Pedro, un amigo periodista me dice: “Yo creo que lo de Colombia no va pasar de allí, es la guerra del micrófono”. Yo le dije puede ser, le doy el beneficio de la duda, pero de que antes había estado tan tensa y caliente la frontera colombiana por todos lados, de manera simultanea es nuevo.
Lo que si está claro es que
Uribe juega con fuego amparado en el respaldo del poderío militar estadounidense,
de sus aventuras planificadas y esta vez con armas sucias, rastreras,
utilizando personajes oscuros y siniestros como voceros, para no aparecer
él como actor principal sino de reparto, me refiero primero a Uribe
y luego a Bush
Hace poco el diario el Tiempo
destacó un reportaje sobre el uso de serpientes venenosas para hostigar
prisioneros, torturados para luego ser exterminados por paramilitares
colombianos y que estas muertes no aparecieran como masacres por lo
que serían denunciados y descalificados en el opinión pública.
Esa práctica aunque, con un
método más perverso, es la que está utilizando Uribe, y que le dio
justificación a la descalificación de los militares colombianos en
el espectro internacional por los usos de masacres contra el pueblo
colombiano que hoy han heredado los llamados paramilitares, sólo que
ya es muy evidente.
El gobierno Colombiano ahora
necesita posicionarse como víctima y necesitará unas cuantas serpientes
venenosas para hacer creer al mundo, a través de los sunamís mediáticos,
que lo que se trata es de la paz y que “los que quieren la guerra
son los que apoyan a la FARC y los que mueven sus tropas hacia nuestras
inocentes fronteras”.
Contradictoriamente las órdenes
de Washington es atacar y seguir atacando el proceso de paz y acuerdo
humanitario porque ha debilitado la torpe gestión de Uribe en el cumplimiento
de las órdenes emanadas desde las mesas de análisis que hoy asesoran
a su gobierno y especialmente al Ministerio de Defensa Colombiano, ubicados
en las bases norteamericanas destacadas en territorio colombiano.
Los llamados contratados, que
para nuestro español, son mercenarios, serán quienes le darán los
resultados de los análisis que anuncio el jefe de la policía colombiana
y quienes tienen montado juegos de guerra en ordenadores pagados por
el Plan Colombia financiados como sabemos por el Gobierno de EEUU.
Una de las estrategias de ese
juego de guerra es la provocación y en ella no debemos caer sin desproteger
nuestra soberanía, la otra es la constancia y persistencia de la guerra
de baja intensidad con mentiras y patrañas rastreras a través de los
medios, dirigidas a confundir y tergiversar inteligentemente los
pueblos del mundo. Es decir están preparando el terreno para una acción
más contundente.
Ustedes pueden imaginarse a
esos “contratados” practicando el videojuego de la guerra
en la región, cualquier cosa puede resultarles, cualquier aventura
o locura que los ponga en la línea de las estrategias del Pentágono,
cualquier cosa. El camino esta trazado, solo les falta esperar, pero
vienen por el objetivo, neutralizar a Venezuela, Ecuador y Bolivia y
sus gobiernos revolucionarios y paralizar el proceso de emancipación
regional.
Por ello, amigo Pedro,
decir que la crisis no pasará de allí es una ingenuidad, porque aquí
lo que se está jugando es el destino de los recursos petroleros de
Venezuela y Ecuador y el aseguramiento de los recursos de una región
para suplir el mercado norteamericano en los próximos cien años. Es
decir la sobrevivencia del imperio.
Se trata de un Plan, con objetivos
claros y definidos, yo también quisiera pensar que se trata de una
crisis coyuntural, pero me temo que no es así y que lo que se quiere
en el futuro inmediato es generar un conflicto armado para justificar
el llamado del Consejo de Seguridad de la ONU y luego anunciar una intervención
multilateral donde por supuesto los gringos tendrán el papel protagónico
para recomponer la región y lanzar el grito de ¡alboroto! El más
fuerte se queda con todo.
Pareciera un juego de niños,
y es un juego, pero de guerra y de las más sucias.
Aldemaro Barrios Romero
venezuelared@gmail.com