Uribe, con su discurso desde Villavicencio, sus amenazas poco sutiles a los comisionados, como el expresidente argentino, su poca creíble y fundamentada hipótesis del niño hallado en Bogotá, no hizo otra cosa que, como borracho, patear la mesa por segunda vez.
Se ha dicho ya por los medios internacionales, que en la mañana de hoy, último día del año, el mandatario colombiano tuvo una larga conversación con su manager, George Bush. Por supuesto, no se necesita hacer mucha indagación ni exprimirse el cerebro para saber, que de allí salió la decisión, “hay que parar esa vaina, porque si no nos envainamos”.
Lo que a uno le asombra de todo esto no es el cinismo y la capacidad de Uribe de mentir y fingir sino de su debilidad mental para presentar sus excusas y sin razones.
Asegura que en el área donde podrìa hacerse la entrega no ha habido combate, como según él, afirma la FARC. Y el simplismo es grande, no sólo por aquello de cómo sabe cuál es ese sitio, sino que no es necesario que allí se esté combatiendo. Basta con la presencia militar en toda la zona, que el mismo define como probable de manera general, para que eso impida a los guerrilleros culminar su tarea y asegurar su retirada.
Y es un simplista, porque cualquiera, con dos dedos de frente, como decimos en lenguaje coloquial, sabe bien que el gobernante colombiano no está interesado que la operación rescate u “Operación Emmanuel”, sea exitosa.
Las consecuencias posteriores de este acontecimiento que, con fe esperamos que se ejecute limpiamente por encima de la oposición de Uribe, la oligarquía colombiana, los guerreristas militares de ese paìs y el gobierno de Bush, contrariarán los propósitos de todos ellos. Porque abriría la posibilidad de continuar con el intercambio y destruiría los portones, detrás de los cuales se atrincheran los perros de la guerra, de dentro y fuera del hermano paìs.
El pueblo colombiano, con la ejecución de la operación rescate, se ganaría en gran medida para la idea de la paz y hasta para impulsar cambios importantes en una patria cuyas riquezas están fuertemente controladas o monopolizadas por una pequeña èlite. En donde el gobierno Bush ha instalado, valiéndose del subterfugio de la lucha contra el narcotráfico, un enorme operativo militar para controlar al resto del continente.
Por eso, son sosas las razones de Uribe. Y la hipótesis relacionada con el niño, que como tal está sujeta a comprobación, es de una crueldad espantosa, propia de los laboratorios de la gentuza que está, como una espada de Damocles o de Bush, pendida sobre la dependiente cabeza del presidente colombiano. ¿Por qué no hizo la prueba de ADN a las personas que el mismo mencionó que se presentan como familiares del niño? Por lo menos ya tuviese un resultado concreto en sus manos. Hubiese sabido ya si esas personas son o n o familiares del niño. Pero no se le ocurrió hacerlo. Sólo para justificar su discurso y respaldar su posición de sabotear las gestiones.
Pero para ganar tiempo, lo que se le ocurre es pedirle al presidente Chàvez, como si de este dependiese esa decisión, que los familiares del niño Emmanuel, quienes ahora estàn en Venezuela, se hagan la prueba.
Fue tan simplista, que teniendo allá bajo control policial y de otros organismos colombianos, a quienes dicen ser familiares del niño, dijo que no tenía con quien contrastar la prueba de ADN que a éste se le hiciese.
Ademàs ¿còmo es posible que todo un presidente, en estas serias y trascendentes circunstancias, apele a lo que el mimso llamò una simple hipótesis para sabotear las gestiones?
Por último, Uribe y sus autoridades militares, a quienes no se les puede creer mucho por distintas razones, dicen que en la zona no hay operaciones militares, cuando en las agencias noticiosas internacionales, dìas atrás se informó que a lo largo de la zona norte de Colombia, es decir en la dirección de la frontera con Venezuela, aquellas se habían intensificado.
Uribe, los Santos y el resto de la oligarquía colombiana y sus sostenedores externos, no estàn interesados en la paz, porque eso implica cambios en la sociedad y la estructura económica colombiana. Por eso, pateó por segunda vez la mesa. La primera fue cuando de manera cínica y descarada, sin consideración alguna, sacó de las negociaciones al presidente venezolano y volverá a hacer lo que fuere para lograr sus macabros propósitos. Uribe es un pobre preso y decadente agente de una èlite guerrera e insaciables acumuladores de riqueza y multiplicadores de pobreza, por eso seguirá haciendo el triste papel que hasta ahora ha hecho.
Llegó al cinismo de amenazar a los representantes internacionales y hasta a la gente de la Cruz Roja, diciendo que su gobierno, no les garantizaba la seguridad, si acudían al sitio donde debían recoger a los rehenes.
Y es simplista su argumentación porque dejó clara la evidencia que no estaban dispuestos a darle posibilidades a los guerrilleros para que después de cumplir su cometido se pudiesen retirar sin ser acosados y hasta bombardeados por el ejército colombiano y las fuerzas gringas. Todo porque, aparte que no es su deseo actuar con hidalguía, Uribe no controla los mecanismos militares que en el paìs que cree gobernar operan.
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