El término "terror" es, en el campo internacional, difícil de definir. Para el Manual del Ejército de los EEUU, "es el empleo premeditado de la violencia para obtener objetivos políticos o religiosos a través de la intimidación". Para el Gobierno británico, "es violencia dirigida a influir gobiernos, con el fin de impulsar causas políticas o ideológicas".
La diferencia no es mucha.
Ambos definen "perfectamente" el "terrorismo de sus enemigos", sólo que no aplica a ellos.
Se lo achacan a los débiles, pero es en verdad "un arma de los poderosos". Estos, para nada, lo diferencian de la agresión.
En 1987, la ONU votó "el derecho a resistir" de los pueblos sometidos a régimen colonial.
EEUU e Israel sufragaron en contra. Para ellos, "resistencia legítima" es un acto de terrorismo. EEUU llegó al colmo de llamar "terrorista" a todo quien pretenda resistir sus agresiones. Es esto lo que se conoce como "terrorismo de Estado".
El poder "eficiente" hace que este terrorismo no sea información, no esté en los medios. ¿Conocen ustedes un reportaje británico sobre una silla de ruedas palestina aplastada que, con una bandera blanca, se halló junto a lo quedaba de una mano? ¿O de la ofensiva de Sharon a Yenin en 2002? ¿O del coche bomba de la CIA contra una mezquita de Beirut, donde murieron 80 niños? Eso no se publica. Sólo se publicitan "los actos terroristas de los enemigos". Por ejemplo, el reciente "informe de Interpol". El contenido de los ordenadores "que pertenecían a Raúl Reyes", sin explicar cómo se logró identificar tal propiedad.
La periodista debió utilizar comillas. En el acceso directo a las evidencias por la unida colombiana escribió: "Es algo que NO se debió hacer".
El informe fue difundido como propaganda de guerra. Antes, fue leído en El Tiempo, de Bogotá, y en El País, de España. Ecuador objetó el resguardo o cadena de custodia. El acto, en el escenario del crimen, "es obligatorio custodiarlo", porque cuando es irreproductible carece de validez. En casos como estos, donde además "son necesarios mil años de lectura", los hechos se parecen demasiado a lo que hemos intentado definir como "terrorismo de Estado".
Ex Fiscal General de la República