El
genio de los grandes constructores políticos de todos los tiempos
se ha basado en el proceso emancipador del hombre y para ello sus basamentos
siempre han ido dirigidos dentro de la ciencia filosófica de la libertad,
única capaz de demostrar con capacidad como debe el hombre recuperarse
de lo que ha sido sustraído, de su propia condición como tal,
su condición humana. Para ello los genios han sido críticos radicales,
pues escarbar una filosofía, o crearla, se necesita asignarse el papel
de productor de pensamiento para conocer lo que es pensado por
el resto de los hombres.
En
primer término estructural, éstos se han acomodado a las necesidades
de transformación del medio socio-económico que se vive, para crear
la emergencia en el contexto de las realidades y los orígenes de la
historia que se siente y se palpa en carne propia. Por su puesto que
para ello, devolver al hombre genérico, su condición de filósofo,
es obligatorio restituirle el poder de ejercer plenamente su libertad,
en tanto se pueda pensar y obrar a sí mismo como individuo social
histórico.
Dentro
de estos procesos encontramos programas planificados en el presente
con todo un futuro por delante, donde se lleva todo un catálogo de
remedios que pueda curar definitivamente todos esos males que vienen
del pasado y que se viven en el presente. Esos programas principalmente
los observamos con ese proyecto de mezcla del descontento con lo que
se tiene y con la esperanza de lo que como necesidad se debe tener;
es decir, ideológicamente esta compuesto de esta bifurcación que en
un sentido científico no es otra cosa que la angustia que se vive y
la ilusión de alcanzar una vida mejor.
El
Bolivarianismo emerge de la verdadera condición humana, emerge en el
trabajo, practicando la libertad del hombre para que este pueda así
mismo considerarse un ser social. De ahí que la utilización del
Bolivarianismo en forma demagógica, cínica y altanera, no constituya
mas que un enemigo de tan acusada pobreza que la ridiculez más grande
la encontremos en la incapacidad de precisar las diferencias que derivan
de la diversidad de circunstancias históricas sobre los fenómenos
políticos que como guías, Bolívar elabora para la victoria de una
gran unión continental.
Lamentablemente
el destino, con la diligente ayuda de las oligarquías de Colombia y
Venezuela principalmente, en 1830, por su ignorancia y su capacidad
de avaricia, fulminaron la única esperanza que estos estados tenían
en su porvenir y los condenaron a un fatalismo diezmador que los retrocedería
a ese triste pasado político como lo es el de colonia o estados del
tercer mundo, o países subdesarrollados.
El
pensamiento Bolivariano, aquel que llevó Bolívar a la política
libertaria en su tiempo, es una Obertura, un prefacio, un desarrollo,
una progresión, una metamorfosis social humana con el único factor
de que Latinoamérica se librara y se construyera totalmente nueva con
un fundamento purificador, es decir, el epílogo de su obra político
social no se ha terminado y menos en nuestras patrias. Aprender ese
único fundamento, es desvestirlo de ese traje de etiqueta que historiadores,
escritores, politiqueros y politiquillos le han querido asignar a sus
palabras, a sus frases, a sus documentos y a sus acciones estratégicas
y tácticas.
Hay
quienes ordinariamente pretenden eliminar la dialéctica revolucionaria
y en vez de concebirla como el método de desencubrimiento, lo asocian
con el de cubrimiento y por supuesto que alejan a Bolívar de toda realidad
social para hacerlo pasar por un ideólogo soñador, es decir, constructor
que marcha más con la idea que con la realidad. Y así prefieren
entenderlo la Mayoría de sus adoradores, porque de esa forma lo duermen
y lo congelan paralizando su doctrina para cincelarla de modo que como
belleza “única” nunca pueda ser superada. ¿Por qué
los adoradores de Bolívar han de elevar en metáforas de corte idealista
sus ideas, cuando él jamás lo postuló de ese modo?
Muy
sencillo, Bolívar vivió una realidad, salió de ella y dijo
vamos a cambiarla; yo seré el primero como vanguardia contra el
colonialismo que nos ahoga y nos consume; eso es desencubrir la tiranía
y el oprobio. En cambio sus adoradores lo han querido manejar con la
manía apologética como si sus ideas fuesen moldes rígidos, no sujetos
a la corrosión histórica, ni susceptibles de ser modificados por las
circunstancias de los tiempos nuevos.
