No se chorree compatriota, puede suceder y acuérdese del barrio “El Chorrillo”

Una mancha gris, metálica, siniestra y oscura recorre el Caribe, es una máquina de guerra dispuesta a atacar cualquier objetivo que le señale el pentágono. La IV Flota de los magnánimos Estados Unidos atraca en cada puerto de los países que se lo permiten. Andan con una maleta llena de dólares reclutando “patriotas” dispuestos a venderse. El objetivo, rendir la tierra de Bolívar, ponerla de rodillas como ejemplo a no seguir y saquear su gas y su Petróleo, es decir, limpiar su patrio trasero de gobiernos “indeseables” y “terroristas”. Habla el imperio y los demás obedecen, el que no obedezca…¡ a destruirlo!... Fidel da la alarma cuando señala y da a entender que no es una flota fantasma. Nos dice que en la ceremonia inaugural de la cumbre América Latina y Caribe-Unión Europea celebrada en Perú el pasado 15 de mayo: “La IV Flota no se menciona, por supuesto, en los discursos que se televisaron de aquella reunión, como fuerza intervencionista y amenazante. Uno de los países latinoamericanos allí representados acaba de realizar maniobras combinadas con un portaviones de Estados Unidos del tipo Nimitz, dotado con todo tipo de armas de exterminio en masa”. Algunos incrédulos, entre esos, varios compatriotas revolucionarios opinan que el enfrentamiento entre Chávez y Bush es una guerra de micrófonos. “Nada pasará, hermano, es pura cháchara”, pero los antecedentes de estos gringos del norte es de pronostico avisado. ¿No y que en Irak habían armas de destrucción masiva?, vaya excusa para destruir un país en nombre de la libertad y la democracia estilo Norteamérica. Los ciudadanos de ese país, los que que han sobrevivido, declaran a cada momento que con el “dictador terrorista” Iraquí Saddam Hussein había más libertad, más agua y electricidad, más alimentos (a pesar del bloqueo). Sherezade tardó tres años -y tres hijos- en contar los mil y un cuentos al rey Shariyar para salvar su vida. Nunca se imaginó que el cuento de Bush, Powell y Cheney; traería tantos muertos y tantas historias de terror y crueldad para destruir la antigua región de Mesopotamia (la cuna de Sumeria, la civilización más antigua del mundo, Mesopotamia significa "entre ríos" en griego.) Hoy el país del Éufrates y el Tigris se muestra desolado y destruido. Una semana antes de la invasión, apostábamos a la derrota de la guerra. Era imposible que se atrevieran a atacar un país tan lejos y con una cultura milenaria tan rica en aportes a la humanidad. No solo la invadieron, saquearon y se robaron su petróleo, tesoros, reliquias, iconos, libros antiguos y sus obras de arte. ¿Qué estoy exagerando y paso por fantasioso y alarmista? Veamos otra hazaña del Imperio. La invasión a Panamá. Jamás pensaron los habitantes del barrio más populoso de Panamá; “El Chorrillo” que en una madrugada, más de 6000 de sus habitantes caerían asesinados y 20.000 familias perderían su bienes. Veamos parte de esta historia: “ Se conoce como Invasión de Panamá al operativo militar realizado por el ejército de los Estados Unidos de América el 20 de diciembre de 1989 con el propósito de capturar al General Manuel Antonio Noriega, Comandante en Jefe de las Fuerzas de Defensa de la República de Panamá, quien era requerido por la justicia estadounidense acusado del delito de narcotráfico. El operativo fue denominado Operation Just Cause (Operación Causa Justa) por el comando militar estadounidense. . El 20 de diciembre de 1989, el presidente de Estados Unidos George H. W. Bush autorizó la operación militar denominada Causa Justa”.

Allí, por cierto, participó en esta operación el diplomático de carrera y “justo asesino” (Operación Causa Justa), John Dimitri Negroponte, agente de la CIA, quien admitió que el máximo objetivo de la siniestra organización de inteligencia era mantener fuerzas estadounidenses en un puesto de observación y control sobre el canal debido a que el gobierno de Noriega suponía un peligro para todas las operaciones del canal. No nos durmamos, pongamos en alerta el ojo que vigila, el fusil presto y la observancia continua de nuestro comandante. De las palabras al hecho, apenas hay un trecho.

Antojofel@hotmail.com


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Antonio Fernández Lunardi


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