Ocho segundos

Son ocho segundos. En ocho segundos pueden pasar muchas cosas. Puede irse la vida en ocho segundos. Un terremoto. Un tsunami. Un récord. El de los cien metros planos está en 9.58 segundos. Lo tiene Usain Bolt. La primera vez que lo viví estaba en un lugar público. Todos comían o bebían. Pero había una persona que vivía todo ocho segundos antes. Un déjà vu al revés que duraba poco y en vivo. Es una sensación horrible. Le dije a un amigo que era como tener un orgasmo sin pasar por la necesaria etapa de excitación. Una eyaculación sin erección. Una imagen rara, pero es que es una sensación rara.

Había gritos en la plaza. En el lugar donde trabajo, se escuchaban los gritos a lo lejos. Y otra gente arriba haciéndose preguntas. ¿Qué pasó? Y es que en baloncesto puede ser una eternidad ocho segundos. Se pueden prolongar varios minutos, por ejemplo, los últimos ocho segundos de un juego, si van empatados o la diferencia es de pocos puntos. Empiezan las estrategias. Sacan de lado y de inmediato el entrenador pide tiempo. Esto es lo que harán, les dice a los cinco que juegan. Duelo de gigantes. Duelo de tiempos.

Luego fue en el edificio donde habito. Pasaba todo ocho segundos antes. Varias veces. Gritaban, celebraban. O maldecían. Pero siempre antes de que pasara ante mis ojos. Ocho segundos del poeta chileno Nicanor Parra, escribió Roberto Bolaño en el prólogo de un catálogo de la exposición que se hizo el año pasado en Madrid: “Parra ha conseguido sobrevivir. No es gran cosa, pero algo es. No han podido con él ni la izquierda chilena de convicciones profundamente derechistas ni la derecha chilena neonazi y ahora desmemoriada. No han podido con él la izquierda latinoamericana neostalinista ni la derecha latinoamericana ahora globalizada y hasta hace poco cómplice silenciosa de la represión y el genocidio (…) Ni siquiera los seguidores de Parra han podido con Parra.” Bella descripción de un ser humano. Se lee en pocos segundos. Ocho tal vez.

No se los dije ocho segundos atrás para vengarme un poquito. Y es que todo los goles los he visto ocho segundos después. Los ve primero la gente que ve televisión en señal abierta. O en televisión por suscripción distinta a Direc TV. En Direc TV los goles llegan 8 segundos después. Vía satélite. Es demasiado. En el restaurante quería ahorcar a la acomplejada que nos cantaba los goles. Los escuchaba vía radio. En el trabajo, la Esquina Caliente, que siempre “ameniza” con largos y estridentes discursos, ahora canta los goles. Y en mi casa mucha gente sufría lo mismo y cantaban gol incluso sin que ocurrieran. Hay gente que se vacila todo. En ocho segundos.


mechacin@gmail.com


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Mercedes Chacín


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