El perdón y el avión

No me imagino al coronel Caamaño y a los dirigentes de la Insurrección de Abril y la guerra patria de 1965 pidiendo perdón por las víctimas civiles y militares en ocasión y a partir de esa gesta revolucionaria acaecida en mi país y de la que los/as comunistas dominicanos/as fuimos partes.

Tampoco me imagino a los dirigentes vietnamitas, leales al legado de Ho Chi Ming, en semejante actitud.

Nunca vi al Comandante del FMLN y Secretario General del Partido Comunista De El Salvador pidiendo perdón por las víctimas de aquella epopeya contra el Estado terrorista y la guerra de "baja intensidad" patrocinada por EEUU en Centroamérica.

Es inimaginable ver a Fidel -o pensar en un Ernesto Guevara- pidiendo perdón por insurreccionarse, por las bombas caseras, los atentados, asaltos y acciones violentas de la resistencia cubana o de las guerrillas que promovieron o respaldaron. O por su formidable campaña militar por la liberación de África.

No imagino a Chávez pidiendo perdón por el levantamiento militar que encabezó.

En realidad las víctimas durante la confrontaciones armadas provocadas por Estados altamente represivos, fuerzas paramilitares bajo su patrocinio y unidades o tropas interventoras de potencias imperialistas enfrentadas a diversas insurgencias populares, son de la responsabilidad fundamental de la fuerzas que oprimen, explotan, saquean, reprimen, asesinan.

Las víctimas inocentes han sido ocasionadas en alto grado por los Estados terroristas, imperialistas y locales. Por sus operaciones genocidas e indiscriminadas, por sus escuadrones de la muerte, por las perversidades esenciales a sus cuerpos represivos regulares e irregulares, por sus torturadores y carceleros, por sus policías asesinas, su CÍA, MOSAAD, PENTAGONO, OTAN, su SUPER-BOMBARDEROS, BOMBAS INTELIGENTES, DRONES, complejos industriales-militares, tropas mercenarias…

También –y no en menor medida- por el hambre, el empobrecimiento, la explotación, la exclusión social, la contaminación, el saqueo, la depredación, el envenenamiento de tierras y cultivos, la minería destructiva, la delincuencia corporativa en materia de la salud como negocio…Por las horribles consecuencias del orden capitalista-imperialista dominante, que en su era neoliberal afila sus garras generadoras de profundas desigualdades y abundantes penurias.

¿QUIENES SON LOS TERRORISTAS Y VERDUGOS DE LOS PUEBLOS?

Las insurgencias dominicanas, vietnamitas, salvadoreñas…como las colombianas han sido fundamentalmente insurgencias por la paz, contra la violencia dominante, por la justicia, por la democracia, por los derechos de los pueblos, por la soberanía y la autodeterminación, por la emancipación nacional y social.

Los excesos de las fuerzas populares insurgentes en cualquier guerra revolucionaria -casos concretos y contados- son prácticamente inevitables; generalmente involuntarios o fuera de control, o provocados por las pasiones y los odios mal encausados que genera la bestialidad del poder establecido.

En Colombia el origen de la larga guerra que hoy provoca los hipócritas lamentos de su clase dominante se remonta al asesinato de Gaitán en 1948 y a las sucesivas matanzas que en poco tiempo provocaron más de 300 mil muertos a cargo del Estado colombiano y sus padrinos internacionales.

Su horroroso despliegue en más de seis décadas generó una diversa y heroica respuesta insurgente popular (República de Marquetalia, FARC, ELN, EPL, Quintín Lame…), que a su vez ha sido enfrentada reforzando en niveles grotesco el terror del Estado, creando y expandiendo el paramilitarismo, desarrollando unas voluminosas y superdotadas Fuerzas Armadas (con más 500 mil efectivos y armamentos sofisticados) bajo la tutela y asesoría directa de EEUU e Israel, pactando con la OTAN, estableciendo 7 bases militares y toda una maquinaria de espionaje y de guerra de la última generación tecnológica a cargo del Pentágono, la OTAN, la CÍA y el Mossad; ejerciendo un guerra sucia de mediana intensidad en el marco de la estrategia militar estadounidense en la AMAZONÍA y en toda la región, potencian al mismo tiempo las políticas neoliberales.

