera esto se convertiría en una intención por parte del secretario de la organización de los estados americanos (OEA) de usurpar la autoridad y desconocimiento de los gobiernos a la soberanía de los estados miembros que conforman esta organización multilateral, en todo caso no se activaría la CDI, debido que marcaría un precedente muy grave para todos los países que conforman el hemisferio sur, que trabajan por su soberanía, libertad, desarrollo, y el fortalecimiento de sus ciudadanos, para de esta manera crear o mantener la prosperidad de sus pueblos.
Tal es el caso que en la reciente VII Cumbre de la Asociación de Estados Caribeños hubo el rechazo total de más de la mitad de los países integrantes de la OEA donde recientemente se ha librado una batalla bastante fuerte por ese intento de activación de la Carta Democrática contra la República Bolivariana de Venezuela.
De tal manera lo que se busca en realidad es el consenso de todos los pueblos hermanos, con la firme intención de librar de una vez por toda una batalla que está afectando por igual a todos los países de américa latina y el caribe, porque hoy es Venezuela mañana podrá ser otro país y así sucesivamente volveremos a los tiempos coloniales, y eso es lo que el imperio norte americano no entiende, que ya somos libres libre y soberanos y nunca más seremos colonia de nadie, de esta manera podemos precisar que la realidad objetiva es la necesidad o la búsqueda indeclinable del entendimiento a través del diálogo y que este conduzca a buscar alternativas para favorecer la estabilidad política, el desarrollo social y la recuperación económica, dentro de los términos constitucionales.
Desde otro punto de vista, debemos entender que el mapa político en Latinoamérica ha cambiado digamos sustancialmente un poco en este momento y esto es debido que el Kirchnerismo perdió la presidencia en manos de Mauricio Macri, luego el golpe de Estado dado a la presidenta en Brasil Dilma Rousseff, la cual fue suspendida temporalmente del cargo, dejando la administración en manos de Michel Temer, la arremetida imperial dada a Bolivia, Ecuador, y otros países del sur; esto podemos decirlo le hadado fuerza a la ultra-derecha latinoamericana para arremeter contra los pueblos hermanos apoyados por los Estados Unidos en su afán de apoderarse de las riquezas de los pueblos. Ahora la pregunta que nos hacemos todos los venezolanos en caso de su activación y cuáles serían las consecuencia?, nada simplemente nada, allá ellos con su carta y nosotros con nuestro pueblo en las calles activando la revolución, para darle más bienestar, educación, y desarrollo a nuestro pueblo. En todo caso como muy bien lo explica la carta, se activarían las gestiones diplomáticas necesarias, incluidos los buenos oficios, para promover la normalización de la institucionalidad democrática.