No estimábamos escribir sobre la problemática permanente que vive el Metro de Caracas, pero los hechos de la semana pasada y los ocurridos hoy 12 de julio nos obligan alertar sobre lo que pudiera ocurrir en los próximos días en lo interno de las instalaciones del Metro de Caracas, sin ánimos de ser pitoniso o algo semejante, pero en el ambiente se presiente violencia, de allí las reflexiones que hoy queremos compartir con nuestras/nuestros lectores. Si algo nos ha enseñado nuestro accionar político, es a saber leer los meta mensajes que envía nuestro pueblo y los condicionantes que le impulsan a actuar, el Camarada Carlos Marx, lo condensó en su famosa fórmula del Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política: “No es la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia…”, esta es la expresión del humanismo materialista y práctico de Marx. Es la sociedad en la que vive y, especialmente, el modo de producción, quien configura la mente humana, la forma de conocer la realidad que le rodea. Su forma de pensar, su mentalidad o cosmovisión está en función de la economía y de la sociedad.
Pareciera que nos estamos alejando un poco de nuestro tema de motivación de las presentes líneas, pero no es tan así. Marx cuando nos orienta sobre la forma de obtener conciencia social, nos remite a la práctica de la vida en sociedad como norma suprema, esto más que nadie lo tuvieron bien claro las gerencias que nos antecedieron en esto 11 años de Revolución Bolivariana. “La Gran Solución de Caracas”, fue hasta llegar la Revolución, y esto debemos asumirlo autocríticamente, un gran generador de conciencia ciudadana, quienes entrabamos al subterráneo, inmediatamente modificábamos nuestra forma de actuación; al interior del Metro, se nos transmitían mensajes educativos sobre cómo comportarnos en las instalaciones y dentro de los vagones. Metro de Caracas fue una escuela de comportamiento ciudadano/ciudadana de referencia nacional.
Desplazarnos por la derecha, ceder nuestros puestos a mujeres embarazadas, niños/niñas y ancianos/ancianas, discapacitados era una norma, ni pensar en los actuales medio vagones de asientos azules, los caraqueños y caraqueñas tomamos conciencia de ello, gracias a las permanentes campañas de inducción ciudadana que realizaba el Metro de Caracas.
Con la llegada de la Revolución, esas campañas educativas se fueron abandonando hasta llegar a la actualidad, en que son inexistentes. La expansión del servicio a nuevas rutas (Línea 2 y 3, Metrocable), hizo crecer el número de usuarios/usuarias del servicio, con las nuevas gerencias se implantaron malas praxis en el mantenimiento de las unidades locomotoras, como las denunciadas por el camarada directivo de Sitrameca, Alí González, el pasado 05-07-2010 en Aporrea: “Directivo sindical denuncia golpe lento en el Metro de Caracas”. Lejos de profundizar en la planificación del servicio, la anarquía se implantó como norma del servicio y, con ello, comenzaron a paralizarse las escaleras mecánica, el aire acondicionado de los vagones se esfumó, se implantó la inseguridad personal dentro de las instalaciones del subterráneo, Metro de Caracas dejó de incentivar y mejorar las condiciones de seguridad y salud laboral, sus condiciones socio-económicas, se implantó la política de los retrasos en el servicio, sobre todo en las horas pico, con su consecuente efecto sobre la estabilidad laboral de los trabajadores/trabajadoras que se desplazan en ese medio de transporte hacia sus sitio de labores, el capitalismo salvaje se implantó con su grosera publicidad, incentivando el consumo desde adentro y fuera de los vagones. En fin, lo que era un orgullo de los caraqueños y caraqueñas, se transformó en una tortura diaria a la cual asistimos obligadamente, dada la carencia en nuestra ciudad de un servicio de transporte superficial eficiente y de calidad; tan malo es, que preferimos trasladarnos en auténticas cámaras de tortura como lo son los vagones del Metro, cuando no les funcionan los sistemas de aire acondicionado. ¿Camarada Defensora del Pueblo, y usted en qué se traslada?, ¿Dónde quedan los derechos humanos de los usuarios/usuarias del Metro de Caracas?
