En marzo de este año, el Presidente obama renovó el decreto ejecutivo en el que señala a Venezuela como "una amenaza inusual y extraordinaria" para la seguridad norteamericana.
Inmediatamente reaccionaron las altas autoridades de la nación, el Presidente Maduro dijo:
"Ya basta de arrogancia, de dobles raseros, de prepotencia, de intrigas, a la Venezuela de Bolívar tenemos que hacerla respetar", afirmó Maduro, al anunciar que decidió regresar a Caracas a Maximilien Arvelaiz, encargado de Negocios en Estados Unidos.
"Yo creo que Obama tiene una obsesión fatal y peligrosa con Venezuela (…). Obama de manera innoble y obsesiva me ataca ahora mismo".
Las Fuerza Armada se pronunció, rechaza y llama a enfrentar la hostilidad:
La Fuerza Armada Nacional Bolivariana, en estricto cumplimiento a lo consagrado en el artículo 328 de nuestra Carta Magna, que nos asigna la sagrada misión de "… garantizar la independencia y soberanía de la Nación y asegurar la integridad del espacio geográfico…", de nuevo eleva su voz por y ante el pueblo de Venezuela y el mundo entero, para manifestar su profunda indignación y rechazo absoluto a la infeliz y absurda decisión del presidente de los Estados Unidos de América,
(…)nuestros compatriotas, a quienes les reiteramos, independientemente de sus tendencias políticas, la necesidad imperante de mantenernos unidos monolíticamente, pueblo y Fuerza Armada Nacional Bolivariana, en perfecta sinergia, para enfrentar la hostilidad de la antipatria y preservar los altos intereses de la nación
Tres meses después, y sin que la situación mejore, al contrario se agudiza aun más, el país que se preparaba para una invasión asiste perplejo al nuevo maridaje con el agresor, el Presidente Maduro declara:
"Yo le propongo al secretario John Kerry vamos a designar embajadores. Yo estoy listo para designar embajador en Washington nuevamente y regularizar las relaciones"
Horas antes y durante la asamblea de la OEA, Kerry expresó su apoyo a la realización del referendo revocatorio al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y a la aplicación de la Carta Democrática Interamericana a este país.
Cómo explicar esta conducta fluctuante del gobierno de Venezuela que cambia de zafarrancho de combate a mano extendida como quien muda de camisa. Para explicar su incoherencia el gobierno apelará, como siempre lo ha hecho, al bálsamo que todo lo cura, dirá que es en beneficio de la paz, argumento flojo que desarma la lucha de los pueblos. Sabemos que no hay paz en el capitalismo, no hay paz para los desposeídos bajo un imperio, esta gran verdad justifica la guerra de independencia, la insurrección del 4 de febrero, la rebelión de los esclavos. La paz, ya lo dijo Chávez, es la paz con equidad, con justicia, y eso sólo se consigue en el Socialismo, de allí que la verdadera lucha por la paz es la lucha por el Socialismo, el resto es excusa fraudulenta. Todavía debemos intentar explicar la conducta inconsistente, oscilante del gobierno. Veamos.
La política internacional nos ha ganado una mala fama en el mundo: recogemos firmas que no entregamos, nos preparamos para una invasión, los gobiernos se solidarizan y después abrazamos al agresor dejando a nuestros acompañantes solos en su posición, no hay nadie a quién apoyar, las declaraciones quedaron sin sustento, el lobo malo no se come a caperucita, al contrario, se proponen intercambiar embajadores. Esa incongruencia, esa poca confiabilidad en las intrepideces del Gobierno, surge de la incongruencia ideológica, se manifiesta en lo nacional y en lo internacional. En lo nacional la padecemos con los ataques al capitalismo y simultáneamente tener a los capitalistas de jefes de la economía, al darles a los capitalistas extranjeros un jugoso y gran trozo del territorio nacional para que lo exploten en el arco minero. Es así, un gobierno capitalista avergonzado, con culpa ante su padre de serlo, tiene que ser un gobierno pusilánime, incapaz de mantener un alerta antiimperialista por más de tres meses.
Lo correcto es exigir antes de sentarse que deroguen el decreto. De no ser así, esperemos la próxima movilización que será sucedida por una nueva sumisión.