Giuliani, el Pinocho

De tanto decir mentiras le ha crecido súbitamente la nariz a Rudy Giuliani. Pronto podrá montar un tendedero industrial con la ingente cantidad de falacias que ha inventado tratando de encubrir la contundente derrota que sufrió su jefe, el irascible Donald Trump. Este nefasto personaje se ha revelado como el maestro de la intriga, el engaño y la fábrica de falsedades.

Pasadas tres semanas de las elecciones del país que pretende dar ejemplo de transparencia, libertad y democracia al resto del mundo, los Republicanos siguen entrampados en la negativa de reconocer la derrota, montados en la ola del verbo incendiario de Trump, con su lógica de carrito chocón, de guapetón, de máxima soberbia y mezquindad. Actúan como malos perdedores, que se niegan a reconocer la realidad para poner en duda la victoria del adversario político.

El daño es fatal para la credibilidad del sistema electoral y la democracia misma. El ejército de abogados de Trump, la “fuerza de ataque de élite”, dirigidos por Rudy Giuliani, Jenna Ellis y Sidney Powell (defenestrada súbitamente), lanzaron fuego a discreción contra todo el proceso electoral, atacando a las juntas electorales, y con la nariz de Pinocho en modo activo, soltaron infundadas denuncias contra el software y el hardware utilizado, insinuaron la presencia de hackeos por parte de potencias extranjeras, la aparición de miles de votos de fallecidos, cambios masivos de votos de Trump por votos de Biden, votos por correo falsos y pare usted de contar los inventos que salen de la profusa imaginación y maldad del equipo de leguleyos de Trump. Denunciaron un supuesto complot planetario, bien sincronizado, pero dibujado solo en la mente de estos malos perdedores, que gritan a los cuatro vientos que en sus mismísimas narices les metieron un “fraude electoral masivo”. La burla es abrumadora.

Su disociación psicótica es de tal nivel que no les importa hacer el ridículo planetario. Como un remake de Los Tres Chiflados, dirigido por el pinocho Giuliani, montaron un vergonzoso y lastimoso “lie show”, sin mostrar prueba documental alguna, soltando una alucinante teoría conspirativa que dejó las siguientes frases para la posteridad: “Lo que fue evidente muy rápido es que no hubo fraude electoral en un solo estado, la tendencia se repite en varios estados”; “influencia masiva del dinero comunista a través de Venezuela, Cuba y, probablemente China”; “Dominion Voting Systems presentaban software creado bajo la dirección del expresidente de Venezuela Hugo Chávez para modificar sus propios resultados electorales y que la empresa tiene vínculos con la Fundación Clinton y Soros”; “Nos vamos a convertir en Venezuela. No podemos permitir que esto nos suceda. No podemos permitir que estos delincuentes, porque eso es lo que son, le roben la elección al pueblo estadounidense”; y “configurar y ejecutar un algoritmo que probablemente se ejecutó en todo el país para tomar un cierto porcentaje de votos del presidente Trump y entregarlos al presidente Biden”. Frases alucinantes y a la vez aterradoras por la temeridad de lanzarlas sin ningún tipo de sustento.

La verdad es que el equipo de pinochos no ha mostrado una sola prueba. Hasta ahora todas sus hipótesis son elucubraciones y fábulas urbanas. Las juntas electorales, incluyendo las que están en manos de Republicanos, certificaron ya los resultados de la elección en los estados con los números más ajustados como Michigan, Pennsylvania, Georgia, Arizona y Nevada. Todas las instancias judiciales han fallado en su contra. Los jueces federales y de la Corte Suprema han desechado todas las querellas presentadas por Giuliani y su banda de chiflados.

Pero nada detiene a estos personajes disociados inoculados con la virulenta cepa de irascibilidad que les contagió su jefe Trump. Hay negación total en la mente de estos desquiciados políticos, cuyo nefasto propósito ya trascendió la elección presidencial. Ahora persiguen, como malos perdedores, generar el máximo de zozobra para afectar la gobernabilidad del entrante gobierno del Demócrata Joe Biden. Pues así es Trump, ratificando su metabolismo y su esencia destructiva y colérica.

La realidad va por otro camino. El triunfo quedó sellado para Biden al obtener 306 votos del Colegio Electoral. Votaron por él más de 79 millones de ciudadanos, 6 millones más que el desbancado Trump. La votación recibida por Biden es un nuevo récord en la historia electoral de Estados Unidos. Pero alerta. Estos votos no llegaron motivados por el escasísimo carisma de Biden, parecen más bien votos de represalia en contra de las retorcidas políticas de Trump. El voto castigo funcionó para salvar a la humanidad de sus desvaríos. Un grito contundente para mandar definitivamente al aciago personaje bien lejos de la Casa Blanca. Los Demócratas también mantienen el control absoluto de la Cámara de Representantes y aún faltan por definir los dos últimos puestos en el Senado, provenientes de Georgia, cuya elección se realizará en enero 2.021.

Resumiendo. Trump es un mal perdedor. El hazmerreír de todo el planeta. Nadie de su equipo se atreve a contradecirlo, a revelarle que el rey está desnudo, que ha perdido en buena lid. Su equipo de abogados le sigue la corriente como al loco que nadie quiere contrariar. Goodbye Donald Trump.



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Richard Canán

Sociólogo.

 @richardcanan

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