Este gobierno, quién lo puede negar, él mismito como Chacumbele, se mató. Boquea en su vacuidad, renunció a la ideología, escogió el camino fácil del pragmatismo. Sin embargo, la viveza criolla y el oportunismo sirven para resolver una estafa de poca monta, un lio en un sindicato de tercera, pero no para gobernar una Patria.
Al gobierno huérfano de estrategia, sin planes a mediano plazo, con el fracaso real aplastándolo, sólo le queda inventar una guerrita. Y así lo hizo, lanzó sus contingentes a la "gran guerra patria". Ejemplos abundan. El tsj, cual comando de infantería de marina, despejó el terreno de alcaldes enemigos. Aquel afincó su bandera en la Fiscalía emulando la toma de los Altos del Golán. La "operación tun tun", diseñada por uno de los mejores estrategas militares, neutraliza los nidos de ametralladoras, les toca la puerta a las casamatas. La toma del salón de la Asamblea fue una operación comparable con la toma del Reichstag alemán por el Ejército Rojo, la ayuda del Coronel encargado de defender el edificio fue crucial para su caída; al final, el salón de la Asamblea fue recuperado por la caballería madurista y el Coronel ganó otra condecoración y delcy otra espada. A los militares se les convoca a una guerra antiimperialista sólo de palabras; en la práctica, los imperios están en el corazón económico de la Patria. Un día los atacan y otro les venden bonos y coquetean por un préstamo.
Y así, con estas batallas de cartón, el gobierno va construyendo una épica de lucha libre mejicana, y distrayéndose de la realidad. Inventan ocho millones de votos y se lo creen, se van a dormir tranquilos: "no hay hambre, se está comiendo voluntad". Por supuesto que la guerrita sirve para medio distraer, pero no resuelve la realidad desastrosa.
La verdad tras la humareda es que al gobierno fracasado sólo le queda una opción: la represión, deslizarse hacia el fascismo, lo hace de manera natural, una cosa trae la otra, una violación lleva a la otra, una acción lleva a la otra, se queman los caminos, se rompen los puentes para la retirada, sólo queda el terror.
El gobierno se juega la carta de las elecciones regionales, aún no sabemos cómo le saldrá la treta, pero basado en su comportamiento anterior podemos aventurar que el gobierno si no la pone a la entrada la pone a la salida, así pasó con el diálogo.
Puede ser que la oposición se pliegue al gobierno, todo es posible entre pillos, pero aún así ese gobierno tendrá que reprimir. Será un fascismo con disfraz de humano, aceptado por los oligarcas del continente, pero la crisis humanitaria que padecemos seguirá creciendo en un populismo que perdió su capacidad de repartir.
El país está en una encrucijada muy difícil, no hay dirigentes, el gobierno agotado, la oposición extenuada, los dos atrapados en los requerimientos del populismo, una masa pidiendo soluciones que no exijan ni esfuerzo, ni sacrificio. Vivimos un engaño, el rebaño es obligado a mostrar su cara larga, pero ni su corazón, ni su estómago están con el gobierno. Al llegar a su casa y sentir la realidad trágica es capaz de apoyar cualquier locura.