Políticos sin c...nes

Este título no es ni glamoroso ni chic. Mucho menos académico. Le di vueltas y este que finalmente coloqué, aunque no tiene estas dos condiciones, es muy criollo y mucho más preciso para la idea que quiero dejarle. Pude usar el término clásico de los paisas y decir, políticos verracos y no verracos. Este de políticos sin cojones o bolas, me lució mejor para abordar esta reflexión

La historia de Venezuela de finales del siglo XIX y gran parte del siglo XX, estuvo llena de políticos y caudillos, que independientemente de su perfil e intereses políticos, se colocaron siempre al frente de sus proyectos. A finales del siglo XIX y comienzo del XX, muchos políticos o caudillos, juntaban un puñado de hombres con machetes y se lanzaban a una guerra o montonera contra alguien, que a lo mejor le caían mal. No sería muy real la imagen que Herrera Luque nos sugirió del proyecto de Cipriano Castro, cuando no estaba claro si proponerse como político conservador o liberal. Algo de caprichoso y personalista tenían las revueltas de finales del siglo XIX y comienzo del siglo XX.

No fue gratis o casual la frase, cuya autoría se la otorgan a Antonio Guzmán Blanco de una Venezuela con las características de un cuero seco. Cualquiera con un grupo de hombres se colocaba al frente y pisaba una punta de ese cuero seco. Ese alguien se ponía al frente de una montonera y se caía a plomo con otros.

Juntemos sin muchos argumentos porque creo que no los hay, esta historia de las montoneras con las modernas guarimbas y la conclusión es inmediata. En las montoneras, independientemente del juicio que se tengan de ellas, se pueden calcular y sumar bolas. Estos caudillos tenían bolas.

Las cabezas de esos movimientos asumían sus compromisos y responsabilidades. Las guarimbas que conocimos en este siglo XXI y que supuestamente la ANC erradicó no hay bolas que contar. Los "líderes" son mucho menos que los pequeños caudillos de esa Venezuela que se fue con la llegada de Gómez. Estos jefes de montoneras, que a veces los académicos y políticos cuestionan, no eran falsos.

Si vez la situación a partir de las conocidas invasiones o desembarcos de grupos políticos, se notan todavía las bolas de esos dirigentes que organizaban desembarcos o invasiones con el objetivo de salir de un presidente. Los invasores eran venezolanos con bolas. Cipriano Castro para citar uno, organizó varios e intentó algunas. Ahora no hay invasor con bolas. Hay políticos parásitos que llaman a una invasión para luego vivir de ella.

Algunos de los personajes de la generación del 28, desde México o desde otro punto Geográfico cercano a Venezuela, intentaron salir de Gómez a través de una invasión o desembarco. Estuvieron al frente, dando la cara y arriesgando. O sea, estos políticos tenían bolas.

En la década de los sesenta se organizaron e intentaron desembarcos de grupos de izquierdas para involucrarse en la actividad de la lucha armada. Acertada o no, hubo personas dispuestas a correr riesgos y asumir (estando al frente) una lucha. Había que tener bolas para estar al frente de proyectos como estos.

Hoy es evidente el déficit de bolas de los dirigentes de la derecha venezolana. No arriesgan nada, cobran y su misión no va más allá de ser un simple peón de intereses de otros países. La "cultura" del parásitop la llevan en sus huesos.

A diferencia de todas estas experiencias, donde hasta algún proyecto hubo, hoy estos "líderes" calzan la calificación de parásitos. Hasta holgazanes y vividores son. Muchos de los que salieron del país en el momento de Gómez, se sostenían con alguna chamba por allá. Estos holgazanes de hoy, son unos mantenidos. Choros muy bien vestidos pero sin bolas. Para ellos no tener bolas no importa mucho, pero para los venezolanos y venezolanas, si debería importarnos. Sus proyectos son de parásitos y de eso, ya tenemos una larga y triste historia.



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Amaranta Rojas


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