Ahora resulta que el “diablo”, quiere venir a algunos países de América Latina convertido en misionero a querer comprar con migajas la conciencia de los gobernantes y de los pueblos.

De algunos gobernantes, es posible, de los pueblos jamás.-

A estas alturas del partido cuando la Revolución Bolivariana se ha dado a conocer a nivel hemisférico y en los lugares más remotos del planeta existen núcleos de apoyo, y en las universidades del mundo, se estudia el fenómeno Chávez como una nueva forma de socialismo, sui generis, que de manera directa se ocupa de llevar al colectivo la solución a sus más ingentes problemas, que en América Latina, sobre todo, la semilla crece y se fortalece y en países como Ecuador y Bolivia ha dado frutos y ahora tenemos dos presidentes en esas sociedades que comulgan de frente con las ideas expresadas por nuestro líder, ahora que en Brasil, Argentina, Uruguay, hay gobiernos de corte socialista que han establecido fuertes lazos de amistad y solidaridad con Venezuela, estoy seguro le va a quedar muy cuesta arriba revertir el sentimiento que ya está arraigado, más que en los gobernantes, en el corazón de los pueblos y eso es tan sólido que va a resistir todos los embates del imperio que en persona se viene a querer arar en el mar..

Ahora resulta que la pretensión que trae el genocida más grande y terrible que ha conocido la humanidad, es sembrar en los países de Amèrica a los que va a visitar, una burda copia de la misiones, ofertando dádivas como la creación en Panamá de una Universidad al estilo de la Universidad Latinoamericana que con éxito funciona aquí y en Cuba, viene y que con una misión salud, con un barco ambulante copiando malamente las misión barrio adentro y milagro, una misión vivienda con un montón de dólares en préstamos para tal fin, becas y etc, etc.-

Qué iluso es a veces el diablo, que no alcanza en su desespero a ver que la popularidad de un presidente como Chávez, de un país considerado desde tiempos inmemoriales por el imperio como su patio trasero, se levanta ante el mundo como el adalid de la libertad, del amor y de la integración, mientras que él como cabeza visible del país más poderoso del mundo, es sólo identificado como el adalid de la guerra, de la muerte y de la destrucción.

Qué iluso es este aborto de la naturaleza que no alcanza a prever que todo lo que haga en nuestra América se va a estrellar con la conciencia de un pueblo que ya ni por asomo es el mismo que se puede comprar con programitas como “Alianza para el Progreso” de los años 60, que por cierto fracasó, con un pueblo que no vende esa conciencia porque ha aprendido, por la gracia de la globalización de las comunicaciones donde está la verdad, que ve, lee y oye sobre las andanzas de este destructor de la humanidad que ahora pretende venir a querernos engañar con su sonrisa de chimpancé.

Es tan iluso este esperpento, que ha usado el poder para imponer por la fuerza sus apetencias imperiales, que no alcanza a ver como su mismo pueblo le rechaza en casi un 70 por ciento.-

Es tan iluso este demonio que no alcanza a interpretar a un pueblo que hace poco le ha quitado el respaldo en el Congreso y Senado, dándole mayoría a la oposición del partido Demócrata.-

Pero, bueno, dicen que el demonio a veces se transforma hasta en hermanita de la caridad, para tratar de lograr sus fines, pienso que ahora lo está haciendo, pero lo que si no puede ocultar esta maldición ambulante que como un castigo amenaza la humanidad y el planeta, es el olor a azufre y el rechazo enorme que su sola presencia despierta en todos los pueblos que repudian por ofensivo el hecho de que se atreva a pisar la sagrada tierra de Latino América.-

Cuando regrese este demonio a su averno, al revisar su alforja, se va a tener que dar cuenta que volvió con ella vacía de amor, de logros, de cariño y que por el contrario lo que va a encontrar en ella es repudio, recriminación por sus crímenes, la rabia de un pueblo ante tanta sangre derramada en el mundo, ante tantas amenazas de invasión a países que son libres, autónomos e independientes y rechazo a sus pretensiones de quererse erigirse en el policía del mundo para disponer de la voluntad de los pueblos que en lo que va de siglo han demostrado no estar dispuestos a calarse la bota imperial.