200 años de Revolución

Doscientos años que no son tres días diría Santiago Arconada, escritor merideño de pluma sencilla pero contundente. Y así, con sus soles y sus lunas han transcurrido setenta y tres mil días que suman los 200 años que hoy celebramos de aquel 19 de abril de 1810, cuando el viento de la libertad sopló en el rostro de los hijos de la patria para despertarlos del letargo de casi 318 años de dominio y saqueo por parte del imperio español.

Y cuando analizamos en retrospectiva, atravesamos raudos las líneas del tiempo de nuestra historia para encontrarnos con Simón Bolívar, José Félix Ribas, el padre Cortés de Madariaga, Francisco Salias y Juan Germán Roscio, quienes conversaban sobre la necesidad de iniciar ya la revolución de la independencia de la patria. Apenas escuché la conversación me detuve y mirando el rostro de cada uno les dije que venía del futuro, que venía de los 200 años, que era necesario iniciar ya el proceso revolucionario para romper las cadenas que nos mantenían atados desde hacía más de trescientos años. Con voz fuerte y segura les sugerí a todos los presentes que el momento había llegado. De inmediato, Francisco Salias, Bolívar y el padre Cortés de Madariaga se agarraron de las manos y lanzaron el grito de libertad.

Mi espíritu se llenó de alegría y coraje por dentro. Mientras la triada de líderes fue avanzando hacia la catedral, me quedé atrás conversando con José Félix Ribas y Juan Germán Roscio. Les hablé del futuro haciéndole ver que todo su esfuerzo no sería en vano y que a pesar de las traiciones y el engaño de los enemigos, a comienzo del Siglo XXI se levantarían de nuevo las banderas de la revolución para rematar de una vez y para siempre todo vestigio de colonialismo o neocolonialismo que pudiera quedar por allí. Ellos también me hablaron de los retos del proceso que se iniciaba y que antes de ese encuentro conmigo ya se venía consolidando todo un pensamiento revolucionario en torno a las ideas de Bolívar, quien ya había jurado “no darle descanso a brazo ni reposo a su alma” hasta ver rotas las cadenas de la opresión.

Con el 19 de abril se inicia el proceso revolucionario venezolano, que fue una llama que se encendió para no apagarse nunca. La llama de la revolución es eterna y así intenten apagarla, siempre soplará una brisa que avive las cenizas para encender el fuego sagrado de la libertad. Teniendo el estandarte de la llama ardiente entre sus manos, Bolívar caminó lento y a paso firme se detuvo ante mí y dijo: ¡Eduardo! vaya usted hacia los tiempos infinitos de la vida y dígale a nuestro pueblo del futuro que daremos hasta la vida por dejarles una patria libre y soberana. Vamos a luchar por la Independencia, no sólo de Venezuela sino de Colombia, Perú, Bolivia, Ecuador y si nos alcanza el tiempo liberaremos a todos nuestros pueblos del yugo de los imperios.

Son 200 años de lucha revolucionaria, con sus avances y retrocesos durante los siglos XIX y XX, pero que ya en la primera década del Siglo XXI, hemos retomado el camino trazado el 19 de abril de 1810. No obstante, a pesar de este reimpulso de hoy, en verdad también me hubiera gustado estar allá en ese 19 de abril de 1810, por ello he querido extasiarme en el tiempo para imaginarme presente y lanzar a los cuatro vientos la consigna eterna de la revolución: ¡Patria, socialismo o muerte….venceremos!


eduardojm51@yahoo.es


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Eduardo Marapacuto


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