La literatura está llena de ejemplos de cómo los gringos, por la egolatría que emana de su poder económico y sobre todo militar, no suelen ser nada discretos, sutiles ni comedidos. Ellos viven apegados a aquella cultura de las películas del "Lejano Oeste", donde el macho, que no lo es, sino el mejor armado o más hábil en el manejo de las armas impone su ley. La misma cultura que justificó el genocidio cometido por "los cara pálidas" contra la población primigenia del enorme territorio del norte. La fuerza, sobre todo estando seguros de la debilidad armamentística, de aquél a quien definen como enemigo, no ajeno a la valentía, arrojo y talento, ha sido siempre su argumento primordial.
Así, a vuelo de pájaro, por "encimita", como decimos en Venezuela, con la premura que me impone o me impongo por escribir este artículo que debo terminar en 15 minutos, puedo recordar de esas muestras de la ordinariez gringa en la literatura, a "Míster Danger", en "Doña Bárbara", más de uno en "Mene" de Díaz Rodríguez, en "Margarita está linda la mar" del nicaragüense Sergio Ramírez y los tantos sin rostro denunciados en "La Piel", extraordinaria novela del italiano Curzio Malaparte.
A lo mero "macho", ese rasgo que da la fuerza bruta, el armamento y la supremacía de fuerzas, despojaron a México de más de la mitad de su territorio. En el Medio Oriente y en donde tienen bases militares, como Okinawa, Japón y Colombia, estas para tener a tiro a Venezuela, valiéndose de la impunidad de vergonzosos acuerdos, cometen toda clase de atropellos contra la gente, sobre todo la población femenina en edad menor.
Afortunadamente, no siempre se salen con la suya. Se metieron en Vietnam, creyendo que su armamento nuclear y sus armas químicas, horror de la humanidad, que por racimos lanzaron sobre aquel pueblo y sus enormes legiones de soldados grandotes, bien armados y entrenados, servirían para someter rápidamente a aquellos campesinos esmirriados y, sin embargo, terminaron huyendo y con todo su orgullo y soberbia hecha añicos.
La intervención en América Latina que es una larga lista y larga la de muertos, asesinados y humillados para imponer lo dispuesto por el poder económico y militar de Estados Unidos, sus grandes capitales y políticos que en veces son la misma o servidores de los primeros. Libia, Afganistán, Siria, Irak, etc., son ejemplos de cómo el gringo se mete donde le venga en gana porque para eso tienen poder y no hay nada que les detenga. EEUU no es más que el guapetón de barrio, el "Pran", que con su pandilla impone su dominio, su fuerza a todo el vecindario. Y uno sabe, lo ha visto y vivido, como siempre hay quienes hasta sólo por miedo, por no hablar de otras cosas dolorosas, como la falta de perspicacia y agudeza y hasta simple pragmatismo, como un salvoconducto o una visa, se dejan "convencer" de las bondades del "Pran".
Es ya como demasiado infantil el cuento; por eso a uno le extraña haya quien se lo crea; ellos y qué intervienen por "razones humanitarias y sobre todo por cuidar la democracia y los intereses populares". Como ya dijimos, todavía gente buena no cree que Estados Unidos, con su poder económico y comunicacional sólo interviene en parte para imponer su voluntad y sus negocios, lo que pasa por arrebatar lo que le es ajeno, justo como los Pranes. Se pasa por alto que la clase política-militar de ese nación es la representación auténtica de aquella frase que los historiadores euro céntricos atribuyeron a Atila, llamado "Rey de los Hunos", las huestes euroasiáticas de la Edad Media, "donde pise mi caballo no crecerá la hierba".
El hombre cuando dispone del recurso del poder que da el dinero, la base industrial, militar, el que se origina por la creatividad, ingenio, inteligencia, llega un momento que descubre que su fuerza, ordinariez, le permiten imponerse en cualquier patio, sin necesidad de sutileza y menos del recurso de la inteligencia y poco gasto o desconocer los derechos de los atropellados. Porque si a la inteligencia le abren espacio, pusieran en manos de ella los asuntos, terminarían no haciendo lo que siempre por la soberbia hacen. El fuerte, la fuerza bruta, el poderoso, nunca se siente tentado a darle explicaciones y menos reconocerle derecho a quien cree débil. El señor feudal no se ocupaba de enamorar dama alguna, la compraba o sometía por su fuerza y en veces, ese derecho brutal estaba impregnado en las costumbres y "leyes".
Por todas esas cosas dichas arriba, el señor Pence, vicepresidente de Estados Unidos, sin sutileza alguna, no se siente obligado a disimular ante nadie y menos le importa lo que los demás piensen, pues los demás saben de su fuerza, ha dicho que usarán "todo su poder económico contra Maduro", que no es contra este, sino contra los venezolanos, casi todos, a quienes amenaza con someternos al asedio y tirarnos un corral para multiplicar el hambre.
Lo ha dicho sin guardar recato alguno. Sin importarle lo que nadie piense, ni darle la razón a quienes en este país sostienen que la guerra económica es alentada, financiada y hasta ejecutada desde los centros de mando de Estados Unidos y específicamente de la Casa Blanca. No le importa que quienes con ellos simpatizan y hasta creen que un gobierno sustentado por el poder militar gringo es lo que conviene, pero le dicen a todo aquél que contra eso argumente, que se trata sólo de un invento de quien de eso habla y que no existe guerra económica sino sólo se trata del comunismo que impone Maduro y que es este el causante de la escasez y la inflación y todos los demás males, queden y mal y hasta por él reaccionen molestos. Porque les resbala lo que la gente piense, diga o sienta. Su poder, soberbia, que les dicta lo que dicen y pensar que los demás deben pensar lo que ellos piensan. A ti, pequeña cosa, sólo te queda someterte a lo que digamos nosotros, los del poder y sobre todo la fuerza. Ahora mismo, justamente en una nueva demostración de fuerza, Mr. Trump acaba de tomar severas medidas económicas contra Venezuela y particularmente contra PDVSA, las que en fin de cuentas estallarán como dinamita contra nosotros, la multitud sin rostro, que trabaja o trabajó toda su vida con decencia y por servir al país, partidarios o contrarios al gobierno.
Use el link abajo puesto y lea lo que dijo Pence, constate no disimulan, pues el poderoso, soberbio, ante quien cree débil e inferior, no se siente obligado a cuidar las formas y menos cumplido alguno. Además cree, como dijo el presidente peruano, acá abajo en el sur, lo que hay son perritos dispuestos a menear la cola ante el amo.
Lo bueno es que por la soberbia, le ahorran a mucha gente esfuerzo argumental para denunciarlos. Pence, no es nada cuidadoso, es tal como Trump, ambos parecen dos elefantes en una cristalería. Quizás por eso, no son cosas de uno, sino lo que ellos hacen con descaro, lo que llevó a la gran prensa gringa calificar al gobierno actual de su país, o mejor al presidente, como fallido.