El capítulo XII de “El Capital” (III)

Entrevistando imaginariamente a Marx sobre lo tratado en:

¿Qué figuras presenta la manufactura en su conjunto?

El obrero detallista y su instrumento constituyen los elementos simples de la manufactura. Examinemos ahora la figura que presenta ésta en su conjunto. La organización de la manufactura presenta dos formas fundamentales que, pese a su entrelazamiento ocasional, difieren esencialmente por su tipo y desempeñan también un papel enteramente distinto, sobre todo en la ulterior transformación de la manufactura en la gran industria fundada en la maquinaria. Este carácter dual dimana de la naturaleza misma del artículo producido. O se lo forma mediante el ensamblaje puramente mecánico de productos parciales independientes, o debe su figura acabada a una secuencia de procesos y manipulaciones interrelacionados.

Una locomotora, por ejemplo, se compone de más de 5.000 partes independientes. No es posible, sin embargo, presentarla como ejemplo del primer tipo de la manufactura propiamente dicha, ya que es una hechura de la gran industria. Pero sí el reloj, del que también William Petty se sirve como ejemplo de la división manufacturera del trabajo. De obra individual de un artesano de Nuremberg, el reloj pasó a ser el producto social de un sinnúmero de obreros parciales, tales como los que, respectivamente, fabrican piezas en bruto, cuerdas, esferas, espirales, los que perforan los agujeros en que van engarzadas las piedras, los que fabrican palancas de rubí, agujas, cajas, tomillos, los doradores; con muchas subdivisiones, como por ejemplo fabricantes de ruedas, de piñones, de la minutería, el que fija las ruedas en los piñones, el que pule las facetas, el que hace los pivotes, el que coloca diversas ruedas y piñones en la máquina, el que termina de dentar las ruedas, el que hace que los agujeros tengan el ancho adecuado, el que ajusta la posición y el registro, el que hace los escapes; en los escapes de cilindro, a su vez, los que respectivamente fabrican los cilindros, la rueda catalina, el volante, la raqueta (el mecanismo por el cual se regula el reloj); el que en rigor hace los escapes; el que da el último toque a la caja en que va la cuerda y la posición, el que pule el acero, el pulimentador de las ruedas, el que pule los tornillos, el dibujante de números, el que hace las esferas, el que aplica el esmalte sobre el cobre, el fabricante de la argolla de la caja, el que fija el perno de latón en el centro de la caja, el que produce los resortes que hacen saltar la tapa de la caja, el grabador, el cincelador, el pulimentador de la caja], etc., etc., y finalmente el que arma todo el reloj y lo entrega en funcionamiento. Sólo unas pocas piezas del reloj pasan por distintas manos, y todos estos miembros dispersos se reúnen por primera vez en la mano que finalmente los ensambla en un todo mecánico. Esta relación externa entre el producto terminado y sus diversos elementos hace que en este caso, como en el de obras similares, la combinación de los obreros parciales en el mismo taller resulte aleatoria. Los trabajos parciales bien pueden practicarse, a su vez, como oficios artesanales mutuamente independientes; tal es lo que ocurre en los cantones de Vaud y Neuchâtel, mientras que en Ginebra, por ejemplo, existen grandes manufacturas de relojes, esto es, la cooperación directa de los obreros parciales bajo el mando de un capital. Pero también en este último caso es raro que se fabriquen la esfera, las cuerdas y las cajas en la misma manufactura. La empresa manufacturera combinada sólo es lucrativa aquí cuando se dan condiciones excepcionales, ya que la competencia es máxima entre los obreros que han de trabajar en sus domicilios, el fraccionamiento de la producción en una masa de procesos heterogéneos deja poco lugar al empleo de medios de trabajo colectivos, y el capitalista, en comparación con la fabricación dispersa, ahorra parte de inversión que demandan los edificios fabriles, etc. Aun así, la posición de este obrero detallista que trabaja en su casa para un solo capitalista, difiere radicalmente de la del artesano independiente que trabaja para sus propios clientes.

