Al enterarnos de la reciente designación de Alí Rodríguez Araque como Embajador de Cuba se nos hace inevitable recordar lo que habíamos comentado acerca de unas declaraciones de quien venía de desempeñarse como Secretario de Unasur, habiendo ocupado roles estratégicos en el alto gobierno de Hugo Chávez.
Titulamos entonces Otro ex-Ministro que busca lo que no se le ha perdido” , y expresábamos en dicho escrito que no le estaba permitido a Rodríguez Araque exponer críticas públicas o cuestionamientos al gobierno y a sus decisiones o mejor a sus indecisiones, señalamientos a personeros gubernamentales y declaraciones que pudieran asomar críticas al Partido y a quien lo controla. Nos parece inevitable que un hombre con las credenciales y con las convicciones revolucionarias de Alí fije posiciones claras y contundentes en cuanto a los rumbos que está tomando la revolución o mejor a la falta de rumbo de ésta.
Designar a Alí Embajador de Cuba en estos momentos es una manera elegante de alejarlo del gobierno y distanciarlo de la realidad venezolana y de evitar que el Comandante Fausto, quien tiene amplias credenciales como hombre de acción en el gobierno de Chávez, exprese rechazo a desatinos y desvaríos que cometen quienes dirigen la revolución en nuestros días.
Alí estuvo muy cerca del Comandante Chávez y si bien siempre se caracterizó por ser un hombre más que discreto, nunca dejó de expresar libremente sus opiniones acerca de las decisiones del líder y más bien contribuyó de manera notable a forjar con ideas y acciones, las bases para la transición del modelo capitalista rentístico que hemos padecido al de una sociedad socialista, como desde muy joven, cuando comenzó a militar en la izquierda, lo ha soñado para el país.
Posiblemente después, con el paso del tiempo, se conocerá con más precisión, por boca del propio Alí, qué tan cerca o tan lejos están sus ideas de las de quienes están dirigiendo la revolución en nuestros días.
