Contrarréplica a una réplica de Silva Silva

Los maderos de San Juan: comen queso, comen pan

Ante todo declaro bajo juramento que tuve conocimiento del enigmático vocablo “Fesnojiv”, con motivo de la amable contrarréplica del articulista Silva Silva a un artículo mío, anterior -y, de apellido éste, apropiadamente “capicúa” por cierto, y por lo que no pudiera yo invertírselos premeditadamente, como hiciera él con los míos no sé con que propósitos innombrables- ya que de entrada supuse muy mal, pero a la vez bien en virtud de su innegable cruzada antisistema, que era el “señor Fesnojiv” un funesto “cómplice” ruso del maestro Abreu, o bien un ruso fecundado en vientre cubano; de lo que saldría, casi con seguridad un ejemplar bello, relumbrón y rítmico… Pero cuando puse en Goggle, tal vocablo, se mostró ante mis ojos cautelosos lo que me resultó una agradable sorpresa: que el “señor Fesnojiv” no era más que la sigla de la “Fundación del Estado para el Sistema Nacional de las Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela” y nombre a la vez de su portal en Internet. Y me contenté por ello. Pero también incluyo en el juramento que, para escribir esta contrarréplica, no leí nada de su contenido, ya que opté mejor por atenerme sólo a mis cándidos pálpitos sobre sus propósitos y alcances. Eso explicaría, por tanto, cualquier eventual contradicción en mí. 

Pero entrando ya en materia:

1.- Antes de su “Andante ma..non tanto” el replicante hace una cita que habla de la creencia de alguien acerca de que, en un concierto sinfónico de las clases medias occidentales, hay una afirmación de su certidumbre en sus propios valores y que, el concierto se hace más necesario, como ritual (digo yo más bien, como gimnasia), en un mundo inconsistente. Me suena bien esa partitura. Pero no habría que soslayar que, la propia implicación del término concierto, es como un grito desesperado de los que sufren para poner las cosas en orden en un mundo cada vez más confuso. Por lo que el propósito del concierto sinfónico, entonces, resulta loable.

Pero el replicante de inmediato opone esa creencia a lo que él denomina un insólito razonamiento mío, con el que inicio mi artículo replicado, agregando que fuera publicado, “democráticamente”, en el portal Aporrea.org. Y aquí no resistí el deseo de preguntarme, primero, por qué le resultaría tan insólito mi razonamiento, y, además, por qué abundar en eso de publicado, “democráticamente”, por Aporrea…

¿Es qué acaso deplora el replicador que Aporrea lo haya publicado? ¿Es qué acaso considera vergonzante lo que yo expongo allí, libremente? ¿O es qué acaso sospecha el replicador que yo, para darle publicidad a mis aspiraciones y reconocimientos propios de mentecato, amenazo a la gerencia de Aporrea con Uribe Vélez, con monseñor Lücker o con Teodoro Petkoff Maleç? Sepa mi distinguido replicador que considero fue una estupenda, sensible, y visionaria iniciativa la del maestro Abreu, justamente porque pretendía, con su formación musical y con sus conciertos sinfónicos, traer sosiego al mundo caótico de los pobres, ya que los niños pobres terminarían razonando que, concertando, es como pudieran entender más su mundo desconcertante, y comenzar a modificarlo positivamente.

2.- Luego, para definir su naturaleza habla el replicador de ser más bien una corporación, que un sistema… Bueno, qué importa. Pudiera ser corporación en cuanto a que es una organización de enormes dimensiones y que agrupa a otras más módicas, y, sistema, en cuanto a que configura un acumulado de unidades que, ligadas ordenadamente, buscan su razón de ser, su objeto postrero.  Ya está, ¿cuál es el rollo, pues?

Pero entonces avanza el considerado replicador en poner en mi boca palabras que nunca pronunciara: que si no se hubiera producido el Caracazo y las rebeliones militares, el sistema de orquestas hubiera generado, no obstante, la necesidad del cambio revolucionario en la mentalidad en los venezolanos.

