1. Carmen Aristegui –me parece hasta hoy- la máxima entrevistadora del periodismo en México, entrevistó hoy a un especialista de la línea dura, Edgardo Buscaglia, que ha sido consultor de seguridad de la ONU y hoy trabaja para el gobierno militarista de Álvaro Uribe en Colombia. El especialista en combate contra el narco ridiculizó a todos aquellos que se han atrevido a pensar en una “negociación” con los jefes de la droga. La realidad es que, a pesar de que se le reconoce como especialista en la guerra contra esas bandas, no dijo nada nuevo: se dedicó a lisonjear al gobierno de Uribe –de paso a Calderón- por estar dispuestos acabar con todos los narcotraficantes aunque tengan que morir otros miles de inocentes. Dijo una verdad evidente: acabar con las cabezas visibles de los carteles de la droga no es importante porque éstos se recomponen y continúan con la misma vitalidad,
2. El señor Buscaglia, o como se llame, pareció hacer un llamado al gobierno de México a no ceder y a continuar con el modelo del Plan Colombia encabezado por el fascista Uribe, que persigue a los guerrilleros de la FARC –acusándolos de narcotraficantes y terroristas- con aviones y helicópteros arrasando la selva. Pero no satisfecho el dueto Uribe-Obama han instalado siete u ocho bases militares en Colombia para tratar de extirpar la lucha social colombiana y, al mismo tiempo, acabar con el gobierno antiimperialista de Hugo Chávez en Venezuela. Buscaglia apuntala al gobierno de Calderón y le da más fuerza y confianza para que siga retando –como el policía Eliot Nees, héroe de Bush- a los capos de la droga. Este tipo de inyecciones de fuerza vienen bien a un Calderón que se dedica a retar por todo.
3. No se si se deba negociar o no, si sería una medida obligada ante la incapacidad del gobierno y su ejército para derrotar al narco; pero sí me indigna que en tres años de guerra -que no se sabe si ésta sólo sirve al gobierno de los EEUU, para elevar más el precio de la droga o como cobertura de la incapacidad gubernamental- hayan sido muertas o asesinadas tantas miles de personas inocentes. Además, pienso que quienes se benefician de la extensión del comercio de la droga y de los miles de millones de pesos que salen de su distribución internacional además de enriquecer –obviamente- a los capos, también alcanza (y mucho) para gran repartición extensiva entre funcionarios del ejército, del gobierno, del empresariado y demás. Porque ellos (los capos) al repartir con amplitud aseguran que ninguna guerra pueda acabar con su fructífero negocio.
4. Calderón no negociará ni le conviene que el ejército regrese derrotado y avergonzado a sus cuarteles. Si acaso llegara a sustituirlos con alguna policía sería para situar a los soldados del ejército en otros lugares. Esa campaña contra el narco le ha servido muy bien como plataforma política, como cobertura justificativa de su gobierno y como una amenaza permanente contra cualquier movimiento social importante de oposición. La clase política –casi totalmente- ha apoyado a Calderón en el uso que hace del ejército para mantener el control del país y, aunque haya algunos rechazos éstos no parecen tener fuerza. El estado de ocupación del país seguirá extendiéndose durante los años 2010 y 2011 porque es la mejor garantía para que la clase empresarial y gubernamental siga manteniendo sus privilegios. Así que ni negociaciones ni retiro de tropas.
5. Sería muy interesante conocer el número de familias indígenas y campesinas que han vivido –como única salida ante la falta de tierras, créditos y mercado para un trabajo legal- del cultivo de la marihuana y la transportación de quien sabe que otro tipo de drogas. Al mismo tiempo sería importante conocer el número de trabajadores del campo que si no hacen ese trabajo se estarían muriendo de hambre junto a su familia. ¿Acaso el intenso cultivo de la yerba no está ligado al desempleo, a la falta de medios de trabajo, a la irresponsabilidad de los distintos gobiernos de tener absolutamente abandonado el campo? Como diría alguien: “el hambre siempre es mala consejera”, aunque yo diría que puede ser el incentivo para buscar ingresos vengan de donde vengan. ¿Acaso no esa misma hambre del que se valen los narcotraficantes la usan para comprar votos los políticos?
6. Si el ilegítimo Calderón no se hubiera colgado de la campaña contra el narcotráfico, si no hubiera ordenado la invasión del país con el ejército, si EEUU no lo aplaudiera y no lo apoyara con armas, dinero y asesorías yanquis, Calderón quizá ya estaría fuera del gobierno al acrecentar el desastre económico del país. La realidad es que el descontento de las poblaciones es cada vez mayor porque los problemas se han multiplicado, pero Calderón aún tiene confianza en que terminará su sexenio por el gran respaldo que ha logrado del ejército y del gobierno de Obama. Pero también Calderón “ganó perdiendo” las elecciones; cedió y logró una gran alianza con el PRI y ha acercado al PRD a sus programas de gobierno, sobre todo en el poder legislativo donde ha recibido los mayores apoyos a sus propuestas privatizadoras, fiscales y de impuestos.
7. Si el gobierno de Calderón siguiera el mismo camino colombiano pronto veríamos a los “cascos azules” o al mismo ejército gringo ocupando abiertamente lugares claves como las fronteras norte y sur de nuestro país, así como entidades de la República como Oaxaca, Guerrero y Chiapas que siempre han destacado en las luchas campesinas e indígenas. Pienso que la entrevista de Aristegui al asesor de seguridad, Buscaglia, por la radio, no demostró la solidez del especialista. Quizá se esperaba mejores reflexiones que permitan entender las perspectivas de la guerra contra el narco. La realidad es que sintiéndose “la autoridad máxima” en los conocimientos de la materia, me pareció que sólo trató de burlarse de otras posiciones, en particular, de aquellas que buscan una salida que sea menos violenta y que ahorre vida de decenas de miles de inocentes.
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