La primera vez que supe del misterioso mister yankee pity venezolano, fue cuando la bellísima Women Police, María del Luján Telpukch le preguntó con su sexto sentido femenino, ¿gordito y vos que llevás en la maleta?, y el respondió: “no tengo nada que responder yo soy un soldado”. Y confieso que en ese momento me dije; cojonudo el tipo y boludos los argentinos que dejaron ir a ese pájaro buchón, que hoy revolotea y canta tranquilamente por las playas de Miami.
El otrora del Ferrari rojo rojito y ahora delator, traidor y sapo del FBI, para nada asimiló “los consejos al militante” de aquel viejo y recio militante ruso Víctor Serge, quien en su obra “Lo que todo revolucionario debe saber sobre la represión” acertadamente señaló: “cuando la mente no quiere, ni la boca ni el culo hablan”. No, éste “soldado” no aguantó la primera amenaza, y a grito pidió cintas, micrófonos y cámaras; pero no de tortura, y ha cantado (sin esperar la consabida pregunta policial, ¿diga usted….), por ahora estas perlitas:
Que luego de que se le incautaran 800.000 dólares en Buenos Aires, al llegar en 2007 en un vuelo desde Caracas con supuestos fondos para la campaña de Cristina Kirchner, se reunió en un hotel de Buenos Aires con el vicepresidente de Pdvsa en Argentina, Diego Uzcátegui, quien le preguntó dónde estaban los otros 4,2 millones.
Que estuvo en una recepción que se le hizo por aquellos días al presidente Hugo Chávez, en la Casa Rosada, sede del Gobierno de Argentina, y que fue acompañado de Victoria Bereziuk, asistente de Uberti.
Que "El dinero había salido de Pdvsa, no era mío".
Así las cosas, uno tiene el derecho a preguntarse, hasta tanto no se demuestre lo contrario, ¿y las otras maletas?, la de las Notas Estructuradas, las del CAE, las que iban a llenar con el negocio frustrado que denunció Tascón. Además, ¿que ha pasado con todas las maletas, maletines, bolsos y busaquitas que según denuncias archivadas y en cuenta, se acumulan y engavetan en la Comisión de Contraloría, de la ciega, sorda y muda Asamblea Nacional?.
Estas son preguntas que sin presión alguna deberíamos responder; porque de lo contrario este pueblo va a terminar diciendo como el viejo tango de Enrique Santos Discépolo: “Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio, chorro, generoso, estafador. ¡Todo es igual, nada es mejor!”. Y cuando esto suceda ya no habrán discursos, ni promesas que nos permitan hacer el cambalache que muchas veces este pueblo ha hecho: Esperanzas y sueños por maletas de votos.
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