Paso el paro nacional y de nuevo todo el arco político y sindical hace su balance. El gobierno busca por todos los medios demostrar que el país trabajó con normalidad, cuando se vieron muchas empresas, calles y avenidas vacías. Lo más insólito del gobierno es que se niega dar aumentos salariales, nos cobra impuesto al salario, no le da el 82% a los jubilados, permite despidos y suspensiones, hizo la reaccionaria ley antiterrorista; pagó 190 mil millones de una deuda externa ilegítima para cumplir con el poder financiero; pero acusa a los que paran de hacerle el juego a la derecha. Capitanich ayer y hoy habló contra el paro y contra las corporaciones y los buitres. Pero a la vez se reunió en el Alvear Palace con la Asociación de Bancos y la UIA y con auspicio de Monsanto y Chevrón, para acordar planes para el país. Allí fue junto a los presidenciables de la oposición de derecha. Detrás de las cámaras, este señor feudal del Chaco va, junto a Kicillof, a rendirle cuentas a las corporaciones. Es el símbolo de un gobierno que miente y relata falsedades, pero sigue entregando nuestras riquezas y garantizando el ajuste.
Tomada a su vez dijo que el paro no existió y que no hay condiciones para cambiar el impuesto al salario ni para reabrir paritarias. Un funcionario muy bien pago y sin problemas de billetera se da el lujo de negar un aumento salarial. Además que en su ámbito, el Ministerio de Trabajo, el trabajo en negro y los contratos basura son un flagelo cotidiano. Sin olvidar que es funcionario de un gobierno que le cobra impuesto al salario de trabajadores pero no le cobra impuestos a las transacciones financieras, ni al juego, ni a otros poderes corporativos. En su política impositiva se muestra a quien defienden y a quienes castigan.
Más allá de estos funcionarios alejados de la realidad tangible de millones, el paro fue importante y no se lo puede ignorar. Y lo fue incluso pese a dirigentes gremiales que llamaron a no parar porque son funcionales al gobierno y a las patronales y algunos que recibieron alguna atención económica de última hora. Y pese a que entre los gremios y dirigentes que sí convocaron, también hay referentes de la vieja burocracia sindical que tuvieron que convocar al paro porque la presión de las bases así lo exigió. Con ellos desde el MST no compartimos nada de sus planteos sindicales y políticos, y por eso participamos del paro con nuestras propias opiniones y acciones en todo el país ayudando a que la izquierda sea protagonista muy importante de esta jornada de lucha. Y hoy también reafirmamos una conclusión muy importante: es necesario terminar con este modelo sindical de dirigentes eternos y ricos, sean oficialistas u opositores.
Un cambio profundo de modelo sindical es una tarea presente que impulsamos a diario en todo el país; los trabajadores necesitan dirigentes que estén al lado de ellos, que no vivan como ricos, que solo puedan tener dos mandatos y después volver a trabajar, que consulten a la base y ahí se voten las medidas a tomar y que no cobren compulsivamente la cuota sindical sino que tengan que ir a las puertas de las empresas a rendir cuentas. Por ese modelo sindical peleamos nosotros. Y lo hacemos como parte de un modelo político distinto para el país, un modelo que no puede ofrecer ni el gobierno actual ni ninguno de los candidatos de la oposición tradicional. Solo desde la izquierda planteamos una ley que prohíba los despidos y suspensiones, la estatización de toda empresa que cierre o despida; el reparto de las horas de trabajo sin reducción salarial, la suspensión de todo pago de la deuda externa y poner esos recursos en la deuda social con nuestro pueblo.
Desde el MST y nuestra corriente sindical vamos reclamar ahora un debate democrático en todos los gremios para impulsar la continuidad del paro en nuevas medidas nacionales por los reclamos salariales y laborales pendientes de millones de trabajadores. Y vamos a seguir recorriendo el país con Alejandro Bodart y Vilma Ripoll, para llevar estas propuestas políticas y sindicales, organizando a miles de trabajadores y jóvenes en un nuevo proyecto de izquierda que tenga vocación de mayorías, de trabajar en unidad y ampliamente, y firmeza en propuestas de fondo contra todo tipo de corporaciones para lograr las transformaciones que hacen falta.