El crecimiento cuantitativo y cualitativo de la participación obrera, las consignas anticapitalistas y antiimperialistas levantadas y la clara presencia de las ideas del Socialismo como necesidad histórica de nuestro pueblo para derrocar la dictadura del capital nacional e imperialista y avanzar hacia la sociedad de los Justos con un Estado revolucionario al servicio de la mayoría del pueblo, es una incuestionable evidencia que se viene desarrollando una corriente sólida, firme y consistente en el seno del movimiento obrero, con disposición de asumir su responsabilidad como vanguardia histórica del pueblo en la lucha por el Socialismo, teniendo al gobierno bolivariano del comandante Hugo Chávez como aliado estratégico de ese proceso.
Ese proceso, sin embargo, se da en medio de profundas y naturales contradicciones en el seno de la sociedad y el Estado de la Transición, que se explica por la existencia de un Estado, en cuyo seno concurren las fuerzas e ideas de las viejas clases en proceso de desplazamiento del Poder y, las clases y sectores que avanzamos en la demolición de ese poder oligárquico-burgués-imperialista y, la construcción del Poder Soberano del Pueblo y los Trabajadores, en la ruta histórica de la edificación del Estado de la Libertad, la Igualdad y la Justicia: el Socialismo.
Los revolucionarios que asumimos la dirección del gobierno de la República Bolivariana de Venezuela estamos cumpliendo nuestra responsabilidad con TODO EL PUEBLO, en medio de difíciles condiciones: una maldita herencia ideológica del Capitalismo que gobierna la conducta individualista y consumista de parte importante de nuestro pueblo, una cultura política burguesa que impide muchos comprendan la necesidad de los trabajadores y demás sectores no capitalistas, como sujetos históricos del cambio revolucionario, un funcionariado corrupto e ineficiente que se resiste a brindar al pueblo los servicios de calidad que este demanda, una burguesía con empresas tecnológicamente obsoletas y al servicio de la conspiración contrarevolucionaria y, además, las circunstancias geoestratégicas y geopolíticas de la región y del planeta, que imponen condiciones políticas no siempre soslayables, a nuestras responsabilidades de Estado.
“No es poca cosa lo que hemos hecho..”, como dijera el comandante Chávez. Aún, en esas condiciones hemos enfrentado y derrotado sostenidamente a la burguesía y sus secuaces, hemos desafiado y neutralizado al imperialismo norteamericano, hemos construido un haz de alianzas políticas, económicas y militares con importantes países del planeta que favorecen la defensa económica, militar y política de nuestra revolución, hemos apoyado los esfuerzos económicos de gobiernos progresistas para satisfacer las necesidades básicas de sus pueblos y, estamos avanzando en la construcción de un modelo político de la Transición que coloca en el centro principal del protagonismo al pueblo y los trabajadores y trabajadoras, transformando, por primera vez en nuestra historia, la ecuación política de las clases en el Poder del Estado.
Aún reconociendo nuestros errores, las fallas y contradicciones en nuestra acción de gobierno, somos hoy, la única fuerza política en capacidad de defender la soberanía de nuestro pueblo, proteger sus intereses y unificar las corrientes patrióticas y revolucionarias de América Latina y el Caribe, que se articulan dialécticamente, en la búsqueda del sueño histórico de nuestros Libertadores: Nuestra América, teniendo al Socialismo como el faro que alumbra el camino de nuestros pueblos para la liberación definitiva.