No, lo que signifiqué (o pretendí significar) es que ambos procesos revolucionarios marcharon en forma paralela por un tiempito aunque el cultural específico éste haya sido un antecedente del político, hasta que convergieran en sus respectivos propósitos que, al final, resultaban comunes: Chávez con su propuesta revolucionaria en el sistema político, económico y social del país, y el maestro Abreu dentro de campo de la música, pero sin que dejara de estar tocado en mucho por los campos de Chávez y por el concepto de excelencia sobre el que insistía el Ché con denuedo y que Chávez reivindica cada rato, y que, en mucho le hace falta manejar a los venezolanos y venezolanas de hoy, para enrumbar esta revolución profundamente humanista con el menor número posible de actos fallidos, luego de haber sido embadurnados con buen barniz de  chapuza adeco-copeyana y también de la de cierta izquierda dizque radical que, sí ha resultado, en realidad, mega insólita.

Ahora, que si el maestro Abreu estuvo vinculado a gobiernos adecos y a sectores oligarcas de la empresa privada y de la cultura del país, bueno, ¿quién que no hubiera estudiado y se graduara y se hubiera provisto de un mínimo destino social en alguna profesión, no hubo de tener los mismos o parecidos contactos, directa o indirectamente incluso “siendo” o definiéndose abiertamente como izquierdista en esos años de desesperanza? ¿O es que todos los izquierdistas estuvieron todo el tiempo en la guerrilla echando plomo?

Le digo al apreciado replicador que hay muchos ejemplos en ese campo de labor, también insólitos, y donde muchos de ellos no han logrado hacer, ni ayer ni hoy, por este maltratado país, ni una migaja de lo que ha hecho el maestro Abreu con humildad  -y sobre todo sin fintas- por el prestigio interno e internacional de Venezuela. No seamos entonces, injustos, que eso no debe caracterizar, nunca, a un verdadero revolucionario.

3.-  Reprocha también el replicador que yo afirmara que el Sistema, como proyecto aún no tiene confines, dado que faltan innumerables núcleos por formarse en el país (que, si son socialistas o no, está por verse), así como en el resto de un mundo que se ha dignado en vitorear esa concreción -y no abstracción- cien por ciento venezolana.

Y aquí pudiera tener cabida una respuesta a un socarrón comentario del replicador del supuesto ardid del maestro Abreu para ganar tiempo y esperar con paciencia la llegada de Chávez… ¿No piensa el replicador que si no hubiera sido así, el maestro Abreu se hubiera enajenado a los intereses capitalistas e imperialistas y hubiera emigrado para el norte a fin de hacerse rico y vivir como rico? ¿Por qué decidió entonces quedarse aquí? ¿Sería porque intuía que bajo el neoliberalismo del último jalón puntofijista el barril de petróleo iba a llegar a los precios a los que los puso en definitiva la acción personal de Chávez, para financiar con tanta largueza los programas sociales y culturales? Entiendo que eso cae definitivamente en un campo meta musical…

No, creo que debiera entenderse que el maestro Abreu ama su país en silencio, contrario por ejemplo a un Teodoro Petkoff Maleç o a otro cualquiera de sus bulliciosos ad láteres escuálidos, que hoy hospedan a su propio país en el degredo, aún habiendo sido,  muchos de ellos por su destino, “heroicos guerrilleros del ayer”… ¡Qué diferencia tan musicable esta, no!

Critica el replicador también que se considere al maestro Dudamel un producto característico del Sistema, con argumentos quizás de segundo orden, como ese que sea el único en treinta años.

En tal sentido debo acotarle al replicador que, como respetable y buen músico que es, debe saberlo, que Dudamel viene formándose de manera harto intensiva -para alcanzar tan joven, tal nivel de excelencia- desde los primeros años de su tierna niñez, lo que por lógica lo ha mantenido bastante al margen, por no decir totalmente, de lo que es considerado, de manera convencional, la vida normal de un mortal. De manera que para haber podido llegar él, al elevado sitial que le asigna hoy la crítica musical más autorizada del mundo, ha tenido el pobre que partirse, por toda su vida, lo que el replicador sabe qué… Por tanto, el replicador debe saber también que no todo el mundo está dispuesto a partirse eso, y abandonar su vida normal por una cosa tan banal como es la tremenda pendejada esa de alcanzar la gloria… Yo por ejemplo nunca tuve obviamente esa capacidad de sacrificio, pero sepa que se la envidio, con  fuerza patológicamente destructiva, a quien la tiene, y que por eso hoy, soy yo un viejo mediocre y cagalitroso, y Dudamel un joven glorificado y glorificador a la vez de la patria, incluso por la grave culpa ¡carajo! del no menos glorificado maestro Abreu. ¡Qué tragedia para mí tan grande, vale! Y discúlpenme el desmelene. Ello explica entonces, estimado replicador, el porqué no sean tantos los directores que alcancen tal celebridad, no obstante de que existan hoy algunos otros en auspiciosa perspectiva. ¿Y le parece al replicador poco esto, como ejemplo y energía que centrifuga el sistema sobre los niños pobres, amén de que muchos salgan como virtuosos ejecutantes (de acuerdo a su capacidad de sacrificio) en diversos instrumentos musicales? Repito: no seamos por favor, injustos, y hasta disminuidos espiritualmente, que eso no debe ser -¡nunca!-característica de un verdadero revolucionario.

