Si bien los Estados Unidos, a diferencia de lo que sucedió en otros países de la América latina, no hizo intervención armada directamente sobre Venezuela, ya desde 1902, cuando funge como intermediario para impedir la intervención europea, queda manifiesta su voluntad de reservar estos territorios para su dominio. Desde 1908 tanto las estabilidades de los gobiernos como su caída ha tenido de por medio los intereses norteamericanos. Los 27 años del Gomecismo no pueden ser explicados sino a partir de esta relación de dependencia en la que Gómez despóticamente gobernaba en el interior del país y blandamente entregaba nuestras riquezas naturales a los extranjeros. La caída de Medinas Angarita no puede ser entendida sin tomar en cuenta los efectos de la reforma petrolera de 1943, así mismo el golpe de 1948 contra Rómulo Gallegos se hizo frente a lo que se consideró debilidades de un gobierno de centro izquierda. La permanencia de Pérez Jiménez durante 10 años y su caída en 1958 tuvo también el peso de los intereses norteamericano, cuando éste dictador a finales de su periodo, tanto por algunas reformas legales como al no ceder a la exigencia de las trasnacionales a entregar mas concesiones, le fue quitado el apoyo imperial.
Luego desde los inicios de la democracia representativa, desde la “doctrina Betancourt” Venezuela se convierte en el principal aliado de la política exterior norteamericana y su enfrentamiento a la expansión de la revolución Cubana en América. No obstante los intentos por una política nacionalista como lo fueron algunas reformas en el ámbito energético y fundamentalmente la nacionalización del petróleo y del hierro en 1975, estos en realidad muy poco tocaron el peso de las trasnacionales que siguieron dominando nuestro comercio de los recursos naturales y se quitaron de encima los costos de producción. Venezuela fue unos de los primeros surtidores de petróleo no sólo para levantar la economía europea, sino con el petróleo con el cual se garantizó el triunfo de la primera y segunda guerra mundial. Desde entonces nuestra economía se ancló a la economía norteamericana, disfrutando nuestras elites de las limosnas de su auge y sufriendo la población todas las recesiones de la economía norteamericana.
A pesar de que aún hoy más de la mitad de nuestro comercio exterior se hace con los Estados Unidos y de que sus casas comerciales, industrias, capitales dominan sobre las principales redes productivas del país, no se puede negar que desde 1999 se le ha venido frenando sus dominios y sobre todo existe una política nacional de carácter de estado enfrentada a las inherencias extranjeras en nuestro país. Hasta la llegada de Chávez al poder la política exterior venezolana estaba centrada fundamentalmente en sus relaciones comerciales con los Estados Unidos y en alianza al papel jugado por este país sobre el resto del Continente. Venezuela a pesar de forman parte de los organismos de integración económica como la ALADI, Pacto Andino, Grupo de los TRES, estas eran relaciones netamente económicas y en realidad de muy poco peso, ya que mas de 70% de nuestro comercio exterior era con los Estados Unidos. Desde la campaña electoral y en los primeros años de gobierno del Presidente Chávez queda marcada su visión humanista, antiimperialista, el rescate de la soberanía y el nacionalismo, sin embargo por los menos hasta el 2003 su acción de gobierno estaba centrada fundamentalmente en los asuntos políticos
Demostrada la inherencia del gobierno norteamericano en los sucesos del 2002, el gobierno y mas concretamente el Presidente Chávez asume una política frontal frente al gobierno norteamericano al que no duda de calificar de enemigo, y a pesar de que las relaciones comerciales y fundamentalmente las petroleras se han mantenido estable no hay la menor duda que la posición del gobierno de Chávez, su liderazgo en la región Latinoamericana ha afectado los intereses y la política exterior norteamericana en la región. En ese contexto surge la realidad actual venezolana, pero también ese contexto ha sido modificado, perneado por las propuestas que desde Venezuela se hacen a favor del respeto a la soberanía, en defensa del estado nacional, las identidades culturales, de nuestra materias prima, y sea el caso mas elocuente la reivindicación de la OPEP, la necesaria integración entre los países del tercer mundo, ante un mundo con pretensiones hegemónicas y unipolar y una política exterior nada ecléctica, nada vacilante, frente al capitalismo, contra el imperialismo. Mas que el liderazgo del presidente de la república a nivel mundial es innegable el impacto de lo que esta sucediendo en Venezuela en el resto de los países y fundamentalmente de nuestros vecinos latinoamericanos.
Se quiera o no aceptar el proyecto político venezolano ha producido modificaciones hasta en la política exterior norteamericana, que ha visto disminuir su papel preponderante en la región, donde una década atrás parecía contar con puros aliados e incondicionales y donde Cuba era visto como excepción, como un fenómeno extraño. Hoy, en buen parte como consecuencia de las radicales medidas neoliberales, la situación social y política en América latina se ha revertido, en algunos casos en proyectos políticos claramente antagónicos como son el caso de Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, pero también en la mayoría de otros países, que aunque con moderación han puesto freno al neoliberalismo y a las pretensiones hegemónicas de los Estado Unidos. Hoy por el contrario son excepciones los gobiernos incondicionales a la política exterior Norteamérica y defensores del neoliberalismo y en países como México, Colombia y Perú la población ha marcado claramente su posición y son evidentes los vientos de cambio. Al decir de Heinz Dieterich: “El renacimiento de una praxis liberadora que avanza hacia la sociedad postcapitalista se manifiesta en múltiples rebeliones y movimientos populares que abarcan desde el Zapatismo en México, el Movimiento de los Sin Tierra (MST) en Brasil, la revolución bolivariana en Venezuela, el levantamiento indígena-popular-militar en Ecuador y el “argentinazo” del 20 de diciembre, hasta las protestas de Seattle y Génova.”1
Pero consideramos que la discusión sobre este proyecto socialista no sólo atañe a los venezolanos, es un debate mundial: continuamos con el sistema capitalista predominante, que ha demostrado históricamente que solo produce riqueza para unos pocos y más pobreza, explotación, racismo, exclusión para la mayoría. Ya no son solo las voces de los humanistas, los socialistas, grupos ecológicos sino connotados científicos, muchos de ellos miembros de las más prestigiosas instituciones científicas del mundo desarrollado, quienes han advertido que al ritmo de producción capitalista actual la vida sobre la tierra tienes los años contados. Ya no es la amenaza del Apocalipsis por un mundo inmoral. No, es la palabra de quienes siendo pagados para continuar el desarrollo del modelo imperante han tenido que reconocer que de seguir la carrera de consumo de recursos naturales y producción de contaminantes, muchas de las especies, entre eso la humana, tendrán dificultad para subsistir en las próximas décadas. Ya no se trata sólo de denunciar la explotación capitalista, de lo que se trata es de enfrentar la destrucción del mundo.
Romper con la dependencia económica no ha sido ni será tarea fácil pero creemos que aún mas difícil es la lucha contra el imperio político ideológico, contra la dependencia cultural cuya lucha comienza con comprender para luego desconstruir el pensamiento con el que lo hemos formado que nos hace reproductores del pensamiento del Norte y no nos permite percibirnos con nuestras propias perspectiva, sino bajo los ojos del amo.
prodriguezrojas@hotmail.com
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