La historia del imperialismo, es la historia de su ambición por posesionarse de las riquezas de los pueblos haciendo uso de las guerras de rapiña y muerte. Cuando la Revolución cubana llegó al territorio de la isla, contando con el favor del pueblo cubano, el imperialismo, no tardó en declararle la guerra a muerte. Poco tardó, Eisenhower, en decretar el embargo comercial y las sanciones contra Cuba en su intento de derrocar la nobel revolución, dirigida por Fidel Castro. Cientos de intentos de asesinatos del líder cubano fueron ejecutados por la CIA, todos fracasados. Frustrados, al sentir que lejos de haber mermado el apoyo del pueblo al liderazgo revolucionario, éste se había incrementado; Eisenhower, en marzo 1960, ordena a la CIA organizar una unidad paramilitar compuesta de exiliados cubanos con el claro propósito de derrocar militarmente a la Revolución cubana. Un año antes, 1959, ya comenzaron a mostrarse los factores de la oposición cubana que luego asumirían su rol de fuerzas paramilitares. La Legión de Acción Revolucionaria o Acción Católica Universitaria, movimientos de jóvenes universitarios católicos, provenientes de las clases medias y altas de la sociedad cubana de aquellos años, concentraron el interés de la CIA para el cumplimiento de la misión asignada. Crearon el Movimiento de Recuperación Revolucionaria (MRR), había que darle un nombre acorde al momento histórico de ebullición que vivía la isla. Los jóvenes captados para integrar el MRR, fueron llevados por la CIA a Estados Unidos para recibir entrenamiento militar. Inicialmente, planearon que la operación militar consistiría en una lucha de guerrillas, pero posteriormente una decisión política del gobierno de EEUU, la transformó en una sola brigada de combate, bautizada como Brigada 2506. El 17 de abril de 1961, la Brigada 2506, transportada por un carguero de la CIA, desembarca en Playa Girón y en Playa Larga. Esa fuerza militar paramilitar, fue utilizada por el imperialismo para agredir al pueblo cubano que, como un solo cuerpo llamado: Patria, les enfrentó y derrotó en el terreno de la confrontación bélica. Bahía de Cochinos, fue un desastre para los invasores. El 29 de diciembre de 1962, llegaron a EEUU los sobrevivientes de la Brigada 2506, donde fueron recibidos y homenajeados por el presidente Kennedy como héroes.
1984, llega la Revolución a Nicaragua de la mano de los Sandinistas. A partir de 1985, la Administración Reagan, decreta sanciones, embargo comercial y bloqueo financiero, imposibilitando el financiamiento externo a Nicaragua. La guerra económica, se expresó como hiperinflación y los precios se duplicaban cada 15 días. La guerra económica, no fue suficiente para derrocar a los Sandinistas y el presidente Reagan ordena a la CIA, crear fuerzas paramilitares para la agresión militar y nació la Contra. A través de la CIA, financió su entrenamiento y posterior funcionamiento, aparecieron en escena los Cárteles de Medellín (Pablo Escobar), Gonzalo Rodríguez Gacha y otros integrantes del Cártel de Guadalajara, con quienes se traficó cocaína a EEUU y con ese dinero garantizar el equipamiento (compra de armas) y demás acciones de la Contra nicaragüense. Para entonces, Álvaro Uribe, se iniciaba en las labores del narcotráfico de drogas como personal de apoyo a las actividades de Pablo Escobar desde la dirección de aeronáutica civil de Colombia. Un año antes, 1983, el diario El Tiempo, hizo pública la declaración del entonces ministro, Lara Bonilla, quien en un debate de la Cámara de Representantes denunció que: «gracias a la débil actuación de Uribe al frente de la Aerocivil, personas como Pablo Escobar, poseían tres hangares en el aeropuerto de Medellín y una flotilla de aviones para transportar exclusivamente droga». De aquella experiencia, se hizo visible la figura del narcotraficante y perverso criminal: Elliot Abrams, recordado -no tanto por sus turbias actividades al servicio del narcotráfico centroamericano como por su pervertido odio contra monjas y sacerdotes salvadoreños- asesinados con mucha saña y crueldad. Nicaragua, evidenció a que nivel de perversión es capaz de llegar el imperialismo para la obtención de su objetivo del cambio de régimen. Los principales capos de la droga de aquel entonces, se vieron envueltos juntos con altos funcionarios de la Administración Reagan, en el escándalo Irán-Contras de tráfico de armas y drogas para financiar a los paramilitares al servicio de los intereses de EEUU; quien conseguiría su objetivo, con la victoria electoral de la empresaria Violeta de Chamorro.