Otra crítica del replicador a Dudamel es que sea un director “que repite la música de la heredad colonial, y no precisamente la nuestra”. ¿Quiere decir entonces que, si una orquesta del Sistema interpreta una cualquiera de las obras de la música clásica creada por europeos esclarecidos (que indudablemente estimulan el clítoris de la sensibilidad humana por su ternura, por la intensidad de su lenguaje, hasta por su expresión textual y por su exigente nivel técnico) sería solamente repetir la música de la heredad colonial? Bueno, eso sería como pensar que nuestro himno nacional es eurocentrista porque a lo mejor se basó o posea el tenor y tesitura, de una carmañola. O porque directores europeos de hoy, que interpretan su música clásica en ritmo de salsa, sean acusados por eso de ser latinoamericanoscentristas. O que no hablemos aquí de socialismo, porque el socialismo utópico y luego Marx hubieran nacido en la puta Europa. Pues, eso sería el colmo de la inseguridad en nosotros mismos. La música es un lenguaje celestial porque el cielo nos cobija a todos (y no es que en todas partes sea tan cristalino y virginal como el de Margarita, que incluso marca contradicción con la tierra que desnaturalizáramos los que aquí vivimos: unos seres muy extraños y despiadados) y la venezolana está por cierto entre las más variadas y bellas del mundo, así como entre las más difíciles de ejecutar. ¿No? Los hermosos y complejos valses del maestro Lauro son de obligada interpretación por los alumnos de las escuelas de guitarras del mundo. El Popule meus, consagrada y bellísima música sacra, es de un venezolano: del maestro José Ángel Lamas. Eso lo aprende, desde el inicio, cualquiera de los niños del abominable Sistema. Si no, que me prueben lo contrario. Basta sólo ver al brillante violinista Alexis Cárdenas interpretar un pajarillo con su devoción venezolanista y técnica interpretativa, por poner un ejemplo, y que se empeña hoy con terquedad en introducir en Europa la música venezolana y latinoamericana en general, y, lastimosamente ver por otra parte a un Teodoro Petkoff Maleç y a sus ad láteres escuálidos, inclinarse por los pesarosos pasillos de Álvaro Uribe Vélez… ¿Dónde piensa el replicador que aprendió Alexis su doctrina? Pues en el abominable sistema, y por eso es que se mantiene tan vinculado a él. ¿Y dónde cree el replicador que aprendió Teodoro a ser un traidor a sus principios? Pues en las montañas del Bachiller (supongo yo; no sé con certeza) y con un fusil al hombro dizque combatiendo al imperialismo. Eso sí que es una estafa, y sospecho que en más de tres movimientos…

También critica el replicador (pero esta vez a mi) qué pienso yo que es lo que hay en las zonas populares de Venezuela: qué si un montón de ignorantes sin arte ni ciencia ni parte. Qué si no hubo saber musical y artístico en Venezuela antes de la llegada de Dudamel. Y todo porque afirmara yo, que Dudamel tiene como consigna, que en los sectores de la penuria, y de la estrechez, hay que instaurar el saber musical y artístico, a la vez que la suficiencia y conciencia ciudadana.

