Pareciera un llamado desesperado por parte de alguien que está en eminentemente peligro…Y efectivamente es así. ¡Durante los 11 años que lleva este proceso de transformaciones liderado indiscutiblemente por el presidente Chávez, el movimiento obrero venezolano que lo acompaña y específicamente sus conductores o líderes, agrupados en corrientes, factores o tendencias damos la impresión que no hemos entendido lo importante y estratégico de la búsqueda y concreción de la necesaria UNIDAD! Algunos lo tienen claro y “empujan” en esa dirección, otros se detienen y obstaculizan y hay quienes no les interesa y obran para que no se concrete. Todo esto no es más que la expresión de los diferentes factores, de conservar para sí “parcelas”, “territorios”, privilegios, no importándoles en lo absoluto trabajar en función de tan anhelada unidad.
Por supuesto y es natural que no se pide una Unidad monolítica. Hay diversidad, criterios y contradicciones y eso hay que respetarlo. Las mismas deberían servir de insumos para dar el debate y con los resultados avanzar. Es lamentable la dispersión imperante. Cada quien por su lado, unos agrupados en una Central que nació al calor de esta revolución (nació en pleno paro sabotaje), que agrupa a un importante grupo de federaciones y sindicatos de base. Otros compañeros tendieron “tienda” aparte y se agruparon en torno a una organización que no ha concretado su nacimiento y oficialización y que también llevan su “carga” de elementos distorsionadores, y por último, una “minoría” que definitivamente saltó la “talanquera”. Con este “cuadro” el Movimiento Sindical Venezolano es: División, Dispersión, Sectarismo, "pases de facturas”, trabas, descalificaciones, ataques arteros, paralelismo, etc, etc, etc…
Hoy más que nunca la realidad del proceso revolucionario que vive Venezuela, obliga a todas las corrientes y tendencias existentes en el sector laboral a buscar al menos una concertación programática que pueda servir de guia o plataforma práctica, tanto a los trabajadores en tanto sujetos protagónicos, como al movimiento sindical en general, en su papel de motor impulsor de la conciencia de clase que debe germinar dentro de nuestra clase obrera venezolana.
Ahora bien, hay un factor aglutinador y que independientemente de que no exista la unidad en los “papeles”, puede ayudar en la unidad entre los revolucionarios. Este factor es el comandante Hugo Chávez, y es precisamente desde aquí donde debe partir el necesario debate en vía hacia la unidad. Porque son más los elementos que nos unen que los que nos distancian. ¡No es exagerado afirmar esto! Por ejemplo, pudiéramos comenzar a discutir con insumos básicos de vital importancia para la clase trabajadora en torno a una plataforma o plan mínimo que contenga entre sus prioridades Unidad, Central Sindical, Federaciones y Sindicatos de Base, Consejo de Fábricas o de Trabajadores, Plan Nacional Simón Bolívar, Empresas Básicas de Guayana, Ministerio del Trabajo, Contratos Colectivos, Polo Patriótico, Panorama Internacional. Este temario es solo una idea, pueden haber otros, lo importante es que tengamos una plataforma o base programática en torno a la cual trabajar un plan hacia la unidad.
Hay que resaltar y aplaudir que pareciera verse una luz al final del túnel, visto que algunos compañeros con posiciones encontradas o diferentes, han iniciado una serie de encuentros, reuniones y eventos a través del Centro Internacional Miranda, con miras al necesario acercamiento entre los diferentes “actores” que de una u otra forma hacen vida dentro del movimiento sindical que acompaña este proceso. Estas son “señales” claras en función del necesario reagrupamiento de la clase obrera venezolana. Apostemos todos por la continuidad del debate con respeto y tolerancia y en fin, que trabajemos en la ruta hacia la unidad.
La clase obrera venezolana pide, y más que eso, exige a los diferentes factores y corrientes que hacen vida dentro del movimiento sindical y que de alguna forma representan y se agrupan en Centrales, Federaciones y Sindicatos de base, que de una vez por todas depongan actitudes y posiciones inamovibles, dogmatismo y sectarismo e iniciemos el tránsito al necesario debate en torno a la impostergable unidad. Basta de descalificaciones, encasillamiento y divisiones entre nosotros los trabajadores.
Por último, no olvidemos que es minoritaria la fuerza de trabajadores organizados en sindicatos y federaciones, lo cual contraste con la mayoría de los trabajadores que se encuentran desamparados por la organización sindical. La falta de una política de amplitud, sin egoísmo ni sectarismo tiene mucho que ver con ello, esta gran masa no organizada la necesita el proceso revolucionario y nos está reclamando combatir los vicios y prejuicios que nos mantiene desunidos y desaprovechando la gran oportunidad de nuestra clase obrera.