El diputado ¡qué bolas!

¡Qué bolas! Ninguna otra cosa se puede exclamar y con signos de admiración, ante el caradurismo del diputadillo quien por traicionar a Chávez perdió su puesto en la Directiva de la Asamblea Nacional y le reclama ahora a la mayoría chavista que son intolerantes. ¡Qué bolas!

Según este espécimen político la traición ha de ser tolerada. Esa es la tabla de valores, la visión, la actitud y la manera de pensar de quienes han diseñado una política para la deslealtad, la zancadilla y la hipocresía. Es decir con los anti valores de la vieja política.

El antichavismo del diputado de marras y sus seguidores no es nada nuevo. Desde hace mucho tiempo venían incubando el odio y la amargura en sus vísceras pero mantenían hacia afuera una política oportunista de aparentar su respaldo al proceso revolucionario encabezado por Chávez. La desesperación electorera los precipitó hasta el punto de reventar la contradicción entre la mentira y la verdad. Se pusieron al descubierto con la táctica del papel atrapa mosca pegándose a cualquier bicho antichavista.

Los argumentos utilizados para defender el cargo directivo, del diputado calculador y traicionero en la Asamblea Nacional, son inconsistentes desde cualquier punto de vista pero lo más repugnante es el vacío ético de la reclamación. Estoy hablando de la ética revolucionaria en una línea de pensamiento como la de ex diputado Fabricio Ojeda. Pero eso es mucho pedir para estos traficantes del burocratismo. Si esta fuera gente de otra de otra madera, de otra naturaleza o de convicciones profundas, que no lo son, hubiesen por decencia política renunciado al cargo directivo simultáneamente con la adopción de su táctica electoral para enfrentar al PSUV. Perdieron la oportunidad de anunciar su paso a la oposición con hidalguía y en su lugar nos vienen con la cómica de la intolerancia del PSUV y de una cuerda de argumentos que rayan en la estupidez al hacernos creer que el diputadillo hubiera renunciado si se lo hubieran solicitado. Eso es tan ridículo como el decir de un borrachito a quien botan de una fiesta y se retira argumentando que de mejores reuniones lo han sacado. A falta de ética política y de hidalguía el lidercillo se queda en la defensa del burocratismo, del precedente institucional. Vaya que clase de revolucionarios estos fundadores del neoantichavismo.

Aquí lo que está planteado es una lucha entre titanes: Chávez con todo su poderío de apoyo popular cívico militar contra el no menos poderoso capitalismo, es decir la lucha de clases a un nivel superior. No hay otra alternativa. A éstos vividores de la política se los llevó quien los trajo.

(*) Profesor

sergiobricenog@yahoo.com


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Sergio Briceño García (*)

Profesor Universitario de Filosofía de la Educación Jubilado de la UPEL. Autor del Poemario "Porque me da la gana" y de la obra educativa "Utopía Pedagógica del Tercer Milenio". Ex Director Ejecutivo de la Casa de Nuestra América José Martí.

 sergiobricenog@yahoo.com

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