El o la usuaria de Metro Caracas actual, es un ciudadano/ciudadana agresiva con el ambiente Metro, al entrar al subterráneo su forma de actuar cambia pero a peor, a sabiendas que lo espera una cola y que al intentar ingresar al vagón tendrá que hacerlo a empujones y agresivamente, si no lo hace así, llegará retrasado a su sitio de labores, pero que, una vez dentro del vagón lo espera la tortura de un cajón metálico sin aire acondicionado y altas temperaturas, y será en ese cajón torturante en que tendrá que resistir los acostumbrados retrasos en el servicio, y una vez llegado a su destino tendrá que abrirse camino a empujones para poder salir del vagón y, si no está pendiente existe la posibilidad de que meta un pie entre la separación del vagón y tierra firme, y la consiguiente fractura o torcedura de su tobillo. Esa es la realidad diaria de un usuario/usuaria del Metro de Caracas en su transitar hacia su sitio de trabajo.
Realidad que, sobre todo, en las dos últimas gestiones gerenciales con que ha contado Metro de Caracas: Claudio Farías y Víctor Matute, se han profundizado hasta niveles desesperantes. Esas dos gestiones han constituido lo que hemos denominado: la gerencia del desastre. Son más de dos años de inclemente sometimiento a los usuarios/usuarias a verdaderas técnicas de tortura; imaginémonos por un instante, que el paro petrolero ejecutado por el oposicionismo apátrida a partir de enero de 2003, se hubiese prolongado por más de un año, ¿cuántos muertos y heridos tuviésemos hasta el presente?. Pues bien, esa política de propulsar el colapso del servicio de Metro Caracas, ha modificado-sustancialmente- nuestra conciencia de buen servicio que trajo como retribución de sus usuarios/usuarias una contraprestación de buena conducta dentro de sus instalaciones por parte de éstos/éstas.
En contraposición, la mala calidad del servicio ha traído la conformación de una anti conciencia de confrontación y violencia contra las instalaciones del Metro Caracas, como la ocurrida hoy lunes 12, como lo reporta Aporrea: “El personal del Metro de Caracas quiso hacer un llamado a los usuarios y usuarias del servicio a aprovecharlo y conservarlo con actitud ciudadana y con conciencia, este llamado se hace a razón de la conducta de un usuario que, ante su inconformidad por la situación irregular, procedió a romper un vidrio en uno de los vagones ocasionando el desalojo del mismo…”, acto en sí que rechazamos, pero que, sin duda alguna, es indicativo del estado de agresividad a que puede llegar un usuario/usuaria cuando es sometido a las medidas de retraso del servicio a que fuimos sometidos ese día por parte de Metro Caracas; más aún, si la semana pasada, de los cinco días hábiles de la semana, al menos en tres días se sucedieron retrasos, ocurriendo el viernes 9, un hecho inédito, el de una muchacha que murió en arrollamiento; según los medios de comunicación, presuntamente, forcejeando con un delincuente que la siguió al interior del subterráneo, a donde se dirigió después de retirar una suma de dinero de un banco en Sabana Grande.
Esa acción del compatriota de atentar contra instalaciones del Metro Caracas, de agredir instalaciones públicas, por ende, propiedad de todas/todos los venezolanos, debe prender nuestras alarmas y alertarnos a todos/todas, muy especialmente a quienes tienen la posibilidad de tomar decisiones para detener la tragedia que comienza a anunciarse, como lo hiciera en el pasado reciente, los hechos sangrientos del 27 de febrero de 1989, el “Sacudón”. Hechos, como el de hoy lunes 12, son para nada despreciables a la hora de hacer análisis estratégico para la toma de decisiones, Metro Caracas reclama decisiones trascendentales para parar lo que todas/todos pensamos pueda ocurrir de seguir prolongándose la tragedia que pareciera enquistarse en la pésima calidad que nos ofrece a sus usuarios/usuarias Metro Caracas. Llegó la hora de actuar, Camarada Presidente, Hugo Chávez, frente a la inacción de su nuevo ministro, actúe usted Camarada, no deje que la sangre llegue al río, asuma su papel ante la historia, como hasta el presente lo ha hecho…
Caracas, 12 de julio de 2010
henryesc@yahoo.es