Nuestro comandante en jefe asimila tarde. "Guerra avisada no mata soldado", es un dicho tan popular y tan viejo que da vergüenza tener que recordárlo ahora. Es imposible dejar de pensar en lo que hubiera hecho Chávez en este escenario de "preguerra", aunque sea difícil imaginar a Chávez ahora en esta situación; estoy seguro de que con él al mando no estaríamos viviendo en un país tan desmembrado moral y físicamente por obra de los enemigos de siempre (endógenos y exógenos). La falta de previsión es inconcebible en un gobierno que se dice en guerra desde hace años. "Guerra económica", "guerra de tercera y cuarta generación" "guerra mediática" ¿No son suficientes las alarmas como para estar prevenidos?
Nosotros creemos que sí. Pero, la realidad real es que para los "Nicolaítas", esos avisos de Juancito el embustero, se trataban solo de una astuta manipulación distractora para los planes económicos y políticos restauradores del pacto de Punto Fijo, con nuevos protagonistas, pero el mismo pacto de punto fijo (o de Nueva york, o tripartito, o como quieran). No tomaron en serio las amenazas y siguieron la guachafita, jugando a la política universitaria. Ahora quieren gritar ¡Ana Karina Rote!, cuando nos quedamos desnudos, ¡el país quedó tocado y expuesto!, a cualquier tipo de ataque, o a un "remate final"; sin luz, sin agua, sin comunicaciones, por cuatro días seguidos y más... ¡Uff!
Maduro nos ha acostumbrado a ser personas reactivas, a vivir agüevoniados, a pensar lento, a creer que nos basta con saber las intenciones del enemigo, así sea demasiado tarde (debe ser un pésimo jugador de ajedrez). Lo más importante en una guerra es saber que se está en una guerra, luego, tomar previsiones. Pero el gobierno se dio cuenta de que estaba "en una guerra" cuando se cayó la luz, se fue el agua y se apagaron las comunicaciones (solo faltaron las bombas). "La lengua es el castigo del cuerpo", dice la gente en la calle…
El teatro trágico fue hecho para conjurar nuestros miedos y malos sentimientos, la piedad, el odio, etc., no para otra cosa. Pero desde que Maduro está en la presidencia solo ha hecho puro teatro distractor, sin ningún sentido depurativo, cargado de promesas, de afectación dramática y ceremoniosa (hasta baila), sumisión, ¡genuflexión!, nada que se corresponda con la realidad, nada catártico, pura distracción. Y para colmo, su palabra siempre llega tarde. Definitivamente, si seguimos así el toro nos llevará por los cachos.
Ahora viene con el cuento de la paz, ¡ooootra vez! No somos amantes de la guerra ni de la violencia, pero tampoco somos Buda, o San Francisco de Asís con una capacidad infinita para soportar con jovialidad el dolor y el sufrimiento. Unos días más de incertidumbre y ella nos puede llevar al desespero, a generar la violencia reactiva más explosiva de nuestra historia... Violencia por saturación ¿Qué más violencia que la que hemos soportado hasta ahora? La escasez, las necesidades, las tinieblas del infierno… y un presidente impávido, conversando como si no pasara nada, de planes de desarrollo y prosperidad, comprometiendo otra vez nuestro futuro en proyectos políticamente estériles, "privados y capitalista"; empeñando por enésima vez nuestras riquezas, divisas, oro, petróleo a seres inescrupulosos, codiciosos, mercachifles despiadados, ¡capitalistas! (¡con eso lo digo todo!), otra vez promesas y más promesas que sabemos no se van a cumplir; si nuestro bienestar depende de estos planes, de la "mano invisible del mercado", estamos fritos. ¡Coño Maduro! ¡Todos sabemos que esa mano no existe!, la que vemos todos los días se lo se lo lleva todo a su bolsillo.
¡Ahora menos que nunca el presidente puede estar hablando de paz! Ahora debe arrear el burro. El gobierno debe reaccionar, debe dejar de "jugar soldaditos" y convocar a una junta de emergencia, con gente chavista y socialistas, capaces y con voluntad para no perder lo poco que queda de la revolución bolivariana y socialista de Chávez y recuperar nuestra dignidad e independencia, recuperar el espíritu de pueblo, de nación, de patria, perdido en tanta ambiguedad ¿A qué espera? ¿A que la historia lo juzgue como un tonto farsante que solo supo disimular? Si se es presidente hay que "ejercer", no perder en bufonadas la oportunidad que nos dio la vida de ser grande, magnánimo. En Venezuela hay modelos dignos de donde escoger, no nos falta herencia ni memoria, tenemos a Bolívar, a Zamora, a Chávez, rendirnos no es una opción, "necesario es vencer", nos legó Ribas. La paz no es una opción, necesario es luchar y vencer, pero como pueblo digno, libertario, ¡libres! no postrados a ningún imperio capitalista o al capitalismo (de la nacionalidad y naturaleza que sea éste), como lo quiso Chávez.
La guerra es un asunto serio, no se trata de "quítame esta pajita del hombro". Con bautizar un "ejercicio militar" trasnochado – que llega tarde – de "Ana Karina Rote" no se va a moralizar o entusiasmar para la lucha a un pueblo exánime, solo por reaccionar a una desgracia que se ha podido evitar y de la cual no sabemos con exactitud dónde están todos los responsables; más bien tomando las cosas en serio, sin tanta alharaca y propaganda insulsa. Si vamos a defender nuestra independencia hay que ser coherentes y conocer bien cuál es el enemigo. Debemos decir de cuál invasión hablamos, de quién o quienes nos vamos a defender, porque tenemos el enemigo andando como "Pedro por su casa", explotando oro, diamantes, coltán, a cambio de nada; negociando nuestro petróleo sin ni siquiera extraerlo de los pozos, tenemos al enemigo vendiendo el país en nuestras narices…, por eso decimos, si vamos a defender nuestra independencia el gobierno debe ser claro y coherente con su mensaje hacia nuestros militares y nuestra gente. Si el gobierno quiere moralizar a los venezolanos para la lucha todos deberíamos tener un solo enemigo ¿Cuál es ese? ¿Trump, Guaidó, Colombia, el capitalismo, el imperio, Maduro, el chavismo, el socialismo? ¿A quién le habla el gobernó para defender la patria? y ¿Para quién es ese grito?
Hace falta mucho más que un grito de guerra para que no nos aplaste el imperio. Hace falta pensar, tener un gesto de honestidad, de humildad, rectificar… o definirse políticamente.