No, yo no pienso nada peyorativo de las zonas populares que, en base a su cruzada antisistema, el replicador pretende -no sé si maliciosamente, como pretexto colegir- del contexto de mi texto. Lo que sí pienso es que en ellas hay muchos reales y potenciales Dudameles, bien sea  en salsa, tambor, gaita zuliana, música llanera, tamunangue, zangueo, Calipso del Callao o  en cualquier otro género musical que, el demoníaco sistema lo que habría de hacer, sería darles simplemente la oportunidad para que profundicen sus estudios y disciplina, a fines de extraer al máximo sus potenciales talentos y así proveer, para que eso a la vez les sirva en sus vidas como invalorable herramienta, para orientar mejor sus destinos… Y todo eso, a cambio de no permitirles la libertad de que los reclute entonces el sistema de la droga y otros malditos males sociales que acostumbran anidar, también, en el entorno de la pobreza y expresarse con estruendosa contundencia. No creo más nada que eso… Le digo al amable replicador.

Alega que Beethoven, en cambio, sí fue un revolucionario, no tanto quizás por su música tan fina, como por no haberle prestado servicio a los poderosos y preferir recluirse a hacer música en su pueblito de toda la vida. Y si fuera por esto último, yo sería un revolucionario inmenso también, porque tiendo a despreciar el imperio de los poderosos, y que sea tal vez por eso que me haya costado tanto publicar un libro que no complace, con seguridad, la aspiración estético-comercio-convencional de ellos, por lo que, si inédito haya de morir, sólo aspiraría a correr en el futuro incierto  la misma “suerte” de Beethoven debido a que alguien tuviera conmiseración conmigo y evitara mi olvido… Pero digo aquí, en confianza, que no me hago muchas ilusiones con eso. Además, Beethoven es europeo, y siguiendo las directrices del replicador, entiendo que debo rechazar su “inmerecida” inmortalidad.

También ironiza el replicador sobre el presunto absurdo de comparar al maestro Abreu con Ghandy, con el Che, con Nelson Mandela, con Rigoberta Menchú, o con la madre Teresa de Calcuta. Y yo pregunto: ¿Por qué no? ¿Por qué es venezolano? ¿Por la misma razón que nos enseñaron a los venezolanos a no considerar a Fernández Moran un gran científico y a despreciarlo? ¿O a Bolívar un gigante, porque dizque se las echaba de dictador y de gran cosota? ¿Qué no ha hecho el maestro Abreu con su sistema de orquestas, que no hayan hecho esos otros consagrados por el civilizado y definitivo valor de la paz en el mundo? Pienso que el replicador se manifiesta aquí -quizás contra su voluntad- en consonancia con ciertas matrices propias, más bien, de los contrarrevolucionarios. Y eso me resulta lastimoso.

4.-  Luego el prolífico replicador toca el concepto de alienación cultural haciendo ver que eso es lo que patrocina el Sistema en relación a los desabrigados, al ejercer una especie de totalización de la vida en el campo musical que promueve a su vez un criterio unilileal excluyente desde el punto de vista cultural, agregando también la nota de que, en la exclusión, se incluyen también a los mismos excluidos a través de la criminalización o satanización de la crítica.

Creo entender un poco lo que el replicador pretende significar: que el poderío del Sistema es tal, que tiende a arrastrar toda la atención del país hacia todo lo que hace, en desmedro del resto del mundo musical venezolano que no tiene, ni organizativamente, ni económicamente, el apoyo del que goza el Sistema. Si lo piensa así, comparto su inquietud y hasta su angustia. Porque es verdad, porque el Sistema pudiera convertirse (si es que no está convertido ya) en una especie de “transnacional” de la música en Venezuela, en desmedro de las demás expresiones que pudieran llegar a tener, su mismo o mayor nivel de excelencia, pero que no han podido organizar su poderío…

Bueno, pero lo que yo sostengo es que esa razón válida no justifica, bajo ningún respecto, que se pretenda denigrar del Sistema, tildando de elitista un esfuerzo nacional que ha requerido, ya por tres décadas, de una dedicación casi ejercida apostólicamente por mucha gente, y con unos excelentes resultados que están a la vista, porque eso, simplemente, no es constructivo ni justo. Y que conste que no insinué que la creación del maestro Abreu sea equiparable a la Revolución Francesa, a la independencia de América, a la abolición de la esclavitud, a la Revolución Rusa o a la Revolución Cubana. No señor, no es cierto. Ahora, si lo hubiera insinuado, ¿musicalmente no pudiera equipararse? El maestro Abreu con su “señor Fesnojiv” independizó musicalmente al país. Hoy no es necesario que un venezolano tenga necesidad de irse a estudiar música al exterior, para alcanzar inclusive el virtuosismo. ¿Le parece poco esto al replicador?

