Los clientes políticos venezolanos respaldados por el sistema norteamericano tienen 8 años sin el poder absoluto en el país, a pesar de que algunos personajes del pasado siguen cautelosos en instituciones del estado con el objetivo de no perderlo todo. Esta clientela política, vendida a los intereses foráneos ha perdido espacios en otros países de Latinoamérica como Bolivia, Brasil, Nicaragua, Argentina, entre otros, pero ello no significa una ruptura con el dominio económico de Estados Unidos.
El paso más importante en el caso venezolano, y sigue siendo tímido, es haber incrementado el impuesto a las transnacionales petroleras, apenas un 16% y luego un 30%, lo cual significa nada para las ganancias de las petroleras foráneas, incluyendo las de Bush. Otro paso importante, fue el haber impedido el regreso de miles de trabajadores que abandonaron su cargo en PDVSA, esta masa de trabajadores evidenció la compleja operación de alienación, desinformación y egoísmo en función de intereses norteamericanos. Y un tercer paso, quizás el más estratégico, es la insistencia del gobierno nacional en transferirle poder al pueblo, primero con la Constitución de 1999 y luego con políticas como los Consejos Comunales, Bancos Populares, Mesas Técnicas de Agua y Misiones Sociales. Nada es más aterrador para un imperio que la autonomía económica y cultural de un pueblo. Estas políticas, significan los primeros cimientos del nuevo venezolano. Curiosamente una generación de venezolanos que no tiene miedo a las dictaduras porque desconocen la historia y porque a los “héroes” de la izquierda del pasado se les cayó la máscara de soberanía. En ese entonces, los recursos petroleros sirvieron para que la izquierda y la derecha venezolana compartieran el poder fingiendo una lucha ideológica ante los medios de comunicación durante más de 40 años. Cuando en realidad, detrás de toda esa comedia había un saqueo desmesurado de las riquezas del estado. Por eso ahora resulta tan ridículo el discurso ideológico de Pompeyo Márquez, Pekotf y mucho más irrazonable el mensaje de un adeco analfabeta como Manuel Rosales.
Sin embargo, la alienación y la cultura del consumo del venezolano que llegó a tener mucho dinero solo por beneficiarse de aquella realidad política de la cuarta república, se traduce hoy a la oposición irracional o el revolucionario que está pendiente de su beneficio económico.
Luego del 3D urge optimizar resultados en función de la motivación a la organización de las comunidades, para que luego éstas asuman espacios de poder. No será fácil, porque habrá mucho desorden influenciados por el complejo mensaje de medios de comunicación dominados por quienes creen en el modelo norteamericano. Los jóvenes siguen anhelando vestir ropas de marca, los profesionales quieren sueldos millonarios con menos esfuerzos, la cultura del automóvil sigue generando mafias de adolescentes que matan taxistas y perfeccionan métodos como el llamado “secuestro express”. Y por supuesto no podía faltar el negocio más rentable como el narcotráfico, del cual nacen cientos de falsos empresarios, cuya argucia para lavar dólares les reporta enormes ganancias. Y para colmo se presentan ante el Estado como emprendedores que quieren administrar los recursos de los venezolanos porque sus ganancias demuestran su eficiencia.
Al Gobierno no le queda otra que desmontar esa compleja estructura delictiva cuyos nexos se pasean por el poder judicial, medios de comunicación, empresas fantasmas, terratenientes, cuerpos de seguridad e incluso el mismo gobierno. Además de eso, está obligado a modernizar las instituciones y optimizar la administración pública a favor de los ciudadanos. Servicios y seguridad serían nuestras primeras necesidades si queremos convencer a los venezolanos de un futuro mejor. Y para ello, sigue vigente la reflexión de Bolívar cuando con eterna lucidez señalaba que moral y luces son nuestras primeras necesidades. Venezuela quizás pueda ser la única opción por desmoronar el dominio económico y cultural de los Estados Unidos. No queda otra opción.
davidjavier18@hotmail.com
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