En verdad, el señor Temer, debería meter miedo. El tipo es de temer. Tanto que se llevó por medio a unos cuantos, empezando por su socio el señor Cunha, a quien según tengo entendido hasta metió en la cárcel, lo sacó del juego y se apoderó de la presidencia con eso que los gringos inventaron y llaman un “golpe suave”. Es decir a su cómplice abandonó haciéndole pagase solo una factura de los dos. Lo de él contra Dilma lo llamaron “golpe parlamentario”, aupado al inicio desde diputados por Cunha, como lo mismo que aquí intentaron con Ramos Allup, que no le ha servido para conseguir que el pueblo brasileño le apoye, pues si hay alguien desprestigiado y rechazado en su país, ese es el señor Temer. Llegó a presidente por una maniobra legalista y fundamentalmente politiquera. Y por eso aquél, el pueblo, no le teme, tanto que pareciera dispuesto a reelegir a Lula, por lo que a este, Temer y su pequeño círculo le inventan historias, levantan juicios amañados para sacarle de la carrera hacia la presidencia que pareciera tener ganada de antemano.
Con ese “golpe suave” o revolución de colores, como lo llamaron en Europa, que incluía aquella especie de comparsa que se llegó a llamar “las manitas blancas”, el mismo que en Venezuela les resultó un fracaso tal que aquí optaron por aquellas guarimbas violentas al máximo, que bien merecen el nombre de terrorismo, que promovió, por lo menos que yo sepa, no un gringo, sino un abogado venezolano que se calló y hasta se esfumó, tumbaron a Dilma Rousef y Temer, como decían antes aquí los narradores del hipismo, se pegó por los palos y se quedó con el coroto, en un gesto aplaudido por los gringos; pues aparte de deshacerse de lo incómodo de aquella señora del Partido de los Trabajadores, el mismo de Lula que, para más vainas daba a los Brics fuerte apoyo y lideraba entre el grupo de gobiernos populares de Chávez, Correa, Morales, Ortega, Mujica, etc. les devolvía el control de Brasil y la posibilidad de golpear esos grupos, incluyo el Brics, tanto que ahora Tyllerson llamó a un golpe militar en Venezuela, sin que uno sepa cómo, le enriqueció el libreto del “golpe suave” que estaba como desentonando.
Mientras tanto, el señor Cunha mira el juego desde lejos y en la sombra.
Pero ese señor Temer, por su capacidad para ofertarse al mejor postor y hasta arremeter contra los suyos, socios o compinches, de repente se convierte en un payaso o un hazmerreír. Digo esto por lo que la declaración o posición de su gobierno en relación con el llamado a elecciones en nuestro país, cuyas particularidades están siento objeto de discusión y revisión en la mesa de diálogo en Santo Domingo. Después que uno se disgusta, viéndoles como se inmiscuyen abusivamente en las intimidades nuestras, mientras callan por lo que sucede en España y el problema catalán, donde el gobierno de Rajoy desconoce la voluntad de ese pueblo, le provoca reírse por las declaraciones de la cancillería del gobierno brasileño, sabiendo uno que Temer es un usurpador que de paso nadie o casi nadie allá quiere. Al efecto, dice la diplomacia del señor Temer que el gobierno venezolano muestra “desprecio por el pluralismo político”. Y además, “repudia el sistemático e inaceptable empeño del régimen autoritario venezolano en eliminar de la actividad política partidos, frentes y personalidades de la oposición”.
Lo primero que uno piensa al leer eso es que Temer, el “Temerario” o quizás hasta “Terminator”, fue a la escuela junto con el señor Rajoy; por supuesto, perdonen la como redundancia, estuvieron y están bajo la égida de los mismos maestros y estos, no sólo dan protección inmediata, sino que preparan a los muchachos para defenderse en el futuro. Y cuando lo piensa ahorita no porque se nos acaba ocurrir, sino porque es una cosa pensada de antemano, sólo que ahora salta como al primer plano, viendo al señor Tyllerson recorriendo nuestra área con el mismo oscuro propósito de la vieja política de los golpes de Estado. Pero sería como muy poco serio estando Rajoy y sobre todo Temer, porque a ellos dos les cae al pelo aquello de “cachicamo llamando a Morrocoy conchúo”.
¿Qué autoridad tiene Temer para acusar a gobierno alguno de “desprecio por el pluralismo político” y de “eliminar partidos y personajes de la oposición”? ¿No es eso acaso lo que hicieron él y sus socios de política y negocios con el Partido de los Trabajadores de Brasil, Dilma y ahora intentan con Lula?
Por eso uno se siente tentado a reír.
Esas declaraciones de Temer, pudieran hasta meter mucho temor – escrito así de repente – porque constituyen un respaldo a Tyllerson y el golpe de Estado que de darse en Venezuela, sabiendo de la composición y actitud de la mayoría de nuestro ejército, no sería precisamente suave y menos parlamentario, sino por demás cruento y hasta sangriento. Pero dan ganas de reír, porque si alguien, algún gobierno, de aquellos que están cuadrados con EEUU para lo que venga y donde venga, no tiene autoridad moral para ser portavoz de un mensaje “moralista y hasta legalista” como pretende ser ese, es el del señor Temer.
¿Por qué EEUU no estimuló a Santos el presidente de Colombia, lo que no quiere decir este tenga lo que a Temer le falta, quien no oculta sus siniestros deseos y los de la oligarquía colombiana, de darle rienda suelta al viejo proyecto de apoderarse de parte del territorio venezolano, como lo sabe cualquiera que se asome a la historia nuestra desde los tiempos de Santander y la disolución de la Gran Colombia? Aún más, ya en el pasado, en acuerdos amañados nos despojaron de parte del territorio. Todavía uno y los militares recuerdan las intentonas invasoras en los tiempos de Pérez Jiménez y hasta lo del barco colombiano Caldas en agosto de 1987. Aquí todo el mundo sabe, no hay misterio alguno que, en Colombia, se viene estructurando un aparato militar, con siete bases norteamericanas, el paramilitarismo y un discurso agresivo, violento, hasta obsceno y xenófobo para en el momento apropiado, dada la coyuntura precisa, incursionar sobre territorio venezolano con fines anexionistas. Nuestras riquezas están entre los objetivos de la oligarquía colombiana, nada ajena a la rapacidad y otras cosas de las cuales el mundo sabe, lo que la asocia de manera muy estrecha a las ambiciones del capital norteamericano y europeo. Digo esto porque el caso Libia pudiera repetirse con nosotros y los venezolanos debemos meditar mucho sobre esto.
No usaron a Santos porque el asunto, ese del golpe que intenta promover Tyllerson, no goza de respaldo en América Latina, por aquello de “si ves las barbas de tu vecino arder pon las tuyas en remojo” y lo que sabe de la historia de América Latina y los golpes de Estado y en boca del presidente colombiano pudiera tener mucho de serio y preocupante.
Por eso buscaron a Temer, de quien nadie teme y no importa lo que diga y la gente se ría de un pobre tipo que pronto pudiera salir del gobierno y absolutamente desprestigiado dadas su oscuro expediente. Colombia debe quedar en eso bajo perfil, pese al hostigamiento de Santos y su cancillería, para el momento de las grandes decisiones. La faja petrolífera del Orinoco, por sólo mencionar ese atractivo, une a los perros rabiosos.