Lo que yo sugeriría entonces es que se promueva una actitud de acercamiento con el “señor Fesnojiv”, con el propósito de intercambiar unas ideas preliminares sobre el alcance de esa legítima angustia, convencido yo de que ninguno de sus miembros se mostraría refractario a dicho acercamiento, si el tono con que se hiciera fuera por supuesto fraternal, constructivo y pacífico. Y por tanto, comenzar así con unos intercambios que pudieran terminar, o bien en una ampliación del Sistema, o que ellos aportaran su experiencia para que se creara otro y evitar así el peligroso gigantismo en el manejo de propósitos similares. Y ruego porque así sea. Porque a todo sistema, dentro de la Revolución, jamás pudiera sospechársele, ni siquiera la más nimia actitud de alienación cultural, ni la más nimia tampoco de pretender propiciar el desarraigo. Y para eso, hay que inventar. ¡Venezolanos, manos a la obra! Ay, perdón…

5.- Luego trae a colación el musical replicador, un tema que toca el aspecto pedagógico. Afirma que un niño al participar de manera irreflexiva, en una orquesta de las llamadas infantiles, se le aísla de su entorno natural comenzando a operar en él, mediante aprendizaje de categorías forzadas por el propio Sistema, la concepción de un cúmulo de sonororidades según un orden jerárquico aprendido, con las cuales terminará concibiendo, actuando y eligiendo, en el mundo, por lo cual estima que, habiéndosele inculcado como instrumentista una determinada clase conceptual como universal, reforzada en su mente por habérsele privado de la elección voluntaria, terminaría disociándolo por tanto de su entorno real y cotidiano.

En principio diría una perogrullada: que todo niño es irreflexivo. Si yo por ejemplo hubiera sido un niño reflexivo, no me hubiera casado tres veces. Y sobre eso vine a reflexionar, pasados los 60, y puede que haya sido hasta por razones estrictamente musicales, porque no se imagina mi replicador cómo desde niño me seducía, y aún hoy me seduce con el mismo rigor, el ritmo delicioso que tiene la mujer en sus caderas. Incluso, he llegado al extremo –y eso entre nosotros, por favor- de acompañar ese ritmo natural con el tambor virtual que llevo siempre en mi mente… Pues,  haber tomado conciencia de eso, me hizo  a juro reflexionar, y miré qué reflexioné. E imploro perdón, no sé si por esta inculta digresión.

Pero creo que en el fondo del replicador lo que opera en este caso concreto es más un temor infundado que un prejuicio. Y es el de pensar que, cuando el niño llega al Sistema a recibir su formación musical inicial, lo primero que se le dice es que se olvide de su origen. No, no lo creo. Lo que yo sospecho es que cuando llega se le explora su nivel de sensibilidad y, si acaso lo tuviere algo pasmado, se le comenzaría a estimular poniéndolo o poniéndola a escuchar determinado tipo de música. Luego de un tiempo prudencial, se le pondría en contacto entonces con varios instrumentos musicales, para observar por el que muestre más admiración, y el que, con base a esa admiración demostrada, logre manipular con más especial habilidad, y así poder permitirse orientarlo lúdicamente a inclinarse por ese. Ahora, si el niño terminara rechazando ese instrumento, entonces habría que dejarlo escoger. Digo yo.

También entiendo el temor del replicador al sospechar que, a tan sólo llegar al Sistema, al niño comience a inculcársele un montón de frívolos valores propios del capitalismo, y que logre desarraigarlo de su entorno de origen. Pero la prueba reina, de que eso no es así, es precisamente Dudamel, que más humilde y comedido, no es posible que sea. Y como es natural, esos mismos valores, que a él le inculcaron desde niño, habrá de inculcársele también al resto como principio rector. Es tanta su humildad, y tan autentica su expresión (no obstante que el replicador acuse al Sistema de ser producto más bien de una gran operación publicitaria) que no permite ver en la calle a un niño con una batuta en la mano buscando a qué agrupación de amiguitos dirigir, ni mucho menos imitando a Dudamel. En cambio imitan, y visten como Michel Jackson, nítido valor de la contracultura capitalista, que aprenden a admirar a través de la propaganda desmedida que busca esconder, detrás de las apariencias alucinatorias, las deficiencias estéticas de muchas expresiones artísticas que ofrece el mercantilismo.

