He querido emplear algunos símiles en mis más recientes artículos, como una manera de graficar a los actores políticos y a las actuales circunstancias que vive mi patria. De esa manera, creo que se entiende mejor el mensaje que quiero transmitir.
Recientemente hemos podido observar, además de ser un hecho público, notorio y comunicacional, que la Contraloría General de la República, en voz de su titular, Dr. Elvis Amoroso Hidrobo, acaba de imponer la sanción de inhabilitación al rey negro del ajedrez geopolítico que en estos momentos se juega en Venezuela. Ciertamente, la sanción que le impone es el de la inhabilitación para el ejercicio de cargos públicos, imponiéndole la máxima pena, la cual es de 15 años, de acuerdo al artículo 105 de la Ley Orgánica de la Contraloría General de la República, y del sistema nacional de control fiscal.
Si bien esta sanción como dirían los colegas penalistas no comporta sanción de carácter corporal (léase pena de presidio, cárcel), es el preludio de que el Ministerio Público, el Tribunal Supremo de Justicia y hasta la Asamblea Nacional Constituyente actúen para imponer otro tipo de penas. Algo de eso comentamos en artículos precedentes.
Sin embargo, como analista, hay elementos que se desprenden producto de la observación y apreciación de la situación, y me permitiré compartir las que pueda a través de las siguientes líneas.
A mi juicio, creo que llegó la hora de darle mate al rey negro de este ajedrez geopolítico que estamos jugando en estos momentos en Venezuela. Poderosas razones me permiten formular el llamado que hago.
Esto porque es evidente que hay planes ominosos para antes o durante el 6 de abril, fecha anunciada para eventos desencadenantes de alto impacto que buscan originar una conmoción nacional en la República Bolivariana de Venezuela.
Estamos obligados a salvar la vida de miles de venezolanos y venezolanas y terminar de detener la destrucción del país, pues estamos entrando en una etapa verdaderamente peligrosa, y no exagero al formular este planteamiento.
El imperialismo estadounidense se siente humillado en estos momentos por la presencia militar rusa en Venezuela, país que al igual que el continente considera su patio trasero, y todas las señales (las evidentes y las que no lo son tanto) indican que está dispuesto a jugársela con una intervención militar más directa sobre el territorio venezolano.
No en balde, el camarada Freddy Bernal en recientes declaraciones ha señalado que no descarta la presencia de mercenarios estadounidenses en territorio venezolano. Estoy de acuerdo con esta aseveración del camarada Bernal.
Pero además de ello, los expertos que conocen el modus operandi de los halcones imperiales que hoy gobiernan la Casa Blanca y acompañan a la administración Trump, coinciden en que los indicios están bien claros y muy bien definidos.
En ese sentido, así lo señala el manual, y por ende, el consiguiente accionar:
1.- Algún funcionario imperial lanza una denuncia/acusación falsa contra el previamente demonizado líder del país blanco de la agresión, por este haber cometido un supuesto acto criminal imperdonable.
2.- La denuncia es seguida de una advertencia pública ampliamente difundida y repetida hasta la saciedad.
3.- Por último, lanzan con bombos y platillos la justiciera amenaza de castigo merecido.
4.- Los organismos de inteligencia y/o fuerzas especiales llevan a cabo el "acto criminal" previamente denunciado y profusamente difundido, y una vez ocurrido, se culpa de este al "líder", ahora convertido en monstruo mediante la propaganda y la manipulación mediática.
5.- Consumado el acto de bandera falsa, con este se obtiene el necesario casus belli para obtener el apoyo necesario de los aliados imperiales y proceder con los planes de agresión diseñados tiempos atrás.
Y aquí los hechos:
La Reina del Rey negro de este ajedrez que se juega en Venezuela es recibida por los amos imperiales en el país del Norte con toda una puesta en escena propia para jefes de Estado. Junto a estos actores políticos estaban los halcones de la guerra frente a toda la prensa oficial.
Esta reina se veía muy nerviosa, y es innegable que seguía un libreto preestablecido. Es notoria su falta de experiencia frente a las cámaras, pues con muchísima frecuencia volteaba hacia donde estaba localizado el teleprompter desde el cual leía el libreto que le escribieron.
Lo profundamente perturbador para los entendidos fue lo que la reina dijo, y fue la acusación que formulo, y que es parte del manual de los amos norteños, de que el régimen había realizado varios atentados en contra de su esposo, el rey negro. Y esto es lo sumamente preocupante, porque esta acusación expone claramente los planes de estos guerreristas tienen en su agenda, y que el rey negro de este ajedrez ignora por completo.
Hay un sector que quiere darle una patada a la mesa, e impedir que siga el juego, donde muchos son los perjudicados y muchas las perjudicadas y pocos los beneficiados.
Y así los halcones tendrán el casus belli que tanto esperan.
Juegan las blancas.
¡Leales siempre! ¡Traidores, nunca!