¿Y si así fuera?

Los imperialistas pasaron meses ruleteando “clandestinamente” a secuestrados de su lucha “antiterrorista” por los aeropuertos de Europa del Este y del Oeste, entre diferentes centros de tortura instalados también “clandestinamente” en diferentes países del viejo continente. Cuando al fin se produjo un tímido reclamo de algún desconocido diputado, la respuesta fue contundente: “lo hicimos y punto”. No estamos hablando de maletas de billetes, ni siquiera de armas, eran nada menos que seres humanos.

Innumerables han sido los casos en la historia reciente y antigua de la sociedad humana de participación e intervención de países en las cosas de vecinos, amigos o enemigos. Cuánto billete, armas, equipos y tropas no han desparramado por el mundo los imperialistas a lo largo de la historia, especialmente en el continente americano, en su lucha permanente y sistemática contra la liberación de los pueblos. En otras latitudes, recordemos el criminal bombardeo de Guernica aportado a su hermano fascista Francisco Franco por la aviación nazi contra el luminoso sueño de la República Española. Tan solo por recordar alguno.

Abundan también en la historia hechos en los que el norte ha sido el apoyo a las luchas por la liberación de los pueblos. Es probable que a Haití lo que todavía le estén cobrando no sea tanto el haber sido un país de negros, el primero en independizarse en nuestro continente, sino el haber dado un aporte tan decisivo a la liberación de los pueblos suramericanos. Otro ejemplo, la resteada solidaridad de la Unión Soviética con la revolución cubana, o con Viet Nam Heroico, con Corea o los pueblos de África insurgente. Inobjetable o más bien admirable solidaridad, desde nuestro punto de vista.

Como humildes ciudadanos y modestos revolucionarios que somos, por supuesto que asumimos y acatamos la posición de nuestro gobierno. Si el gobierno de Venezuela dice que nadie mandó ese dinero que nos pretenden sembrar, así es, no hay discusión. Cómo puede tomarse en serio una justicia cabrona como la norteamericana, que por un lado protege a un criminal como Posada Carriles y por el otro viola los más elementales derechos humanos de cinco jóvenes cubanos cuyo delito fue haber penetrado para investigar las organizaciones terroristas contra su país.

Pero si fuera un aporte más al desarrollo de un proyecto que con las distancias ideológicas, forma parte de este camino de integración liberadora que vivimos los pueblos de América, pues tendríamos que aplaudirlo y exclamaríamos orgullosos: “ojala no haya sido la primera ni la última maleta.” Porque Cristina Fernández es una compañera de los nuevos tiempos de Nuestramerica en esta etapa del camino.

La solidaridad entre los pueblos como diría el Ché Guevara es una necesidad y una obligación, es revolucionaria, es bolivariana. De manera que si así fuera tendríamos que estar más orgullosos, pues esta sería una nueva muestra de que la vaina va en serio y lo más importante, tenemos con qué.

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Edmundo Iribarren


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