Tal como lo podría decir el propio gabo, después de 200 años de soledad, ambos en la eternidad: ¡Por fin, juntos otra vez! Sí me refiero por supuesto, a mi General Libertador Simón Bolívar y a mi Generala Manuela Sáenz, me la imagino con su fuerte carácter de macha, con fusil y bayoneta calada, terciado en su espalda y su flamante espada colgándole del cinto, porte marcial y rostro severo. Y en lo espiritual, dulce como la miel y con profundo amor de mujer protectora.
Según el registro histórico, un 16 de junio de 1822, Manuela y Simón, tienen su primer encuentro, ella tenía 25 años de edad y él 39 años. Imagínense a nuestro Libertador ese día, admirado y encantado ante tanta belleza frente a él. Y ella con el mismo ánimo también quedó encantada. Química dicen los especialistas de hoy, flechazo de Cupido decían en el ayer. Y pensar que 6 años más tardes, aquella noche del 25 de septiembre de 1828, Manuela se convierte en la Libertadora del Libertador. Cuando logra distraer a los agresores, permitiendo que Simón escapara de esa intentona de asesinato.
Ese amor puro, trascendió las barreras del tiempo y la eternidad, aunque en términos cósmicos, ambos están unidos desde el mismo día en que ella cruzó el umbral de la transición, que cosas del misterio que envuelve las dimensiones de la vida y sus manifestaciones, Bolívar en vida terrestre le llevaba a Manuela 14 años, y ahora en la eternidad, Manuela le lleva a Bolívar 12 años, Bolívar partió a los 47 años de edad y Manuela a los 59 años, que sus restos hayan sido incinerados (cremados), no tiene importancia, su cuerpo astral como dicen los esotéricos, sigue intacto en el sitial de honor que por jerarquía cósmica le corresponde. Estoy seguro que ahora en el interior de nuestro Honorable Panteón Nacional, los visitantes percibirán una sensación de paz espiritual.
Otra causa que va rumbo a producir su efecto, es la última proclama de nuestro Libertador, cuando dejó a la posteridad generacional, aquella viva expresión de moribundo postrado en su lecho: “…Cuando cesen los partidos y se consolide la unión, bajaré tranquilo al sepulcro…” Es obvio que se refería a la consolidación del socialismo americano como una gran madre de naciones. ¿Cómo podemos nosotros contribuir con esta profética expresión de nuestro Libertador? Sencillo, ahora más que nunca, los camaradas, compatriotas y militantes del PSUV, debemos jugar a cuadro cerrado, moralmente establos obligados a votar solo por nuestros candidatos rojos rojitos, sin alterar los factores, es decir, sin cruzar el voto. Este próximo 26 de septiembre, acudamos masivamente a nuestros centros de votaciones, que no se quede nadie en casa, todos a las calles con entusiasmo, con amor colectivo, con júbilo a elegir y reelegir a nuestros candidatos.
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