6.-  Por último lo relativo a su “Prestissimo…¡Tutta la Forza!”, donde el distinguido replicador me insta a que pregunte, a periodistas que han intentado hacer fotos y reportajes desde adentro, para que vea cómo les han dicho que no… Que trate también de organizar un equipo de psicólogos y trabajadores sociales para entrevistar a estos niños y a sus padres (y no a los que escoge el maestro Abreu) para que vea también que no me dejarían. También que trate de solicitar una auditoría que dé cuenta de la inmensa cantidad de recursos que recibe el “señor Fesnojiv”, para que vea que no podría hacerla, etc.

Bueno, me permito comunicar comedidamente al señor replicador, que la impresión que saco del ímpetu de su “Prestissimo…¡Tutta la Forza!”, es que contiene un nivel  tal, de acometida, que justificaría que el “señor Fesnojiv” lo considerara “nel complesso bel cavallo di Troia”. Vediamo:

6.1.- No sé si antes, pero lo cierto es que luego de que el Himno Nacional fuera interpretado por la orquesta dirigida por Dudamel, aquella medianoche afortunada cuando entrara Tves al aire, creo que la canalla mediática no permitió ni que amaneciera para iniciar un masivo bombardeo descalificador contra el “señor Fesnojiv”, que incluso pretendió satanizar al joven director, tildándolo de cuanto dios crió. No creo que con tal antecedente, vaya entonces a permitir el “señor Fesnojiv” que, a cuanto periodista se le antoje, vaya y haga un reportaje, porque lo más seguro es que dicho reportaje terminará diciendo que, además de que los niños tocan en instrumentos podridos, y que son víctimas de la pedofilia del capellán del Sistema, se daría por casi seguro, por fuentes de todo crédito, que el sistema estaría siendo financiado por la mafia y que tal infierno de Dante es alcahueteado y gerenciado por un sujeto de manifiesta enajenación mental, como lo es el tal alias “maestro Abreu” que también se sospecha, con fundadísimos indicios, que porta con orgullo un reciente carnet que le expidieran las FARC por sus méritos de colaborador; y que si patín y que si patatán… Y doy por descontado que el replicador conoce muy bien esta partitura. Y en el caso de otros periodistas más indulgentes, quizás la razón sea por pretender significar que el “señor Fesnojiv”, en lugar de ser y comportarse, como un señor respetable, lo hace más bien con la capciosa actitud de un díscolo miembro de una sociedad secreta, en este casó honorabilísima, como lo es el Opus Dei.  Anótelo el replicador, que es así, porque el objetivo estratégico, del fascismo vernáculo, es destruir moral y materialmente a este distinguido “señor, entre otras cosas, por haber interpretado aquel indigno Himno Nacional y por haber permitido recibir apoyo financiero de los sucios fondos del erario Chavista…”. Digo yo, salvo prueba en contrario.

6.2.- Y si muchos periodistas dirían tales cosas en sus presuntos reportajes, qué no dirían entonces los honestísimos psicólogos en sus informes… ¿No se lo imagina el ilustre replicador? Lo cierto del caso es que, el universo de opinión más calificado del mundo, lo conoce, lo valora y lo aprecia, e, incluso, lo preserva del ataque despiadado de los bárbaros (entre los cuales, por supuesto, no está incluido el respetable replicador).

6.3.- Y debo presumir también, que la administración del “señor Fesnojiv” debe estar supeditada a la acción de auditores externos, incluido el control previo y posterior de la Contraloría General de la República, que se servirá emitirle sus correspondientes finiquitos de gestión cuando corresponda. Salvo prueba en contrario.

Por último, ratifico al calificado replicador mi respeto, y que sabría agradecerle que, si por casualidad tuviere en archivo digital, el ensayo “Abreu,  el ogro filantrópico, me lo hiciera llegar, que me encantaría leerlo.

canano141@yahoo.com.ar



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Raúl Betancourt López


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