Cuando yo tenía 6 años de edad, cursaba el primer grado en la Escuela Normal La Coromoto, que luego en 1966, dicha escuela fue mudada a una superestructura de escuela nacional que lleva por nombre: José María Benítez. En esa época por la poca comprensión que mis sentidos percibían, comencé a oír que Simón Bolívar fue nuestro Libertador y que ya no lo es porque está muerto. Y que hay que rendirle tributos a Don Rómulo Betancourt, porque es el padre de nuestra Democracia y él sí está vivo.
En la montonera de Asicla Criollo, la casa donde vivía mi Abuela materna, con sus hijos adultos y nietos. Todos juntos, que hasta en el patio, tendíamos hamacas para dormir de noche bajo los frondosos árboles de ese enorme patio, pegado al fondo del cuartel rincón como se le conocía antes de convertirse en el arsenal de cavim. Resulta que en la sala de esa casa, mi abuela cuidaba celosamente un enorme cuadro de nuestro Libertador Simón Bolívar a caballo, y yo desde niño cuando no había nadie en la sala, hablaba con el cuadro y sentía que Simón Bolívar me seguía con la vista, hasta en algunos momentos sentía que el Libertador se reía conmigo. Nunca comenté eso, y todos los días en horas de la tarde, a solas me ubicaba frente al cuadro a dialogar con nuestro Libertador, y era como hablar con Dios, cuando tenía problemas se los confesaba, cuando conquistaba una novia salía corriendo a contárselo, competía con el Libertador mis alegrías, mis angustias y mis tristezas.
En 1962, mi papá tenía un carro negro, marca Philips Morris, recuerdo que un día nos llevó a visitar el monumento histórico “Samán de Güere”, yo tenía 4 años de edad. Recuerdo clarito, que yo me acerqué al samán y lo toqué. Y de repente me vino a mi mente, el guardia que estaba sentado arriba en una de las ramas del samán, vigilando para que los realistas, no llegaran de sorpresas. El vigilante se quedó dormido, precipitándose a tierra, su camisa guerrera se desgarró, quedando un pedazo pegada en la rama, cayó de cabeza y se desnucó. El Libertador dijo: “entiérrenlo en las raíces, porque ahora es guardián del samán”.
Los niños, cuando comienzan a conocer a nuestro Libertador, hacen un espacio en su imaginación, que con el transcurrir de los años, van alimentando en conocimiento, de ahí la expresión “bolivariano de corazón”. Sólo en socialismo, podremos valorar moral y espiritualmente a nuestro Libertador Simón Bolívar, como “verbo viviente.” Confieso mi alegría, vi los restos de nuestro Libertador, cuando los científicos cuidadosamente levantaron la cobija de plomo que lo abrigaba, y muy a pesar de ver sus blanquísimos huesos, pude divisar su rostro, con sus ojos bien abiertos, observando todo lo que está aconteciendo en nuestra patria. ¡Viva Bolívar! ¡Viva en los corazones de todos los Venezolanos!