2011, la ambición imperial de Barack Obama, lo condujo a propiciar la reconfiguración del Oriente Medio para redefinirlo en función de los intereses de dominación de EEUU e Israel en la región. Primavera Árabe, le denominaron los medios occidentales a la estrategia imperialista de cambio de régimen. Las manifestaciones iniciales, tenían una motivación en el descontento contra las crisis económicas que sufrían entonces, unas economías altamente dependientes –en cuanto a su estabilidad- del dólar estadounidense, lo que permitía a EEUU, crear –artificialmente- dichas crisis con el fin de devaluar el valor de las monedas locales y generar descontentos en la población. Hacían su estreno, en escena, las redes sociales y Facebook despuntaba como la principal plataforma de difusión y organización de las revueltas juveniles y estudiantiles, que propiciaban el descontento contra los gobiernos no adeptos a seguir los dictámenes de EEUU, según un guión hábilmente creado y desarrollado por la CIA. La Primavera Árabe, condujo al derrocamiento del gobierno de Ben Ali en Túnez, Hosni Mubarak en Egipto y Gadafi en Libia. En Siria, el amplio apoyo popular con que contaba y todavía cuenta, el presidente Bashar al-Assad, obligó al imperialismo a emplearse a fondo y además de desestabilizar la economía siria, su moneda; al país, pronto se le aplicarían severas sanciones y embargo comercial-financiero, medidas todas que resistió el pueblo y gobierno sirio con heroicidad, lo que obligó a la Administración Obama a apretar su agresión. Obama, al igual que sus predecesores procedió a ordenar a la CIA, la creación de fuerzas paramilitares, surgidas de la propia oposición siria. La incompetencia de la oposición siria para enfrentar al gobierno Constitucional de Bashar y parar el crecimiento del apoyo popular, obligó a la Administración Obama a avanzar un paso más en su escalada de agresión y surgió una fuerza paramilitar supranacional que unificó a Occidente, ya no solo a EEUU sino a Arabia Saudita, Bahréin, Qatar, Turquía, Israel, Reino Unido, Alemania, Francia y España, valga decir: la OTAN, detrás de los cuales toda la pléyade de medios de comunicación y redes sociales, unificados en un solo componente paramilitar al cual denominaron con el pomposo nombre del Estado Islámico. El terror, se posicionó en la región y los medios occidentales, acompañaron los decapitamientos de secuestrados y detenidos por éstos. Las acciones del Estado Islámico, fueron convertidas por los medios occidentales en un reality show que dio mucho rating y un atractivo adicional para las juventudes de Europa y la derecha internacional. Siria, se llenó de ong´s internacionales financiadas por el Departamento de Estado de EEUU y Europa, que cumplieron el rol de las contratistas al servicio de la política imperialista en la región como HRW, Reporteros Sin Fronteras o los Cascos Blancos, cuya articulación con el Estado Islámico quedó más que evidenciada en los supuestos ataques químico a poblaciones. Fake news, que justificaron los bombardeos –a distancia- del gobierno de EEUU contra la población siria. La incorporación de la fuerza aeroespacial rusa, los Guardianes de la Revolución iraní y la milicia Hezbolá, en apoyo al Ejército árabe Sirio, cambiaron la correlación de fuerzas que amenazó, en algún momento, con favorecer al Estado Islámico y su intención de establecer un califato pro EEUU e Israel en Oriente Medio. Occidente, fue derrotado y, en la actualidad, nuevas fuerzas emergentes en Palestina, Irán, Irak, Yemen y Siria, luchan ahora por restablecer la soberanía de los pueblos árabes sobre su territorio y desterrar al imperialismo, y su dominación sustentada en el terror y el exterminio de los pueblos árabes.
