“Tiene que ejercerse el poder para beneficio de todos, no para salvaguardar intereses particulares”.
Hugo Rafael Chávez Frías (Aló Presidente 250; 26 de marzo de 2006)
Alguien dijo por ahí que la paciencia tiene un límite y eso justamente es lo que deseamos que no pase en el caso de los jubilados de Pdvsa, sus filiales y la industria Petroquímica Nacional.
Si por paciencia aceptamos el concepto que maneja la página de internet Wikipedia de verdad que estamos en lo cierto, quienes apostamos a esta virtud para el logro de los objetivos del colectivo de jubilados de la industria petrolera nacional y sus filiales. “La paciencia es la actitud que lleva al ser humano a poder soportar contratiempos y dificultades para conseguir algo bien.”(Wikipedia)
Es justamente bajo este precepto que nos hemos movido ante el Estado venezolano y sus instituciones (Defensoría del Pueblo, Fiscalía y Contraloría General de la República), el colectivo de jubilados de Pdvsa, sus filiales y Pequiven.
El objetivo no ha sido otro que el de hacer valer nuestros derechos y reclamar justas reivindicaciones laborales, las cuales han sido arrebatadas por la Junta Directiva de la primera empresa petrolera del país y la Junta Administradora del Fondo de Pensiones de los Jubilados, a un importante grupo de trabajadores venezolanos.
El tiempo ha ido transcurriendo y las tácticas dilatorias y los contratiempos prefabricados, han impedido el avance de un acuerdo justo y satisfactorio para un colectivo que supera los 28 mil jubilados de Pdvsa.
Bastante hemos insistido por diversos medios y las redes han estado a reventar con las opiniones de los jubilados que ya no soportan medidas con pañitos calientes y medias verdades, para ocultar una realidad que ronda lo jurídico y la buena fe de la dirigencia de la principal industria del país, recientemente removida por el Presidente Obrero Nicolás Maduro Moros.
Se trata de una acción que hay que señalar de mala fe, sin entrar en calificaciones, las cuales ameritarían una acción de corte jurídico; incluso ante los entes de justicia de nuestro país, porque los hechos que fundamentan la razón del colectivo de jubilados de Pdvsa, así lo revelan.
Hemos sostenido que ante la situación económica que atraviesa el país y que afecta a todos los sectores y en especial las clases trabajadoras del país, los jubilados petroleros no somos la excepción.
Desde los tiempos de la IV República y ahora también en la llamada V República, el colectivo de jubilados petroleros ha sido visto - además con la complicidad de los antiguos directivos de sus gremios como Ajip-Cenajip (afortunadamente reemplazados) - como unos ciudadanos de segunda que podrían arreglarse con cualquier dádiva o un baño de manguera, representado en un mísero bono salarial.
La tradición parece no haberse perdido desde las trasnacionales y la injusticia se ha repetido una y mil veces, hasta tener que casi suplicar, los directivos de la representación de los jubilados, AJIP- Cenajip, para ser atendidos por la Junta Administradora del Fondo de Pensiones de los Jubilados Pdvsa y por la Gerencia Corporativa de RRHH de la citada empresa.
Los jubilados de Pdvsa y Pequiven a diferencia de otras empresas del Estado venezolano, constituimos legalmente un Fondo con los ahorros de los trabajadores y aportes de la empresa, para amortiguar a futuro sus jubilaciones y las homologaciones a la pensión; la cual en situaciones como la actual, podría muy bien amortiguar los altos índices de inflación y los altos costos de los productos de primera necesidad y alimenticios.
Con este espíritu fue creado un ente autónomo y de criterio financiero, a los más altos niveles del mercado bursátil (manejado incluso en divisas extranjeras) que ha generado numerosas ganancias en los haberes e intereses (así como propiedades inmobiliarias) y altos rendimientos, los cuales pertenecen única y exclusivamente a sus financistas; es decir, los jubilados de la industria petrolera y petroquímica nacional.
Por razones que muy bien podrían ser dilucidadas en instancias jurídicas del país, fueron violentados sus estatutos y cambiados los objetivos del Fondo, para pasar a ser manejados con el criterio gerencial de los directivos de Pdvsa de turno y no por los auténticos propietarios de sus haberes, el colectivo de jubilados (no presente en la Junta Administradora como Asamblea).
A la par de la anterior situación, la cual podría representar un presunto arrebato de dinero perteneciente al colectivo de jubilados, en sus haberes y en sus bienes se han generado intereses en su administración (Ver caso de demandas en los EEUU, con el reconocido representante Illaramendi, autorizado por un ex presidente de Pdvsa) donde ha estado en riesgo el Fondo de los Jubilados.
Hoy, ante la anterior situación, la cual es un reclamo legítimo del colectivo de jubilados de Pdvsa y Pequiven, para el pago total de los intereses de los años 2014, 2015 y 2016, se suma la oprobiosa decisión de una Resolución de la Junta Directiva de Pdvsa y la Gerencia Corporativa de RRHH, para aprobar una homologación excluyente.
La homologación se hizo efectiva a partir del 1º de enero del 2016 para los trabajadores de la industria, dejando por fuera como la guayabera, a más de 28 jubilados de Pdvsa, filiales y Pequiven.
El reclamo se hace cada vez más justo y evidente ante las máximas instancias del Estado venezolano, así como ante el Primer Magistrado Nacional, el Presidente Nicolás Maduro quien a estas alturas debería ya haber intervenido, porque ha sido bien informado sobre el asunto y de matices laborales involucrados, los cuales él muy bien conoce.
En conclusión, como la paciencia tiene un límite, emplazamos nuevamente a las nuevas autoridades de Pdvsa, a la Junta Administradora del Fondo de Pensiones, a la Gerencia Corporativa de Recursos Humanos, a la Fiscalía General de la República, a la Defensoría del Pueblo, a la Contraloría General de la República y al propio Presidente Nicolás Maduro, para que hagan justicia ante este legítimo reclamo del colectivo de jubilados de la Industria Petrolera y Petroquímica del País. ¡La paciencia se agota y tiene un límite!
¡Amanecerá y veremos!