Dice la tradición de la Iglesia Católica que el diablo fue creado como un ángel bueno, pero que su soberbia lo llevó a desobedecer a Dios, a querer equipararse con él. Fue entonces cuando se inició la maldad en el mundo.
También dice la sabiduría popular, que el mejor truco que hace el diablo es hacer creer a muchos que en realidad él no existe, por lo que algunas personas bajan la guardia frente a su seducción y sus tentaciones y por tanto le brindan oportunidades para que continúe promoviendo el reino del mal. En otras palabras, pensar que es falsa la existencia del diablo es una temeridad, pues es como enfrentarse al más poderoso enemigo, sin tener conciencia de que lo es.
EL IMPERIO QUIERE SER COMO DIOS
Probablemente nadie se haya encontrado de frente con el diablo de la iconografía, aquel que viste de rojo, que tiene cola y cachos y que lleva consigo un tridente con el que atormenta a sus víctimas. Sin embargo, como dice el refrán, al árbol se le conoce por sus frutos, es por ello que cualquier persona sí podría decir que se ha topado con las obras del maligno.
El gran pecado del ángel Lucifer fue pretender ser como Dios, creerse dueño de la creación, sin darse cuenta de que eso es simplemente imposible por su condición de ser creado. El asunto es que este acto de soberbia, a lo largo de la historia de la humanidad, no sólo ha sido cometido por Lucifer.
La mentalidad imperialista tiene, en su esencia, una vocación de deidad, de creerse dueño del mundo, de suponerse con el derecho de decidir sobre la vida de los demás, del planeta entero, del espacio exterior, del universo. Es el pecado de pretender ser Dios. Es la oferta que hace la serpiente a Eva, cuando la convencía de comer el fruto del árbol prohibido: “No es cierto que morirán. Es que
Dios sabe muy bien que el día en que coman de él, se les abrirán a ustedes los ojos; entonces ustedes serán como dioses” (Gn 3, 5).
DUEÑOS DE LA VIDA
Cuando a un gobernante no le tiembla el pulso para mandar a bombardear a mujeres, niños, ancianos, a personas completamente inocentes; cuando no le causa ni siquiera pesadillas saber que sus propios compatriotas están muriendo, por el afán desmesurado de conseguir petróleo a todas costa, en una guerra absurda e inmoral (como valientemente la calificó Juan Pablo II), ese gobernante tiene un pacto con el diablo.
Cuando un presidente ordena a sus subalternos a oponerse en la ONU a que paren los bombardeos en el Líbano, a pesar de que los ciudadanos de esa nación no eran culpables de absolutamente nada, cuando se convierte en cómplice de la muerte de los cuarenta niños de Caná y de los otros cientos de miles que mueren en el mundo por causa de las guerras que este mandatario propicia impúdicamente, pues entonces hay que concluir que es sirviente de los intereses del diablo.
DUEÑOS DE LOS RECURSOS
Cuando alguien se cree con el privilegio de usar indiscriminadamente los recursos que son de todos, así esta irresponsabilidad genere escasez, cáncer de piel, o cualquier otra tragedia que afecte a la vida humana y al ecosistema, ese alguien está trabajando para el diablo.
Cuando se esconde un informe, preparado por algunos de los científicos más prestigiosos del mundo, en el cual se demuestra que el calentamiento global está causando más huracanes, como por ejemplo, el Katrina, que acabó con la vida de muchos de sus propios compatriotas, quienes no recibieron la ayuda mínima para sobrevivir de esta tragedia, se está conviviendo con el diablo.
Cuando una persona se niega a ratificar el protocolo de Kyoto, que busca la disminución de las emanaciones tóxicas, para el beneficio de todo el planeta, y todo esto sólo para evitar que se siga el nivel de consumo desaforado de petróleo de un solo país, que con el 5% de la población mundial, genera el 25% de las emanaciones tóxicas, que se traga el doble del petróleo que el que consume la China, con cinco veces más población y 20% más que el que consume toda Europa junta, y que utiliza la mitad del petróleo que usa a diario para convertirlo en gasolina para vehículos que sólo son usados por una persona, pues entonces se vive un modelo de consumo ideado por el diablo.
DUEÑOS DEL DESTINO
Cuando alguien se siente con el poder de ordenar secuestrar a un presidente, sacarlo de su país en contra de la voluntad de los ciudadanos de esa nación, imponer a un dictador a punta de balas y que no le importe si se genera una guerra civil entre los pobladores de ese país, ni los muertos, las epidemias, la pobreza y la tragedia, solo para que ese pueblo, luego por sus propios pies, le demostrara al imperio por la vía de los votos que su voluntad seguía siendo la misma, ese alguien está amparado por el diablo.
Cuando una persona da la orden inocular veneno a través de los medios de comunicación, de planificar acciones que fomenten el odio, de financiar a delincuentes para ejecutar un golpe de Estado usando a francotiradores que disparaban inclementemente en contra de un pueblo desarmado que demostró su profunda vocación democrática, todo esto para derrocar al único presidente que ha tenido el país que realmente se ha preocupado por los más pobres, por los excluidos, por aquellos que no sabían leer y escribir, por los que no tenían ningún acceso a la salud, pues esa persona es el diablo.
EL DIABLO SIEMPRE SERÁ VENCIDO POR EL AMOR
Dios es amor. Por lógica simple, si el diablo fue inicialmente un ángel creado por Dios, evidentemente, Dios tiene poder sobre él y por tanto podrá vencerlo en cualquier batalla. Esta es básicamente la razón por la cual la humanidad tiene esperanza. Una persona, en la peor de las situaciones, siempre conserva aunque sea un rayito de esperanza, por eso es que la sabiduría popular dice que ésta es lo último que se pierde.
Así como al diablo lo vencerá siempre Dios, el imperialismo será derrotado siempre los que luchan por la justicia.
Cada vez que nos indignamos por los abusos y por los ataques a un pueblo hermano, estamos luchando en contra del imperialismo. Cuando nos solidarizamos con los pobres del planeta y actuamos en el plano internacional para ayudarnos mutuamente a fin de sobrellevar mejor nuestras respectivas cargas, estamos enfrentando la doctrina imperial que nos quiere pobres y necesitados, para que tengamos que depender de sus favores.
Cada vez que los pueblos del sur, los países en vías de desarrollo, se reúnen para discutir sus problemas, para tomar conciencia de su situación y buscar soluciones creativas y dignas para resolverlos, se busca la construcción de un mundo pluripolar que da al traste con las intenciones imperiales.
FRENTE AL EGOÍSMO: SOLIDARIDAD
Como el diablo se siente dueño y señor de lo creado, lógicamente no pretende compartir sus dominios con nadie, por lo que el egoísmo forma parte de la esencia de su ser.
Ese egoísmo con olor a azufre que despide el diablo, solo podrá ser enfrentado por los pueblos humildes del mundo con el arma más poderosa que Dios puso en el corazón humano: la solidaridad. Afortunadamente cada día son más las personas, y más los gobiernos que han comprendido esto. Por eso, es que ha comenzado a oler a flores. Aunque al diablo le saque la piedra.
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