¿CÓMO QUEDA EL PODER ESTABLECIDO LUEGO DEL ACUERDO DE PAZ?

Un Estado re-colonizado como el colombiano, de corte santanderista, usado desde el poder imperialista para sus planes expansivos contra-revolucionario por sus terribles experiencias paramilitares, policiales, carcelarias, militares y narco-militares para penetrar en El Caribe (caso R. Dominicana), México, Centroamérica (caso Honduras), Suramérica (con especial énfasis en Venezuela y Ecuador, ha quedado intacto en sus esencias militaristas, represivas y criminales después de anunciado el Acuerdo de Paz con las FARC-EP, a las que invita a incorporarse a su falsa democracia.

Ni hablar en cuanto al sistema jurídico-político y constitucional establecido, en cuanto a sus estructuras capitalistas dependientes y al modelo neoliberal que rige sus políticas públicas y su dominio ideológico. El Gobierno de Santos bloqueo la posibilidad de una refundación estatal y una democratización significativa a través de una ASAMBLEA CONSTITUYENTE POPULAR Y PARTICIPATIVA e impidió todo compromiso sobre recuperación de la soberanía, retirada de las bases militares estadounidense y anulación de los convenios militares, políticos y económicos que actualmente anulan la autodeterminación de Colombia.

La dirección de las FARC-EP cedió a esos bloqueos y aceptó un Acuerdo de Paz, con desarme y desmovilización militar incluida, que a mi entender es sumamente riesgoso por desequilibrado y porque implica su incorporación a ese ordenamiento sistémico que condiciona su lucha a inciertas reformas e iniciativas electorales dentro de ese marco plagado de adversidades militares, policiales y paramilitares bajo hegemonía de un Estado intervenido política, económica y militarmente por EEUU.

Todo esto en un periodo especialmente duro de la dominación y expansión integral imperialista, tan duro que no es descabellado pensar que esa PAZ "CHUECA" O "CHIMBA" podría facilitar la guerra desestabilizadora y subversiva contra el proceso bolivariano en Venezuela con destacado patrocinio e intervención colombo-estadounidense, incluido el rol de sus "paracos" y fuerzas mercenarias.

Un importante Jefe de las Fuerzas Armadas colombianas lo dijo con palabras simples y precisas cuando se intentaron burlar de su "custodia" a comandantes de FARC-EP: en esas condiciones "el que entrega las armas" es el que "pierde la guerra".

Al Presidente Santos, a los generalotes del régimen opresor, a los políticos de derecha y ultraderecha, a los cabecillas de la gran burguesía colombiana, a los narco-políticos colombianos, al Pentágono, al Departamento de Estado, a Bush, Clinton, Obama…no los vi pedir perdón por las matanzas en barrios y campos, los bombardeos indiscriminados y bestiales, ni por el uso de sustancias toxicas para matar plantaciones de coca, por las fosas comunes con miles de muertos, las torturas, los asesinatos políticos, los "falsos positivos", los despojos, los robos, los apadrinamiento a bandas paramilitares, las complicidades con el narco-poder, los descuartizamiento con moto-sierras, las prisiones ilegales, las represiones al campesinado, la corrupción estatal rampante, las agresiones a la soberanía, los bombardeos fuera de la frontera colombiana, la devastación económica neoliberal…

UN PERDÓN QUE GENERA CONFUSIÓN E INVIERTE LAS CULPAS

Y en ese contexto y con esa realidad en cuanto a responsabilidad en el ejercicio de la violencia y del terror de Estado a nivel local y supranacional, me chocó y me provocó "vergüenza ajena", el perdón unilateral (que a su vez establece una culpa histórica irreal e unilateral en términos esenciales) proclamado por el ex -comandante Timoleón Jiménez (Timochenko), representante de una insurgencia excepcionalmente meritoria, que sin dejar de reconocer sus fallas y errores humanos en el curso de tan desigual, prolongada y compleja confrontación armada, a mi entender allí fundamentalmente debió expresar el orgullo de su heroicidad, la justeza y dignidad de su trayectoria, simbolizada en Manuel Marulanda Vélez ( Comandante "Tiro Fijo"), artífice de una hazaña guerrillera de dimensión planetaria que no deja espacio para avergonzarse o arrepentirse .

