Corría una tarde de enero 2010 y el Comandante Presidente presentaba su admirable Memoria y Cuenta ante la Asamblea Nacional. Un hombre con una sola pierna, muletas, y aspecto aguardentoso, subió al vagón en la Estación “Caño Amarillo” del Metro de Caracas, arrojó al piso las muletas y se tendió en el pasillo. Pasados unos instantes, cuando estuvo seguro de haber llamado la atención de los “usuarios”, tomó sus muletas, se puso de pie y dijo: “Señores y señoras, como ustedes ven, esta es mi condición. Yo no he recibido ninguna ayuda de este gobierno, y les agradecería que me ustedes me ayuden con lo que puedan…” Cuando estaba colectando algunas monedas que le daban, un hombre de mediana edad, con chaleco de camarógrafo o reportero, le dijo en tono amable: “Disculpe amigo, pero muchísimos casos como el suyo se han resuelto de alguna manera. Yo trabajo en el Ministerio de Comunicación, no soy nadie importante, pero si se baja conmigo en La Hoyada y vamos juntos a la oficina, estoy seguro que alguna solución le vamos a encontrar. No es la primera vez que yo mismo he ayudado a resolver algún problema” El hombre de las muletas no dijo nada, se hizo el desentendido, terminó de recoger el sencillo que le daban, se bajó en la Estación Capitolio y desapareció entre la gente.
LA MAYOR SUMA DE INFELICIDAD
El día anterior el Presidente Chávez había inaugurado la línea 3 del Metro, con el anuncio de que el Gobierno Bolivariano aportaría más millones para la empresa Metro de Caracas. Mientras lo escuchaba, me hacía la misma pregunta que se hacen a diario centenares de miles de compatriotas ¿Qué carajo está pasando con el Metro? Las respuestas se reducen a tres: Corrupción, Sabotaje o combinación de las dos anteriores. Quizás haya otras. Lo que no hay es ninguna justificación.
De lo único que estaba orgullosa la infame Cuarta República era del Metro. Era común la indigna e indignante frase “…no parece Venezuela”. Y ahora, con la Revolución, cuando nace lo impensado, se crea lo nuevo y todo mejora, el Metro se pone peor y peor, creando la mayor suma de infelicidad posible para la mayor cantidad posible personas en un solo día. El “Sistema Metro” está marginalizado. Vagones sin aire acondicionado, escaleras eléctricas que no funcionan y exhiben durante meses un aviso de “mantenimiento”, largas paradas en los túneles, empleados mal encarados, indigentes, vendedores de baratijas, carteristas y atracadores, ya no son casos aislados, ni incidentes o accidentes, sino la regla.
“QUE NO LO SEPA CHÁVEZ…”
Propongo que aquel “a quien por derecho corresponda” ordene encuestar a los usuarios, que el PSUV consulte a sus militantes, que los oficiales pregunten a sus soldados cuando regresan de permiso, que la inteligencia bolivariana elabore un informe, lo que sea. Teniendo en cuenta que, por razones de seguridad o tiempo, y salvo excepciones, ni ministros, ni viceministros, ni directores generales sectoriales, ni funcionarios de alta jerarquía, ni ingenieros, utilizan el Metro.
SIN JUSTIFICACIÓN
De trabajadores del Metro he recibido muchas explicaciones: corrupción, sabotaje, malas condiciones laborales… No puedo pronunciarme, no tengo pruebas de nada sino la experiencia personal y la de aquellos compatriotas conocidos que utilizan el Metro y dan fe del pésimo funcionamiento, la extrema incomodidad y el trato humillante que reciben los usuarios del Metro.
¿ARISTOCRACIA DEL TRABAJO?
Que me perdonen los trabajadores del Metro, pero lo que hacen (o dejan hacer) contra el pueblo de Caracas, no tiene nombre. Compatriotas, ustedes son cómplices voluntarios o involuntarios, por acción u omisión, de la súper bofetada diaria que reciben hombres, mujeres, niños y ancianos de la ciudad. Ustedes son cómplices de una colectiva y masiva falta de respeto al pueblo. ¿No les dio vergüenza escuchar al Presidente Chávez cuando inauguraba la Línea 3? ¿Ustedes no tienen familia? ¿O es que todos ustedes tienen carro? ¿O son una de esas “aristocracias del trabajo”, empleados corporativos como aquellos de la vieja PDVSA que se volvieron enemigos de su pueblo?
Del Metro salió uno de los mejores Cancilleres de la Revolución, así como muchos y muchas camaradas concientes y valientes de este Proceso.. Entonces, ¿Qué es lo que pasa allá abajo? Los trabajadores organizados del Metro deben pronunciarse sobre el maltrato al público, porque son testigos privilegiados de lo que pasa. Pero si se desentienden, eso no quiere decir que no se pueda hacer nada: para eso están los Consejos Comunales y las Patrullas, el pueblo organizado en Comités de Usuarios del Metro de Caracas.
“S” DE SOCIALISTA
La lucha contra la especulación y la lucha por mejorar los servicios es la misma, porque el tiempo de sufrir en silencio fue enterrado con la Cuarta República. La “S” de “Sistema Metro” hay que cambiarla por la “S” de Socialista. No podemos dejar sólo al Comandante en Jefe y esperar que él se entere y resuelva todos los problemas. No podemos esperar que los ministros o los alcaldes se enteren, si se enteran, o que lo consideren o no prioritario.
Por razones obvias opino que el Metro debe estar funcionando perfectamente antes de las elecciones legislativas de Septiembre, e imagino que el enemigo opina lo contrario. No basta el aporte financiero, es urgente y vital la intervención combinada del Gobierno Revolucionario y del Poder Popular, las dos fuerzas de cuya unión operativa depende el destino de la Revolución Bolivariana. Camaradas, el Metro debe ser una escuela de solidaridad y civismo, no de pasividad y sometimiento. Debemos recuperarlo: NI UN METRO
rotheeduardo@hotmail.com