Bush y su combo genocida celebran que en la oposición las cosas se hayan dado como finalmente se dieron. Rosales es la carta que querían jugar, sin importar su pobre discurso ni su ignorancia crasa. Es más, lo prefieren así, sin mayores alardes de creatividad, para facilitar su manejo en el cumplimiento de las órdenes del Imperio. No suena tan raro por tanto, el retiro -así sin mucho ruido y sin mayores ragateos- de las otras candidaturas, más sólidas, con mayor garra, trayectoria y discurso político, ya fuera de la justa. Los “argumentos”, soplados a los oídos de los otros dos candidatos con algo de votos, dinero, organizaciones políticas y canales de televisión y radio, los convencen del retiro.
Con Manuel Rosales, la carta del Plan Balboa se coloca de nuevo en primer plano. Todos sabemos (y si no, lo intuimos), que donde más votos tiene Rosales es en el Zulia. Tampoco tenemos que ser adivinos los venezolanos para imaginar que donde más tiene seguidores la propuesta de separar al Zulia del resto del país, a la manera de los pequeños emiratos petroleros árabes, es en ese mismo estado fronterizo. Por esta razón es que el mentado Plan Balboa, debe ser revisado de nuevo e incluso hacerle una nueva lectura, ya que la franja oscura que aparece en el teatro de operaciones de ese Plan, incluye todo el costado occidental limítrofe con Colombia, y por consiguiente y principalmente a los estados Tachira y Zulia. Revísenlo de nuevo, estrategas militares y civiles, revolucionarios imaginativos y visionarios. Léanlo de otra forma. Inviten de nuevo a Eva Gollinger y siéntenla en la mesa de la Sala Situacional correspondiente, y háganle a ese Plan (Balboa) y al mapa nacional y extra-nacional que allí aparece, una nueva lectura, en mayor profundidad.
LA SECCIÓN NEGRA EN BALBOA
Como recordarán, en el mapa del mentado Plan Balboa, existe un “país negro”, constituído por una gorda franja oscura formada por el Estado Zulia y el Estado Táchira. Lo del Zulia y su separación del resto de Venezuela es una vieja idea, manoseada y hasta re-lanzada recientemente. Lo del Táchira sí es nuevo. El táchira siempre ha sido un estado deprimido desde el punto de vista económico. Es decir, un Estado sin mayor importancia. Además alejado de Caracas, centro de poder y decisiones. Un estado, que a pesar de haber “visto pasar” mercancías y bienes diversos con montos que han alcanzado hasta los 3 mil millones de dólares (y más) en intercambio binacional en un solo año, y que por cierto en términos reales le ha dejado muy poco, sigue siendo uno de los estados pobres del país.
Se ha dicho insistentemente que es un “Estado de paso”. De paso de gente. De gente que no se queda mucho tiempo en él. De paso de drogas estupefacientes, que tampoco se quedan mucho tiempo en su territorio y que no están contabilizadas como bien mercadeable en los montos del intercambio citado anteriormente, aunque algunos de los beneficios que éstas dejan se notan en los alardes de uno que otro morador de la zona. Muestras de lo que pudiésemos llamar beneficios locales de la narco-economía subterránea que allá funciona. También es un Estado de paso de malos gobernantes (pasantías que parecen inacabables).
Todo esto, en líneas generales, ha atornillado al subdesarrollo y a la pobreza en la región.
Sin embargo y a pesar de todo lo anterior, en los últimos tiempos y con el advenimiento de la Revolución Bolivariana, el Táchira ha cobrado otro valor desde el punto de vista geoestratégico y geopolítico. Pero no por lo que le ha brindado la Revolución o porque el intercambio comercial haya aumentado, sino por su ubicación estratégica dentro de los planes de invasión, control y despliegue imperiales.
METE LA MANO, METE LA MANO
Quienes gobiernan a los EEUU no solamente meten la mano llena de dólares cada vez que se avecina una elección en cualquier país parecido al nuestro, para tratar de torcer a como dé lugar, la expresión de las mayorías. La metieron abiertamente en Perú, en Colombia y en México. La meten en Nicaragua y también en Venezuela, con el apoyo a organizaciones ligadas estrechamente al Imperio, como Súmate. Pero también libran verdaderas guerras en contra de movimientos políticos de liberación nacional, como la que vienen dando en Colombia, a la que a pesar de haber anunciado (en vista de la crisis económica que acusa el Imperio), que le van a reducir la ayuda económica militar, sigue siendo hasta ahora el cuarto país, después de Israel, Egipto y Sudán, en recibir este tipo de ayuda. Vendida a la opinión pública internacional como “ayuda” para una supuesta guerra contra la producción de drogas ilícitas (porque al consumo no lo combaten de igual forma). Esta es la justificación primordial de fachada de la creación del mentado Plan Colombia, ahora rebautizados con los nombres de Plan Patriota y -para extenderlo aún más en el continente- Plan Andino.
