Maduro amenazó a Trump con paralizar la repatriación de venezolanos deportados, en respuesta a la suspensión de la licencia que favorece a Chevron, y Trump los envió a las cárceles de El Salvador como delincuentes comunes, miembros del fantástico Tren de Aragua. Así paga el diablo a los bocones acobardados.
Maduro quiere jugar en las grandes ligas siendo un "caimanero". No se puede amenazar a un malandro como Trump sin que éste te muestre rápido que no estás en su liga. La reacción de Maduro fue en extremo innoble al usar seres humanos para negociar petróleo, y Trump responde "si a tí no te interesan tus connacionales a mi menos me importan"
No pasaron días para que Jorge Rodríguez rectificara el disparate político de Maduro prometiendo traer y recibir a los deportados, se dieron cuenta que eran seres humanos (porque, por más delincuentes que sean, para bien y para mal fueron hechos aquí). Muy mala cosa, tener líderes tan volubles y tan bocones, que no piensan nunca lo que dicen, convencidos que su credibilidad política es infalible. Mentir de forma reiterada es señal de un carácter inestable, inconstante, en la política eso no inspira confianza. Lo que nos hace pensar en, por qué la gente en la calle es totalmente indiferente a lo que acontece en Venezuela, a las elecciones, a los candidatos, y a lo que pasa con los migrantes,...(a excepción de sus familiares).
Nadie piensa en las contradicciones y mentiras o disimulos acumulados por maduro y el madurismo, los escribidores y escritores, los analistas se centran en las amenazas de Trump, en redundar sobre lo que ya casi todos sabemos, que en la mayoría de los casos no lo conecta la gente con la lógica del gobierno madurista, exculpando su inconsistencia política; la lógica absurda de jugar con tiburones en aguas capitalistas, justificando esa precariedad política por el tamaño de la maldad y la maluquesa de Trump y sus aliados de Israel y Europa. Perdidos en las maldades obvias del capitalismo gringo no pueden ver la megalomanía y petulancia madurista, ni hablar de la mediocridad en el gobierno y del desprecio por el bienestar o el destino ajenos.
La diferencia entre el madurismo y los mariacorinos está en que el madurismo es de linaje corto, son aspirantes a ser ricos y nuevos ricos, la "burguesía revolucionaria" de Castro Soteldo. Mientras María Corina, Leopoldo Lopez, Capriles, inclusive los adecos y copeyanos colados en esa derecha, son de linaje más largo, tienen intereses de clase que defender. Maduro y los suyos solo alcanzan a pelear por sus asuntos personales, puesto que no pueden sostener un discurso político coherente, prometiendo en el tiempo y solo en el discurso, justicia social, y en la acción asociándose con el capitalismo. El desarraigo de clase los hace desconfiables, son políticos de corto aliento por ser desclasados, volubles, ubicuos, una veces los verás aquí, otras allá, y más tarde en el centro; su carácter es el desprecio por lo que alguna vez fueron, el olor a pobreza, la vergüenza por su pasado. Y eso Trump lo sabe.
Trump sabe que está tratando con gente que se avergüenza fácilmente de su pasado político y de la pobreza, por eso los humilla. A Chávez lo tuvieron que matar, pero con el madurismo juega como con un yoyo. Por ejemplo, ya Maduro anunció una "apertura petrolera" total; que no nos extrañe que vuelva Exxon a Venezuela, o que nombren ministro a Oswaldo Cisneros, creyendo que así pueden enfrentar a Trump con alguien de su talla. Cuando no se tienen ideas políticas y un objetivo político estratégico, cuando no se tienen convicciones éticas que normen la conducta, todo es posible, la desesperación suele ser creativa.
¡VAMOS EN CONTRA DE LA EMBOSCADA DE LA "MM"!, ¡Y QUE VENGA Chávez!