Ante declaraciones de Marco Rubio, ¡cómo no hervirme la sangre!

-"¡Habría no tener sangre en las venas para soportar tanta infamia, irrespeto y bajeza!"

Esa expresión era muy usual en mis juveniles tiempos para expresar nuestra rabia y justificada incomodidad causada por alguien irrespetuoso, vulgar y agresivo. Más si ese alguien se inmiscuía en los asuntos de uno, de la familia, lo que a él, le era absolutamente ajeno.

La sangre, se decía, hervía en las venas cuando alguien era asaltado por una irreverencia como esa. Ver y escuchar a un personaje extraño entrometerse en los asuntos íntimos de la familia, generalmente provocaba expresiones como esa y respuestas acordes con la incomodidad que eso generaba. Pero la rabia era mayor cuando se descubría a un integrante del grupo familiar estimulando aquella irreverente intromisión.

Es poco noble uno acepte que un extraño se inmiscuya en lo suyo; en los asuntos de familia y hasta amenace meterse dentro de la casa a participar, de un lado u otro, cuando se presenta alguna discrepancia. Eso era y es una ofensa de gran magnitud que entre la gente sensible, con dignidad y respeto por sí mismo y el significado del grupo familiar. Los problemas de familia los resolvemos dentro de ella y sólo con los de ella. Tampoco es digno que alguien de la familia aquello incite y avale, pues se estaría cometiendo una fechoría y una violación de principios muy nobles de la condición humana. Para un hombre de bien una conducta como esa no es más ni menos sino simple alcahuetería. Y el alcahuete ampara conductas ilícitas y bajas, como la de vender a su familia. ¿Cómo aceptarle a un extraño que maniobre, amenace y hasta haga daño a nuestro grupo familiar para lograr sus fines, aún creyendo que eso pudiera favorecernos personalmente? No sería más que una bajeza de enorme magnitud.

Tiene todos derechos que la Constitución vigente otorga aquél que se manifieste en contra del gobierno. Puede, como ella señala, hacer lo necesario para cambiarle. Decir lo que considere conveniente aunque sean sandeces e impertinencias. Nosotros este derecho lo ejercemos con plena libertad. Mis opiniones generalmente está dirigidas a criticar severamente al gobierno, al cual creo insensato, desacertado, ineficiente y hasta incapaz de erradicar la enorme corrupción que se ha apoderado de todo el cuerpo social, empezando por él mismo. Al presidente lo evalúo no estar a la altura de las circunstancias y como perdido en medio de esta tempestad, cual capitán que se le fue el timón de las manos. Pero eso sí, lo que haya de hacerse, conforme a la Carta Magna y nunca fuera de ella, es asunto que sólo compete a los venezolanos. Ciudadano de cualquier nacionalidad que en lo nuestro se inmiscuya, con ánimo de marcarle rumbo a los acontecimientos me incomoda, me molesta y debería molestarnos a todos.

Por todo eso, no entiendo cómo puede haber venezolano alguno no le "hierva la sangre", escuchar o leer, a un senador extranjero, en cierta medida portavoz de una potencia y de unas políticas que nos dañan a todos, amenazarnos con incrementarlas y hasta profundizarlas "para sacar a Maduro".

Eso ha dicho el cubano norteamericano Marco Rubio, como si este país fuese una colonia de EEUU y él el capataz. Por decisión unilateral y muy personal suya, ¡al carajo nuestra carta magna, derechos soberanos!, su país debe sacar a Maduro de Miraflores. Ya no se trata de valerse de unos militares, como en los pasados tiempos, cuando, por ejemplo, sacaron de Miraflores en pijama al maestro e insigne novelista Rómulo Gallegos. No, ahora quiere y propone una suerte de cayapa formada por países de nuestra región liderados por el suyo para decidir lo que a nosotros compete. ¿Qué más pruebas esperamos para convencernos que EEUU quiere prender una guerra entre nosotros, no por Maduro, sino para derogar la Constitución vigente y apoderarse de nuestros recursos?

¿Al margen de lo que uno piense de Maduro, cómo podemos sentirnos ante eso? Es un no sólo meterse en asunto de familia, sino además querer pegarle a la madre. Ponernos a matarnos entre nosotros, incluyendo hermanos de nuestra América. El mejor argumento, y digo el mejor por no decir el único, del cual se vale Rubio, según el cual en Venezuela hay una "dictadura", carece de toda sensatez. Si de algo adolece la Venezuela de hoy, es de un gobierno que tenga los tinglados en las manos y no permita que todo el mundo haga lo que mejor le parece. Si dijese que parecemos un espacio marino donde piratas y filibusteros hacen toda clase de fechorías, como sacarle el salario a la gente del bolsillo de la manera más vulgar, donde los corruptos dentro del gobierno y el sector empresarial, incluyendo aquellos que fingen estar en contra de aquél, estaría haciendo un diagnóstico más o menos aproximado. Nunca ese lugar común y simplista que padecemos una dictadura. Que el gobierno se valga de todo lo que puede, empezando de la torpeza opositora y sus asesores como el propio Rubio, para prolongar su mandato, eso no lo dudamos. Pero aún así, con todo eso, no es asunto de su competencia y cuando hace lo contrario, nos irrespeta, pretende humillarnos y nos ofende. Por eso a uno ¡le hierve la sangre en las venas!

Y se hace risible al mismo tiempo, por lo cínico, al decir que somos una amenaza para su país y metiendo sus fuerzas militares aquí para derrocar al gobierno, estarían "resolviendo la crisis humanitaria", que según padecemos. Es decir, "una crisis humanitaria" se resolvería con una guerra, en lugar de la suspensión de las medidas que nos aplican. Por supuesto, EEUU para todo tiene la misma receta, la guerra. Se apoderan de lo que pueden y venden sus armas.

Las cosas que siguen, resaltadas en negritas y cursivas, son otras de las expresiones de ayer del senador estadounidense.

"Si bien Estados Unidos y nuestros socios han condenado repetidamente al régimen de Maduro y exigido el fin de la crisis, ahora debemos acompañar nuestras palabras con acciones decisivas". "Es el momento de que las naciones democráticas de la región trabajen juntas y apresuren la salida de Maduro del poder".

No cabe duda alguna que está llamando no a una condenatoria, intención que fracasó por cierto en la reciente "Cumbre de las Américas", a la cual no se presentó Trump sabiendo lo que de allí saldría, sino que "ahora", es decir para mayo "debemos acompañar las palabras con acciones decisivas". Y como para que duda no quede, hay que "apresurar la salida de Maduro del poder".

Siendo senador de EEUU y portavoz del Partido Republicano, el mismo del presidente Trump, eso es muy grave y ofensivo, tanto como pegarle a la madre y hacer que la sangre en las venas hierva. Pero también es una confesión de cómo el gobierno de su país injiere en los asuntos nuestros y lo más grave, pretende negarle a los venezolanos su derecho a decidir su destino. Según él, es derecho de ellos, no nuestro, decidir lo que nos compete. Es el mismo criterio que guió a los conquistadores y colonizadores de nuestro territorio, acción condenada por la historia y toda cabeza sensata.

No vale preguntarse, porque la respuesta es obvia, la reacción que a Rubio y todos los estadounidenses, provocaría un llamado como ese dirigido a inmiscuirse en los asuntos de EEUU.

Todo venezolano, al margen de su posición política y particularmente los candidatos presidenciales, deberían repudiar con fuerza esa falta de respeto.

¿Cómo es posible haya venezolanos que eso no les hierva la sangre?



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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

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