Con la llegada de Chávez al poder en Venezuela, esos planes incluyen ahora la destrucción de nuestro proyecto politico, al convertirse el Gobierno del Presidente Chávez en el mayor dolor de cabeza para Bush, Condolencia, Rumsfeld y su corte de genocidas, y en el peor ejemplo para el resto de países latinoamericanos y del mundo. Ya han dejado colar a través de sus agencias internacionales de desinformación, la existencia de una llamada “Ruta Chávez”, que es la que permite y facilita el flujo de cargamentos de drogas a través de Venezuela, en vista de que el gobernante Chávez dizque desmanteló la oficina que tenía la DEA (Drug Enforcement Agency) montada en este país, que no era otra cosa que una oficina más de espionaje, de cuantas han instalado en nuestro país. Pero no dicen que los decomisos de droga ilícita, por parte de las autoridades venezolanas se triplicaron desde que la DEA salió del país.
Y así como a la Revolución Sandinista (y a otros experimentos libertarios) les montaron una “contra (revolución)”, a Venezuela ya le están montando una, en el territorio del Estado Táchira. El paramilitarismo se ha entronizado en nuestro territorio a través del Táchira, y ha llegado -como lo hemos visto- hasta bien adentro del país. Pero el único que parece tenerlo claro es el Presidente (y uno que otro más), porque ni las autoridades regionales ni las nuevas autoridades militares que han llegado a ese Estado con motivo de haberlo declarado Zona de Seguridad, parecen tener claro el panorama. Han dicho ya por segunda vez que van a ponerse de acuerdo con los altos mandos militares colombianos… ¿Para enfrentar qué? ¿Al paramilitarismo? No, queridos lectores. Para enfrentar a lo que llama el gobernador del Táchira “la insurgencia”. A la cual ha recomendado este ciudadano “hacer su revolución en Colombia” (Ver edición del Diario de La Nación, 14-08-2006), en su discurso de inauguración de una “base militar” recientemente creada en la localidad de Betania, pequeña población fronteriza del Táchira, en el Municipio Junín, asolada por los paramilitares y fastidiada al máximo por la invasión cristiano-evangélica, venida desde Colombia, pero venida de más allá también (de los Estados Unidos), con la anuencia de ese mismo gobierno regional.
Nota: Soy de los que creen que la guerrilla colombiana tiene muy claros sus objetivos de toma del poder en ese país. Cuando capturan a un personaje es porque lo consideran objetivo militar y/o pueden utilizarlo eventualmente en un futuro canje de prisioneros. Para obtener fondos cobran impuestos revolucionarios a cuanta empresa grande se les atraviese, comenzando por las transnacionales y pasándoles raqueta a los narcos, a quienes no protegen ni están asociados con ellos. No hacen secuestros vulgares por dinero como los que se efectúan a cada momento en el Táchira, en donde mayoritariamente (revisen las estadísticas), estos son llevados a cabo por personajes ligados de una u otra forma a cuerpos de (in)seguridad del Estado (activos o excecrados de esas instituciones) y hampa común. Y, ¡cómo no!, los hacen diciendo que pertenecen a la guerrilla colombiana. Y algunos ingenuos se comen el cuento. Y las autoridades, que saben que eso no es así, callan. Porque pareciera que también, eventualmente, ese “negocio” podría convertirse en una opción a la hora del “retiro” forzado. A la mayoría de los secuestrados en el Táchira, jamás los sacan del territorio de ese Estado. Ah! pero entonces el gobernador hace un llamado público a la guerrilla colombiana para que “deje de secuestrar ganaderos y otros productores de la región”…”que vayan a hacer su revolución a su país”. Y que “si dicen apoyar al gobierno de Chávez, que se dejen de eso”. ¿Hasta dónde puede ser seria esa (su) apreciación? Habráse visto semejante desparpajo…¿O es que estamos jugando a otra cosa ?
El problema tampoco parecen tenerlo claro aquellos oficiales y militares de menor rango, que tenían -por ejemplo- la responsabilidad de tener en prisión a Carlos Ortega (a quien le debe estar pasando como dice el Corrido de Guanajuato: No vale nada su vida, su vida no vale nada… Mientras su muerte sí, para achacársela al gobierno)… Pero más que a Ortega, tenían la responsabilidad de retener en prisión a sus colegas, implicados en la traída de paramilitares hasta la misma Caracas, con el objeto de perpetrar delitos de gravedad extrema, luego de cometer (ellos, los fugados) el delito capital de traicionar a su propia patria… A menos que los que los dejaron ir, también estén jugando tomados de la mano de los gringos…o bailando pegado con el Imperio.