2020: Obama, en su intento de «torcerle el brazo» a Venezuela y someterla a sus dictámenes, después de la muerte física del Comandante-Presidente Hugo Chávez Frías, arremete contra la nueva gestión que no logra vencer –democráticamente- en aquellas elecciones de 2013. La violencia, desatada por las fuerzas opositoras, es respondida con llamados al diálogo de parte del nuevo presidente, Nicolás Maduro. Las actividades desestabilizadoras de la Administración Obama, se iniciaron con el formato tradicional de ataques a la economía y moneda nacional. La inflación, se posicionó en la realidad de los venezolanos y venezolanas, mientras Obama lograba posicionar a EEUU como gran productor del petróleo de esquistos y así definir su precio internacional de acuerdo a sus intereses de dominación global. Con ello, Obama, no solo golpeaba a Venezuela, sino también a Rusia e Irán y más allá doblegaba a la OPEP. En 2015, Obama, agrede a Venezuela al declararla como una «amenaza inusual y extraordinaria para su seguridad interna». Las sanciones contra funcionarios y funcionarias del gobierno bolivariano se intensifican. Con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, las sanciones y la agresión imperialista contra Venezuela, adquieren un nivel de perversidad sin precedentes. El bloqueo financiero-comercial y robo de activos de la nación, se convierten en una realidad que busca el objetivo del cambio de régimen de manera impulsiva y violenta, y a la vez sacarle provecho económico a la agresión. La amenaza de invasión militar, se convierte en el pan nuestro de cada día. El criminal de guerra, William Brownfield, ex embajador de EEUU en Venezuela, lo anunciaba en términos tan siniestros y perversos como sigue: «La mejor solución, sería acelerar el colapso aunque produzca un período de sufrimiento mayor por meses o quizás años». Lo real era que tal objetivo no se concretaba y el desespero de la Administración Trump en ver resultados, antes de las presidenciales de noviembre 2020, no se manifestaba y lo que sí parecía una realidad –verificable- era el crecimiento del apoyo popular a la Revolución Bolivariana en los tres procesos electorales constitucionales convocados en tan solo un año y a los cuales se negaba a participar la facción terrorista de la oposición posicionada en la Asamblea Nacional, más interesada en el saqueo de los recursos de la nación en el exterior que de elecciones. Esa debilidad, fue valorada por Trump, quien ordena a la CIA crear una fuerza paramilitar para arremeter por la fuerza contra Venezuela. Surgió entonces, la Operación Gedeón, planificada en la propia Casa Blanca tras una visita del agente Juan Guaidó a EEUU y su encuentro con un narco mercenario de la máxima confianza de Donald Trump: Jordan Goudreau y su empresa de seguridad: Silvercorp.
Una invasión silenciosa paramilitar por el Caribe venezolano, 03 de mayo 2020, que intentaría desembarcar en Macuto un grupo de mercenarios, en su mayoría militares desertores venezolanos, cuyo entrenamiento y formación, la CIA, la había asignado a una contratista de seguridad, muy cercana al vicepresidente Mike Pence. Fracasado ese intento de invasión, se destapó toda una pléyade de verdades que involucraban como participantes en Gedeón a la DEA, la inteligencia colombiana (DNI), unidas con factores del narcotráfico colombiano como el Cártel de La Guajira y demás grupos paramilitares como «Los Pachenca», que opera en la Sierra Nevada, Riohacha, La Guajira y Costa Norte de Colombia, que apoyaron con el suministro de armas a los mercenarios que actuarían en la ejecución de la invasión paramilitar, el gobierno de Iván Duque, medios de comunicación y redes sociales. En Venezuela, las banda de Juan Guaido (Los Rastrojos y Voluntad Popular) y contratistas privados muy cercanos al círculo de seguridad de Donald Trump, la DEA y bandas criminales radicadas en algunos barrios de la ciudad capital (Cota 905). Sobre el mar Caribe, un comando israelí se quedó en espera de la orden para desembarcar y prestar apoyo a la avanzada paramilitar en los buques de la IV Flota, bajo la dirección del Almirante Craig Faller, jefe del Comando Sur de EEUU. Una alianza entre delincuentes, funcionarios del gobierno colombiano, paramilitares y narcotraficantes, tan solo comparable a la establecida por Elliot Abrams, en aquellos años 80 para derrocar la Revolución Sandinista. Ese primer intento, fracasó al ser repelido –exitosamente- por la FANB y unidades policiales de la PNB y las FAES, que desde entonces se convertirían en el centro de todos los ataques de la mediática occidental y sus ong´s. En esa primera incursión imperialista, dos ex boinas verdes fueron hechos prisioneros. El máximo tribunal de la República, juzgó y sentenció a prisión a los 67 mercenarios detenidos, y el Tribunal Supremo de Justicia concluyó, en senda Sentencia para la nueva historia que está escribiendo el pueblo bolivariano de su puño, letra y sangre patriótica, que: «los ciudadanos supra identificados forman parte de un grupo de delincuencia organizada que se asociaron con la finalidad de realizar actos terroristas, atentando contra el orden democrático de la Nación, así como para la promoción de acciones tendentes a lograr la desestabilización y destrucción de las estructuras políticas fundamentales del país…» La agresión imperialista, no finalizaría allí. Gedeón y Covid-19, marcaron sí, la derrota y finalización de la Administración Trump por la vía electoral, en noviembre 2020… ¡Quien se mete con Venezuela, se pudre! Esta historia continuará…