El segundo tipo de manufactura, en su forma consumada produce obras que recorren fases de desarrollo interrelacionadas, en una secuencia de procesos consecutivos, como sucede con el alambre en la fabricación de agujas de coser, por ejemplo, que pasa por las manos de 72 y hasta de 92 obreros parciales específicos.

Como tal manufactura combina oficios artesanales originariamente dispersos, reduce la separación espacial entre las fases particulares de producción del artículo. Disminuye el tiempo de su tránsito de un estadio al otro y otro tanto ocurre con el trabajo mediante el cual se efectúan esas transiciones. De esta suerte se gana fuerza productiva, en comparación con la artesanía, y esa ganancia deriva precisamente del carácter cooperativo general de la manufactura. Por otra parte, su peculiar principio de la división del trabajo implica un aislamiento de las diversas fases de producción que, en comparación con otros tantos trabajos parciales de índole artesanal, mantienen su independencia recíproca. Para establecer y conservar el nexo entre las funciones aisladas, se vuelve imprescindible transportar continuamente el artículo de unas manos a otras y de un proceso a otro. Desde el punto de vista de la gran industria, se presenta esto como una limitación característica, costosa e inmanente al principio de la manufactura.

Si tomamos en consideración determinada cantidad de materia prima, por ejemplo, de trapos en la manufactura del papel o de alambre en la de agujas, vemos que recorre una serie temporal de fases de producción, en las manos de los diversos obreros parciales, hasta adquirir su figura final. Si, por el contrario, consideramos el taller como un solo mecanismo colectivo, la materia prima se encuentra simultáneamente y de una vez en todas sus fases de producción. El obrero colectivo, constituido por la combinación de los obreros detallistas, tira del alambre con una parte de sus numerosas manos armadas de instrumentos, mientras con otras manos e instrumentos lo tensa y con otras lo corta, lo aguza, etc. De una sucesión temporal, los diversos procesos escalonados pasan a convertirse en una yuxtaposición espacial. De ahí que en el mismo espacio de tiempo se suministre una mayor cantidad de mercancías terminadas. Esa simultaneidad, por cierto, deriva de la forma cooperativa general del proceso global, pero la manufactura no sólo encuentra, preexistentes, las condiciones de la cooperación, sino que las crea en parte por vez primera al descomponer la actividad artesanal. Por otra parte, logra esa organización social del proceso de trabajo, sólo porque engrilla el mismo obrero al mismo detalle.

Como el producto parcial de cada trabajo parcial, a la vez, no es más que una fase particular alcanzada en su desarrollo por el mismo producto, un obrero suministra a otro, o un grupo de obreros a otro grupo, su materia prima. El resultado del trabajo de uno constituye el punto de arranque para el trabajo del otro. Aquí, pues, un obrero ocupa directamente al otro. Se determina por la experiencia el tiempo de trabajo necesario en cada proceso parcial para obtener el efecto útil deseado, y el mecanismo total de la manufactura se funda en el supuesto de que en un tiempo de trabajo dado se alcanzará un resultado dado. Sólo en este supuesto pueden seguir su curso ininterrumpida y simultáneamente y yuxtapuestos en el espacio los diversos procesos de trabajo que se complementan entre sí. Es evidente que esta interdependencia directa de los trabajos, y por tanto de los obreros, obliga a cada individuo a no emplear para su función más que el tiempo necesario, con lo cual se genera una continuidad, uniformidad, regularidad, orden y sobre todo una intensidad en el trabajo, radicalmente distintas de las que imperan la artesanía independiente e incluso en la cooperación simple. En la producción de mercancías en general el hecho de que en una mercancía no se emplee más tiempo de trabajo que el socialmente necesario para su fabricación, se presenta como norma exterior impuesta por la competencia y se presenta así porque, expresándolo de un modo superficial, todo productor individual se ve obligado a vender la mercancía a su precio de mercado. En la manufactura, por el contrario, el suministro de una cantidad dada de productos en un espacio dado de tiempo, se convierte en ley técnica del proceso de producción mismo.

Venezuela, 11 de julio de 2010

nicolasurdaneta@gmail.com


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Nicolás Urdaneta Núñez


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