LA TRILLADA CARTA
Porque la otra carta, la trillada, la de gritar “¡Fraude!” la misma noche del 3-D, va a convertirse en el detonante del Plan Balboa, que para algunos insensatos opositores (que sirven de tontos útiles) y para otros, más radicales y conocedores de este tipo de salidas, vendrá a ser algo así como el “Plan B” de la oposición, tutoreada por los estrategas del Departamento de Estado Norteamericano. La escogencia de Rosales (y de quien hubiese sido) como candidato único, potencia el número de votos a favor del personaje. Y los gringos confían en Rosales. Porque si bien Petkoff escribió aquella estupidez de “Chao, Hugo” el día del golpe, y los efebos de Primero Justicia hicieron acto de presencia en Miraflores y pusieron a la orden del dictador Carmona, sus “ridícula vitae” para formar parte de su espurio gobierno, Rosales firmó (¡FIRMÓ, chamo)“en nombre de los gobernadores del país” el decreto que convalidaba el Golpe de Estado. Es decir, usurpó funciones y autoridad, y fue cómplice “formal” del golpe asestado a la democracia venezolana.
Donde se dará con mayor fuerza este fenómeno de la potenciación del voto en favor de Rosales, es precisamente en el Zulia. Aquí entra a jugar un poco de todo: Desde el regionalismo más barato y demagógico, hasta la alienación de creer que bajo la tutela de los gringos, van a estar mejor gobernados y suplidos. He ahí el verdadero peligro de un candidato como Rosales. Imagínenlo ahora con más votos de los que ha sacado, con un poco más de apoyo fuera de su estado (incluyendo aquí a aquellos necios que dicen preferir que los gringos nos invadan antes que tener a un gobernante como Chávez), financiado por el imperio y con un Plan C, ulterior, consistente en magnificar los resortes para que un sector de la población se incline a separar, “en vista del fraude”, por lo menos al Zulia del resto del País, para montarnos allí un nuevo paisito petrolero, en el que las grandes corporaciones transnacionales e imperiales, se lleven lo mejor de la tajada energética (petróleo, gas y carbón), como antes lo hicieron, cuando saqueaban nuestro petróleo zuliano y a las comunidades que se formaban en las adyacencias de los campos petroleros les regalaban la energía eléctrica que emanaba de las plantas que montaban para iluminar e impulsar la expoliación.
LA IMPORTANCIA DE LOS DIEZ MILLONES
Aunque sea bastante difícil, tal y como lo dijo ya Chávez, alcanzar los 10 millones de votos para la Revolución, debe hacerse lo imposible para acercarse a tal número. Me conformaría con que sobrepasásemos los 9 millones. Ahora bien, donde sí sería verdaderamente importante convencer a los votantes a favor del Presidente, a salir a votar el 3 de Diciembre, y llenar las urnas de votos chavistas, es precisamente en el Estado Zulia. Si lográsemos derrotar a Rosales en su propio estado (aunque decir “su propio estado” sea un eufemismo, ya que ni siquiera nació allá), frustraríamos -al menos en sus intenciones inmediatas- al fulano Plan Balboa, que tienen los gringos montado sobre la mesa del Pentágono y decorando sus paredes, iluminadas con sus video-beams. El gran logro, tanto del Presidente como de las organizaciones revolucionarias que lo apoyan, sería alcanzar una votación arrolladora en todo el país y más aún en el Zulia. Y esto sólo se logra, inculcando y haciendo desarrollar altos grados de conciencia histórica, política, social, cultural, en fin, ideológica, en aquellos que creen en el proceso de cambios que ha comenzado a desplegarse por todo el país. Y en tener bien en claro los peligros que corre la Revolución Bolivariana de perderse en el tremedal de la violencia importada desde Colombia, desde el Pentágono y su Plan Patriota, y desde las bases militares de su padrino mayor, los Estados Unidos, al igual que sucede hoy con la salvajada que en el medio oriente comete Israel, avalado por el mismo padrino.
Tenemos como materia urgente derrotar el facilismo y la comodidad electoral, que hasta ahora va ganando, basados en las encuestas de uno y otro lado, que muestran al Presidente sobrado en la punta, con más de cincuenta puntos de ventaja sobre su más cercano contendor. Jamás será lo mismo ganar las elecciones con seis o siete millones, que con nueve o más millones de votos.
