“A Caín y a Abel ¿Eva les dio teta?”
En la del oeste: el cura es un hombre llamado Johan Gregory (No entiende por qué sus padres le pusieron ese nombre) La iglesia donde pergeña las oraciones es un rancho de bloque. Antes de la revolución era de tablas. Llega una señora como de setenta años con su nieto de trece: “Ay padre ayúdeme con este muchacho que ahora no quiere salir del Cyber café donde venden droga y le permiten ver páginas triple equis”. El cura le mira la cara al chamo: “¿Eso es cierto mi costilla burda?” El chamo sonríe: “La verdad que sí, padre pero que voy hacer yo si en mi casa estoy viendo pornografía desde que tenía cinco años”. La señora se pone roja rojita y exclama: “¿Cómo es la vaina Richard Yonaikel?”
A la iglesia del Este con paredes de madera repujada y brillante, piso de madera repujada y pujada, dintel de oro y mal decoro, llega doña Gertrudis del Yellow Creek y Montiel. El cura sale a recibirla. Llega con su nieto Yonito Hand White. “Oh, Jaime (al chaufer que la guía) please, quédate en el auto y deja que el santo cura me escuche. El cura tira el pucho del “bicerroy” que se estaba fumando y hace cabriolar el humo que expele su boca, ¡bicho! “Muy buenos días doña Gertrudis, para la iglesia es un placer recibir a quien dona todos los meses cinco millones de amor en sus arcas”. Doña Gertrudis lo mira de soslayo: “Ay padre, vengo por acá a ver que puede hacer por este niño, que se la pasa estudiando el mapa de un tal Waraira marcando con una flechita el lugar donde y que piensa ir con sus amigos, echarle candela para desestabilizar antes de las elecciones”
“Oye una cosa, ¿porqué dice que desde los cinco estás viendo pornografía en tu casa, Yonaikel?” El chamo saca una chupeta rosada y se la lleva a la boca: “Bueno padre el bombardeo de pornografía comienza a la una de la tarde con la primera telenovela colombiana. Eso es mujeres y tipos besándose, ofendiéndose, hablando de traiciones, de odio, de malos instintos, con palabras horribles que si barraqueras, planeando crímenes para quedarse con la fortuna del viejito de la telenovela que es rico y que está enamorada de la novia de su hijo que a la vez resulta ser su nieta, porque un día… “Ya Yonaikel, deja tu vaina si no quiere que te de pao, pao”, grita la señora… “El cura se echa un trago de cocuy: “Vaya, creo que Yonaikel tiene algo muy bueno que decirnos”
El cura levanta las cejas. Va a la capilla. Saca una botella de Don Perignon y se deposita un trago en la cavidad bucal: “Muy bien, muy bien, señora, así es que se hace y dígame, ¿qué es lo otro?”A todas estas Yonito le ha sacado la cacerina a la nueve milímetro que lleva encaletada entre la correa y mira con una macabra sonrisa la punta del arma.
“Bueno padre, dice doña Gertrudis, yo he estado pensando que si Yonito siente amor por la candela no es nada malo. Recuerde que Nerón quemó a Roma y pasó a la historia, ¿qué importa que Yonito y sus amigos prendan este pedazo de país habitados por eso tierrúos chavistas y negros de los barrios?”
“Padre eso es todo el día, que si gol harina pan, que si saque de esquina martín polar, que si tiro libre roca cola, que si el ratacuras, el que le le echó paja a unas monjitas en El Salvador y las mataron, que si con mi dinero no te metas, que si yo vengo mamando del federal, que si los comunistas se comen a los niños con salsa barbicú, que si no hay libertad de expresión, pero miento madre y me sadiqueo a una niña, que si vamos a la OEA a que invadan el país, que si Ledezma es un angelito que se escapó de la Gloria, que si nosotros robamos pero damos trabajo¡ coye padre, eso da rabia! “¡Cállate Richard Yonaikel, que eso es parte de la diversión de nosotros los pobres que nos da las Empresas Rolar”- Grita la abuelita.
“Sí doña Gertrudis Yonito está obrando bien y desde aquí desde la embajada de Dios le pedimos al Creador que lo proteja contra esos infelices chavistas. Oraremos por él para que en sus travesuras de niño bien, pueda desestabilizar quemar cerros, cerrar calles, ofender, gritar groserías por la TV, echarle candela a las chaguaramas, ir fuera del país a llorar, a pedir que le sea lanzada una bomba a Venezuela que aniquile a los revolucionarios y más nada”
El cura del oeste saca una página y la lee: “Con los pobres de esta tierra quiero yo mi suerte echar: el aroma de la sierra me complace más que el mar. Denle al vano el oro tierno que arde y brilla en el crisol: a mi denme el bosque tierno cuando rompe en él el sol. ¡Busca el obispo de España pilares para su altar en mi templo en la montaña el álamo es el pilar!” “¿Quién escribió eso, padre?”. Pregunta la abuelita de Richard Yonaikel y contesta el cura: “na´ menos que José Martí, vieja”
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