Nuestro país se rige por un estado de derecho, con normas e instituciones en perfecto funcionamiento. La derecha histérica utiliza, a conveniencia, procesos selectivos de aceptación o rechazo de esas instituciones, según les convenga, destacando sus últimas tendencias a desconocer la vía electoral como forma de expresión del pueblo. Esto, evidentemente, es poco democrático. Es por eso que a la mayoría de los países del mundo les cuesta entender las pataletas malcriadas de esta gente que ha sido derrotada infinidad de veces en las urnas electorales y se niega a reconocer a las instituciones electas.
Su último disparate es un nuevo engaño a sus seguidores. Un nuevo espejito, un fraude, una quimera para seguir amargándoles la existencia. Ahora a la derecha histérica se le ha ocurrido la brillante idea de "ilusionar" a sus huestes, haciéndoles creer que el 10 de enero del 2019 ocurrirá un suceso sobrevenido, una interrupción (ahora sí) del hilo constitucional, que arrasará con todas las instituciones democráticas y con el Gobierno Bolivariano, dejando como por arte de magia todos los poderes públicos en sus perniciosas manos.
Sueñan así el apátrida Julio Borges y su colega doña María Corina. Sus asesores externos los han vuelto a engañar (andan como hipnotizados), haciéndoles creer el cuento de que ellos están ungidos por la providencia y el Pentágono para acceder por la fuerza a la presidencia de la República Bolivariana de Venezuela, mediante el asalto rapiñero al Palacio de Miraflores. Cada uno trabaja afanosamente en su agenda personal, en su proyecto político de apropiación y reparto de la riqueza nacional. No les importa carecer en lo absoluto del apoyo de las masas.
En esta onda ya andan sus despistados seguidores dentro de la fauna radical de la derecha extrema. Ya no saben a qué santo prenderle velas para que no se les frustren sus malévolos planes. Ya han optado por prender velones con las tenebrosas y monstruosas figuras de Augusto Pinochet, Francisco Franco y Donald Trump, sus ídolos políticos. No les incomodaría para nada gobernar a sangre y fuego, llenando de cadáveres Chavistas el Estadio Universitario. Por redes sociales se lee el suspiro anhelante de sus radicales seguidores, revelando sus preferencias por seguir quemando en la hoguera al pueblo humilde, tal como lo hicieron impúdicamente durante las guarimbas.
Esta gente es corta de memoria. No recuerda que han fallado en todos sus intentos de asaltar por la fuerza el poder político. Lo que no han logrado por la vía democrática, por los votos populares, tampoco lo lograron con la violencia fascista (golpes de Estado y guarimbas incluidas). La fuerza de un pueblo unido y de sus instituciones han resistido gallardamente todos los rastreros embates terroristas y las agresiones internacionales. Por eso ahora ensayan con nuevos escenarios, creen que la única salida que les queda es la vía de la intervención extranjera y la invasión militar.
Así, hay quienes sueñan (más velones para Pinochet) con que el irascible Donald Trump proceda a autorizar una intervención militar "quirúrgica" en Venezuela, donde solo se extermine al pueblo Chavista, dejando intactas las propiedades, empresas y estilos de vida de la burguesía criolla. Sueñan con miles de aviones que dejen caer sus mortíferas bombas sobre nuestro pueblo. Sueñan, Borges y María Corina, estar en la cubierta de un portaaviones dirigiendo personalísimamente la masacre. Sueñan con la entrada de miles de Marines asesinos por la Puerta de Caracas.
Pues malas noticias. Donde los US Marines han puesto sus botas y sus misiles "inteligentes", solo han sembrado muerte y destrucción. Nada de liberar países. Todas sus acciones militares han llevado invariablemente a la aniquilación total del país víctima de su magnánima "protección". Estados Unidos interviene países destruyéndolos en su totalidad. La ecuación metodológica la repiten invariablemente, siempre con los mismos resultados: millones de muertos y heridos, destrucción de la infraestructura y las capacidades productivas, la eliminación del aparato estatal, la desaparición de la unidad nacional y la integridad territorial. Es la extinción del Estado-Nación. Sus víctimas más recientes pueden verse en los cementerios de Afganistán, Irak, Libia, Yemen y una parte de Siria. Los resultados de la intervención norteamericana en todos estos países han sido catastróficos, apocalípticos.
Lo mejor para la derecha histérica es despertar de esta nueva quimera. De este nuevo intento de embaucamiento que quieren meterles sus irresponsables líderes diciendo que el 10 de enero renacerán como el Ave Fénix, con una nueva salida mágica. Este es otro salto al vacío. Que se vean en este terrible espejo de las intervenciones militares de todo el Medio Oriente. Deben despertar de ese engaño y empezar a trabajar honradamente por el bien del país.
¿Por qué Trump quiere invadir Venezuela? La respuesta es lamentable y vergonzosa. Trump se planteó atacar militarmente a nuestro país solo cuando una minoría apátrida y derrotada políticamente (Borges y María Corina) fueron a arrodillarse a la Casa Blanca a pedir la incursión de los Marines (el apocalipsis para nuestro pueblo). Escrúpulos no tiene Trump, no dudaría en hacerlo, pero todo el Continente sabe que somos un pueblo de paz; pero somos descendientes de libertadores y jamás nos doblegaremos ni ante lacayos, ni ante musiúes invasores.