Aclaremos para comenzar que el término "veneco" fue acuñado por algunos colombianos resentidos con Venezuela durante la década de los ochenta, y que es la abreviatura de "venezolanos coños de madre".
Ofensa que se cristalizó en los días críticos cuando la nave militar Caldas invadió aguas de nuestro Golfo de Venezuela.
En segunda aclaración, sepamos que Germán Vargas Lleras es un típico representante de la oligarquía que ha dominado a Colombia desde el siglo XIX, bajo la sub-doctrina santanderista que significa servilismo hacia Estados Unidos, opresión al pueblo trabajador y odio a todo lo bolivariano.
Dichas estas dos verdades históricas, pasemos a actuar en desagravio de nuestro gentilicio ante la mención despreciativa hecha por este político enemigo de la paz y la convivencia.
Con estas tristes agresiones verbales y gestuales, Vargas Lleras se erige en un "Trumpsito" neogranadino. Sospechamos que en su aspiración presidencial ofrecerá construir un muro que nos separe desde Castilletes a la Piedra del Cocuy, para detener la avalancha de "venecos" hambrientos que están invadiendo Colombia tras el sueño del desarrollo, el acceso a los derechos y la justa distribución de la riqueza en esa mezcla de Suecia-Suiza y EEUU suramericana.
Esta conducta xenófoba antibolivariana, muy arraigada en la cultura de la burguesía rola y cachaca, le brota a un apasionado vicepresidente en los calores de la selva catatumbense, a donde vino a bufear su baba chouvinista. En el vecino Tibú, testigo de la miseria, las masacres y otros terrores de Estado que empujaron hacia Venezuela a una séptima parte del total de la población colombiana.
Pero, como lo hemos advertido hace par de décadas, nunca debemos esperar agradecimiento de esa rancia y cínica oligarquía. Todo lo contrario, ella sólo es capaz de traicionar y agredir.
Venezuela ha sido (y es) víctima de la guerra interna, el terrorismo de Estado y el narcotráfico colombiano. Es hora de realizar los cálculos económicos y sociales de este impacto negativo, y colocar sobre la mesa de las relaciones binacionales, las verdades que por un inservible prurito diplomático se han callado.
Las canalladas a que se ha prestado Colombia contra la Venezuela Bolivariana, innumerables e insoportables, hablan por si solas de la ingratitud de estos vecinos enemistosos e indignos.
Ah, y para no ser menos escatológico que el delincuente de Vargas Lleras, le digo a full pulmones: "la tuya hijo de puta".