Como en las mejores zagas de suspenso se pretende que se asuma la historia de la computadora del líder de las Farc, vilmente asesinado por la dupla Bush-Uribe en el ataque al territorio ecuatoriano. No sólo es la historia del equipo informático que no sufrió ningún desperfecto después del bombardeo que arrasó varios kilómetros.
Es también la "gran cantidad de información que ella encierra en su disco duro" y que –¡oh, sorpresa!– vincula a una serie de figuras públicas del continente con la guerrilla.
En el último capítulo de esta serie se anuncia para esta semana que se dará a conocer el informe definitivo sobre los documentos que alberga la tal computadora, certificado nada más y nada menos que por la Interpol. ¡Ay, qué miedo! Como si estuviéramos en la época de la Guerra Fría, cuando el imperio acusaba de comunista a todo aquello que se le opusiera; ya sabemos lo que dirá el informe: imputaciones de amparo y financiamiento a la guerrilla colombiana, hoy señalada como terrorista por Estados Unidos.
En eso de urdir tramas de distinto calibre contra los países que se rebelan a su dominio, dicho gobierno tiene varios PhD. Su objetivo favorito en América Latina ha sido Cuba. En otros continentes ha habido víctimas de la obsesión gringa por controlarlo todo. En la última década, en la mira ha estado el Presidente venezolano. Se han sumado a esta fijación los presidentes, díscolos también, Evo Morales, Rafael Correa y Daniel Ortega.
Con toda la prosopopeya del caso, científicos e informáticos, contratados ya sabemos por quién, están devanándose los sesos para preparar el informe que darán a conocer al mundo y demostrará que Raúl Reyes era no sólo alto pana del presidente Chávez, sino que "recibía jugosas sumas de dinero y protección permanente" (?). Así mismo, el cerebro de la computadora develará la verdad sobre la complicidad del presidente Correa hacia Reyes y otros comandantes de las Farc.
A esto se agregará que el Presidente de Bolivia se ha sumado al "eje del mal para desestabilizar al continente", conjuntamente con las Farc y otros líderes de la izquierda comunista latinoamericana. Este "coctel", en la visión gringa, debe pararse. De allí el llamado a la Interpol. ¡Nos podrían contar una de vaqueros, por favor!
Periodista/Prof. universitaria