Esa inconsistente actitud del nuevo comandante en jefe de las FARC-EP - difícil de explicar sin la gravitación de una especie "quiebra ideológica" en importantes componentes de su dirección colectiva- contrasta con la dureza extrema e implacable del Presidente-adversario, Juan Manuel Santos, que recibe con beneplácito y supuesta benevolencia la aceptación del desarme de esa fuerza insurgente ("el cambio del fusil por el voto") y la incorporación de las FARC a su "democracia" (abandonando su condición de "Ejercito del Pueblo" como garante de la paz por construir), algo enfáticamente prometido hasta la eternidad en esa solemne ocasión por Timochenko; dejando de paso la impresión de una culpabilidad fariana inexistente y sugiriendo indirectamente que la razón, la justicia, la democracia y el humanismo han estado del lado de los opresores y masacradores del pueblo colombiano.

Es penoso que lo que ese poderoso y perverso enemigo local y transnacional no pudo conquistar con su despliegue de violencia, ahora se la conceda sin necesidad y sin razón que lo fundamente; mientras, engolfado en el poder y sediento de oro y sangre, ese enemigo reitera su dureza implacable.

Ella estalló simbólicamente como advertencia infame desde las turbinas de un poderoso avión de combate de la cuadrilla que sobrevoló la tribuna de la Ceremonia de Cartagena poco antes de que el representante de las FARC-EP concluyera su discurso. Todo fríamente y pérfidamente calculado. Un "metamensaje" de fuerza, armamentismo irrenunciable y capacidad de exterminio de los señores de la guerra.

El justo anhelo de paz, que sin duda anima a las filas de FARC, al pueblo colombiano, a los pueblos de nuestra América y el mundo, que centró sus esperanzas en ese proceso hacia la paz y sus bondadosas miradas en ese anuncio formal y en ese espectáculo cartaginense con no pocos atractivos hermosos, merecen un examen profundo de lo acontecido y por acontecer, que saque a la superficie sus entrañas intragables y supera la manipulación desplegada.

Solo así, sin ingenuidades y sin claudicaciones, podrían superarse las ventajas impuestas en esa negociación por una dominación históricamente violenta, corrupta y guerrerista; que ahora, con conocimiento de causas, ha aprovechado astutamente las vertientes emblandecidas de la resistencia que han mellado en Colombia, para desgracia de Nuestra América, la necesaria creación heroica de que nos habló José Carlos Mariategui.

No imagino a Tiro Fijo pidiendo perdón en tales condiciones y si recordaré siempre lo que me dijo en plena selva en ocasión de los Diálogos de Paz del Caguán con el Gobierno de Andrés Pastrana: "camarada Isa, jamás aceptaré desbaratar en una mesa de negociación el ejército popular que hemos construido a base de tantos y tan prolongados sacrificios".

No, camaradas de la insurgencia colombiana, no entreguen sus armas… hasta que la desmilitarización no sea total, el país sea liberado de bases y fuerzas militares gringas, la soberanía recuperada, la justicia social desplegada y el Estado refundado en dirección a crear una democracia participativa e integral en la que puedan avanzar los procesos de socialización. No se desmovilicen ni se dispersen.

Tengan bien presente, además, que la política imperialista en la región amenaza la existencia de todos los gobiernos soberanos o medianamente independientes o limitadamente democráticos, y procura apoderarse por las "buenas o por las malas", con las amas o con los votos viciados, con golpes de nuevo tipo e intervenciones variadas, del poder político no controlado y del valioso patrimonio natural de nuestra América; incluidas las valiosas reservas no explotadas de Colombia, el petróleo, el gas, el agua y los minerales estratégicos de la hermana Venezuela, de Brasil, de Ecuador, de Bolivia, de Haití y Dominicana.... EEUU no apuesta a una paz que no sea la de los cementerios, está en guerra global infinita. ¡NO PEQUEMOS DE TONTOS/AS!



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Narciso Isa Conde


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