El cuadro político de la derecha no puede ser más calamitoso, mejor dicho, desastroso, de un verdadero ¡sálvese quien pueda! Y no puede ser de otra forma si se toma en cuenta el enorme caudal de errores y desaciertos que cometen con inusitada frecuencia los que fungen como sus líderes políticos y de las derrotas sufridas como la electoral.
Para no ir muy lejos, baste ver el estruendoso fracaso de las políticas de la Mesa de los cuchillos sangrientos, como se bautizó a la mal llamada Mesa de la Unidad opositora. A cuchillada limpia se tasajearon los honorables Ramos Allup jefe de los restos que quedan de AD, de Primero (in) Justicia, el Unete ¿? del prófugo Rosales. Los partidos grandes se tragaron a los otros mini partidos y los dejaron con los crespos hechos.
La vieja cogollocracia volvió por sus fueros, el ventajismo oportunista que siempre utilizó en los tiempos del puntofijismo cuartorepublicano se impuso y desde arriba fueron impuestos los nombres de los candidatos a diputados por distintas circunscripciones, claro después de bajarse de la mula con una bola millonaria de billetes. Para nada operó el necesario y ansiado deseo de realizar elecciones por la base, ¿para qué si ya todos los cargos estaban repartidos –perdón, vendidos– entre los vivianis de los corrompidos partidos tradicionales?
Resalta el hecho de cómo fue dejada de lado la llamada sociedad civil, pequeños grupos de vanguardia callejera, quema carros y bienes de la ciudad, incendiarios del cerro Guaraira Repano, lanzadores de bombas molotov y objetos contundentes a la policía que resguarda las manifestaciones violentas de los grupos fascistas y a la GNB. Los jóvenes de la UCAB, la Universidad Metropolitana, la semi privatizada UCV, los sicarios de Ledezma con su violencia, sus poses de mariquitas dejándose el rabo pelado dizque para protestar. Los neurotizados jóvenes y sus brigadas de asalto, después de dar la cara y hacer los trabajos sucios que los enculillados partidos no se atrevieron hacer, quedaron fuera del reparto de las curules. Así les pagó la canalla. El pobre Goicochea, ficha imperial y de la CIA se fue a llorar al Valle.
Toda esa vagabundería, que expresa claramente la descomposición de esos grupos, fue incidiendo en el electorado burgués y pequeño burgués de derecha, que no salían de su asombro muchos de sus integrantes de aquel aquelarre politiquero. Cuando finalmente se vieron obligados a realizar una parodia, una mofa, una burda burla de elecciones primarias reducida a un pírrico número de circunscripciones y a la cual acudió a votar, en unas elecciones abiertas, de cualquier vecino, militante o no, por los candidatos. Pero, oh calamidad, apenas sufragó el 9% de los votantes. ¿Contaban los dirigentes de la derecha, de la pateada y ultrajada mesa antiunitaria, con estos esmirriados resultados, con tan escasísima votación? ¿Se imaginaba la Malinche María Corina Machado que de 300 mil votantes de su Circuito, apenas unos 20 mil votaron por ella –cantidad de votos que no la elije como diputada–, candidata del Pentagono, la Embajada norteamericana y la CIA?
El golpe final, en la presente coyuntura, sufrido por la reacción, fue el enorme caudal de votos que movió el PSUV en sus elecciones internas. Dos millones y medio de electores, el 38% de los votantes, es decir, ocho veces más que la votación de la derecha. Las matemáticas no fallan, son infalibles, exactas. 38 es más que 9, 2 millones 500 mil son mucho más que 300 mil, es decir, el PSUV le lleva a la derecha la bicoca de 2 millones 200 mil votos.
De sostenerse en los próximos 5 meses esa tendencia abstencionista en el frustrado electorado derechista, –donde más de uno de los postulados reivindican que de llegar al parlamento abogarán porque la banca vuelva a las políticas de las cuotas balón y de los créditos indexados, es decir, esos candidatos están contra los intereses de sus potenciales electores– lo que le viene al sector opositor es un verdadero descalabro electoral. La idea de no participar en el proceso comienza a tomar forma en algunos sectores, algunos lo consideran pertinente a ir hacer el ridículo. Los sectores más extremistas, ultrosos, los eternos conspiradores comienzan su ofensiva para incidir en la crisis planteada por la errada política de los partidos en la derecha y sus derrotas y estimular aún más el abstencionismo y reivindicar el golpismo, el magnicidio, incluso el sabotaje del proceso electoral.
Algo, dentro de ese cuadro de las políticas de la derecha llama poderosamente la atención, es la unánime reiteración de proponer como candidatos a diputados a los asesinos del golpe del 11 de abril de 2002. Los policías Forero y compañía, sentenciados a 30 años de cárcel por los graves delitos cometidos. Los dirigentes de la derecha saben que las sentenciados a largas penas de cárcel perdieron sus derechos políticos, entre esos el de participar en política y nominarse como candidatos a diputados, ahora bien, ¿por qué ese empeño en postularlos cuando saben perfectamente que legalmente eso no es posible?
Allí está, a nuestro juicio, el quid de la cosa, esa bandera de los policías presos llevarla todo el tiempo levantada hasta el fin de las postulaciones ante el CNE o cerca de las elecciones para acusar al gobierno de no querer ceder y crear una crisis artificial que pudiera llevar a plantear el retiro de participar en las elecciones. Repetir el error del 2005.
Claro, eso formaría parte de un complot manejado por la Embajada yanqui, por el Comando Sur, por los restos del uribismo y sus paramilitares y los subversivos criollos, el adelanto de acciones subversivas que creen condiciones para un anuncio bombacional como sería el retiro del oposicionismo derechista de participar en las elecciones.
Naturalmente tal medida no es fácil, habría que ver que lo que piensa el grupo que sostiene la candidatura de María Corina Machado, outsaider de la derecha fascista norteamericana con proyección presidenciable para 2012. O el inefable golpista Borges, cuyas irrefrenables ambiciones de poder lo hacen pensar que el triunfo de PJ está a la vuelta de la esquina.
No perdamos de vista, en todo caso, los movimientos tácticos y estratégicos de la derecha, hiena herida que se revuelca de dolor ante las victorias chavistas y, desesperada, en su descomposición, es capaz de cualquier locura… o estupidez, ya lo ha demostrado en otras ocasiones y nada debe sorprendernos.
(humbertocaracola@gmail.com).