Y LA IMPORTANCIA DEL PAÍS
Con la novedad de que ahora somos el país con las mayores reservas de petróleo del mundo entero, nos hemos convertido en presa más que apetecible para el Imperio. De allí la importancia de fortalecer a la revolución con una avalancha de votos y también la de entrenarnos para una eventual (pero escrita) invasión por parte de los Estados Unidos. Pareciera -repito- que el único que lo tiene claro es el propio Presidente. Y uno que otro más. Pero la ingenuidad y el desconocimiento de la historia contemporánea (y no tan contemporánea) hacen dudar a muchos de la posibilidad de que los Estados Unidos hagan uso del expediente de la invasión militar a un país como el nuestro, con un pequeño ejército mal armado, pero afortunadamente con una Reserva creciente de combatientes y una nueva estrategia militar de armarse de la forma que se pueda, para enfrentar tal exabrupto. Escenario donde lo que está contando -a pasos apresurados- es el tiempo, y las alianzas con países y gobiernos amigos que se han logrado afianzar, gracias a las relaciones internacionales conducidas por nuestro Presidente.
EL NUEVO ESCENARIO
Para los gringos la cosa no está nada fácil. La guerra en Irak y la “post-guerra” en Afganistán, los tienen contra la pared. Ya el presupuesto mensual para sostener una precaria ocupación en Irak supera los 8 millardos de dólares. Para ello han acrecentado su déficit fiscal enormemente. Su deuda, tanto interna como externa crece exponencialmente. Y las bondades de la democracia tramposa que pretenden venderle al mundo, son cada vez más reducidas para su propia población. Una eventual acción militar contra Venezuela, desataría un enfrentamiento cuasi-continental. Ese paso lo mastican y lo piensan una y otra vez, porque para invadir a Venezuela, tendrían que desarrollar una movilización militar en más de dos frentes a la vez. Por una parte, tendrían que dejar inoperante -desde el punto de vista militar- a Cuba. Esto significaría un enfrentamiento extra, que podría darse antes o apenas después de decidirse la invasión a nuestro país. Luego, como lo han hecho en todos los países que han invadido, enfrentarían y derrotarían con relativa facilidad, en una guerrita convencional, a las Fuerzas Armadas Venezolanas. No hay que olvidar que un solo portaviones del imperio, cuenta con 5 veces más aviones de guerra que los que tenemos aquí, en nuestros aeropuertos. Tampoco debemos olvidar que en islas vecinas, con las cuales a pesar de la cercanía mantenemos pésimas relaciones (más por culpa nuestra que de sus habitantes), como Aruba y Curazao, el imperio cuenta con bases militares desde las cuales pueden “rociar” con misiles tierra-tierra y aire-tierra, a cuantos blancos se les antoje en nuestro país. Dañarnos cualquier infraestructura en un santiamén. Y claro que cuidarán de no estropear las instalaciones petroleras, para tratar de ponerlas bajo sus intereses en el menor tiempo posible. Y aquí es donde entra a jugar el papel preponderante (como la llamada “insurgencia” en Irak), de la Reserva venezolana. Porque en la pelea cuerpo a cuerpo, tiro a tiro, es donde se la ven fea los gringos. Como les sucede en Irak y en Afganistán. Como les sucedió en Vietnam. De allí la preocupación de quienes gobiernan hoy en día a los EEUU, de que Venezuela se arme, compre aviones de guerra, misiles anti-aéreos, fusiles para armar a su población. Es decir, se arme para su defensa.
Y es porque históricamente los norteamericanos siempre han atacado con mayor facilidad y decisión a aquellas naciones que no pueden defenderse.
UNO DE LOS PAÍSES CON MAYOR FUTURO
Es el nuestro. Ahora más, con esas reservas petroleras cuantificadas y certificadas. Pero ahora -también- es cuando se hace más importante el convencimiento político de lo que nos conviene como país libre y soberano. De poco valdrá toda esa riqueza energética y en recursos naturales de cualquier índole, sin el respaldo de una conciencia política colectiva que nos una en torno a un proyecto político revolucionario, equitativo, solidario y justo, que las sepa aprovechar en función de las mayorías. La riqueza siempre la hemos tenido, pero las conciencias de quienes condujeron antes al país, y de quienes los colocaban en esas funciones, actuaban en favor de otros; sirvieron para enriquecer a otros, mientras al país se le dejaban migajas; funcionaron para aceitar y mover la maquinaria del país más poderoso (militarmente) y más ruinoso (moralmente) del mundo, y facilitarle el sojuzgamiento de otros pueblos y del nuestro también.
Por todas estas razones y por las de conquistar el futuro, en un mundo integrado por los más elevados principios y valores sociales, es que se hace indispensable reunir el mayor número de votos a favor de nuestra Revolución liberadora. Votar masivamente para que Chávez gane. Y derrotar masivamente tanto a sus contendores como a la abstención, para dar al traste con el Plan Balboa. Todo aquel que se precie de revolucionario, ame a su patria, y crea en el proceso de cambios que viene produciéndose en el país, no puede ni debe dejar de apoyar al Presidente Chávez, dándole su voto el venidero 3 de diciembre.
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