Simón Bolívar sale hacia el sur de la América del Sur, a libertar pueblos (V)

Simón Bolívar pensaba que si dejaba a Venezuela libre pero con presencia de tropas españolas cerca de sus fronteras, al final, los años de luchas resultarían inútiles puesto que Venezuela sería atacada nuevamente al reponerse los españoles y seguro lo haría con una gran fuerza militar, con ese pensamiento Bolívar abandona Angostura acompañado de unos 1000 hombres el 23 de mayo de 1819 con dirección a los llanos occidentales, donde habría de reunir a los más destacados jefes del ejército a fin de convencerlos de la necesidad de trasladar las operaciones bélicas a Nueva Granada. La jefatura del gobierno había sido asumida por el vicepresidente, colombiano, Francisco Antonio Zea, quien sin querer queriendo tuvo una muy desacertada gestión en el manejo de los asuntos gubernamentales, el primero, y de mucha significación para el honor de Bolívar, fue que a la semana de haber salido Bolívar de Angostura, Zea le entrega al Comodoro Oliver Hazard Perry, quien había reemplazado al fracasado Mr. Irvine como el nuevo agente del gobierno norteamericano, las 2 naves que Bolívar había retenido por contrabandear armas y municiones a favor del enemigo español, de manera que rápidamente Zea, como buen colombiano, complace al estadounidense y le entrega las goletas Tigre y Libertad a Perry. Cuando el Libertador tuvo conocimiento del hecho, lo considera como humillante tal proceder.

El 25 de mayo de 1820, en carta a José Rafael Revenga, ministro de Relaciones Exteriores y de Hacienda, El Libertador le había manifestado con contundencia sus aprehensiones respecto a la política de Estados Unidos. Le dice "Jamás conducta ha sido más infame que la de los americanos con nosotros: ya ven decidida la suerte de las cosas y con protestas y ofertas, quien sabe si falsas, nos quieren lisonjear para intimidar a los españoles y hacerles entrar en sus intereses", y agrega a continuación "Yo no sé lo que deba pensar de esta extraordinaria franqueza con que ahora se muestran los norteamericanos: por una parte dudo, por otra me afirmo en la confianza de que habiendo llegado nuestra causa a su máximo, ya es tiempo de reparar los antiguos agravios. Ya que por su anti-neutralidad la América del Norte nos ha vejado tanto, exijámosle servicios que nos compensen sus humillaciones y fratricidios. Pidamos mucho y mostrémonos circunspectos para valer más o hacernos valer" Seguramente estaba pensando en su nefasta experiencia con Mr. Irvine, dos años atrás. Gran parte de la historia de los Estados Unidos es la puesta en práctica de su destino manifiesto a costa de la arbitraria relación con los países, puestos a tiro al alcance de sus cañoneras y fusiles o de su diplomacia chocante e de insólita rudeza.

La escalada expansionista de Estados Unidos fue iniciada y seguida por los presidentes Washington, Jefferson, Adams, Madison y Monroe, aprovechando las disensiones de los países europeos y los conflictos de estos con sus colonias de ultramar. Las trece colonias de ultramar, que se formaron desalojando a las naciones indias de sus territorios, en 1830 se agrandaron con Nueva Orleáns y Luisiana compradas a Napoleón en guerra con Inglaterra. Desde entonces la premisa para las relaciones comerciales universales ha sido la neutralidad. En caso de necesidad, declaraba Washington D.C., estarían justificadas las 'temporary alliances', mientras que las 'permanent alliances', solo podrían redundar en perjuicio de América, ya que los europeos tenían intereses primarios que no eran compartidos por los norteamericanos. Los proyectos expansionistas de los Estados Unidos a costas de las posesiones españolas, los entrevió el ministro español en Washington D.C. Luís de Onis, cuando el 1 de Abril de 1812 en nota reservada al virrey de México Francisco Venegas le decía: 'Cada día se van desarrollando más y más las ideas ambiciosas de esta República. Este gobierno se ha propuesto nada menos que fijar sus límites en la embocadura del río Bravo en el grado 31 y desde allí tirando en línea recta hasta el mar Pacífico, tomándose por consiguiente las provincias de Tejas, Nuevo México, Santander, Coahuila, y parte de nueva Vizcaya y La Sonora. Parecería un delirio este proyecto, pero existe, y se ha levantado un plan por orden del gobierno, incluyendo la isla de Cuba como una pertenencia natural de la República.

 

 

 

 



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José M. Ameliach N.


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