Ese
encubrimiento y alcahuetería no es otra cosa que la forma de mantener
viva la tiranía y el oprobio. Bolívar señala concretamente el camino
donde está la síntesis y superación futura de los antagonismos
sociales que hoy nos acosan y nos exterminan y esto es lo que se resisten
a admitir los “adoradores” de toda laya, empeñados, como avestruces,
esconder la cabeza para no ver la realidad.
La
doctrina Bolivariana toma al mundo tal como existe en la realidad, señala
su desbarajuste y emite las posibilidades humanas para hacerlo entrar
en razón de lo que es libertad y justicia. Bolívar no hace filosofía
de la historia porque esto implica en realidad historia de las ideas.
Bolívar se propuso justamente lo contrario y de ahí que señaló
que la unión de las patrias desprotegidas y desamparadas nos convertirían
no solo en nuevo continente, sino en una potencia, esto no fue una idea
imaginaria ni un utopismo, esto lo vivimos con los ojos de la historia,
Bolívar en ese momento, en ese tiempo difícil, hizo igual que Jehová,
creó la luz para sacarnos de las tinieblas, creó un hombre
con nueva conciencia y le indicó que no detestara más de ese
mundo, sino que luchara por su mundo y se desarrollara dentro del mismo.
Cuando
los latinos vemos como se desborda el modernismo sobre nosotros y nuestras
patrias, haciéndonos cada vez más dependientes, más pobres y más
alejados de ese modernismo evolucionador, no podemos en otras palabras,
sino maldecir a aquellos que por una u otra razón desequilibraron y
exterminaron la unión Bolivariana.
Cerrado
el proceso histórico de los precursores, se abre el de los libertadores.
La reacción represiva de la España altanera no venció el principio
revolucionario latinoamericano. Los primeros dirigentes de la libertad
entregaron sus vidas, se extinguieron envueltos en el mas terrible crimen
que fue capaz de hacer un imperio en el mundo, pero vinieron para gloria
de los latinos, nuevos líderes, enérgicos, disciplinados, estratégicos,
tácticos y comprensivos de que para llevar una revolución libertaria,
se va primero al pueblo se aprende de él, se vive como se sufre con
él, se organiza con él y a la voz de combate, político o de acción
militar es el primero que se tiene que llevar como trochero de la libertad.
1810
es el tiempo exacto de la coyuntura histórica libertaria, aquí
están los héroes y ha llegado la hora de salir del olvido. El esclavo
sin boca ni voz entra en escena para el combate que marcará el
camino del mañana. El invisible, silencioso, viene junto a los nuevos
revolucionarios a convertirse en los protagonistas de ese sueño de
tierra y libertad. Los nuevos libertadores hacen que el hombre del pueblo
brote de las profundidades, de la espesura, de la oscuridad, que vengan
a identificarse con su justicia, su libertad y sus patrias; ellos son
llamados en un solo canto “libertad” y esa es la razón de
comenzar la lucha de nuevo, reconocerse como seres humanos y ser dueños
de lo que ellos han trabajado; vienen a conocer el enemigo : La opresión
y la explotación, la deshumanización, el último ultraje que le ocurre
a los pueblos indignos e indolentes.
España
se mantenía arraigada en los pueblos latinos como el árbol en la tierra,
pero llegó el momento para que héroes y pueblo absorbieran el
elemento unificador con visión histórica y ya no era posible que estos
hombres vinieran más a regar ese árbol sin sombra y sin frutos.
Ya
no habrá mas atascamiento del tiempo histórico libertario, el
tiempo de suplicar, de mantener esa continuidad pacientifista que adormece
con la demagogia, el crimen despiadado que se está cometiendo
con hombres y pueblos, frustrando las esperanzas, comienza a ser herida
por la contradicción de su práctica y la transparencia de un nuevo
movimiento que viene a romper de raíz ese tiempo amargo.
Latinoamérica
se estremece, Belgrano y San Martín en Argentina; el doctor Francia
en el Paraguay; Artigas en el Uruguay; Hidalgo e Iturbe en México;
el general Morazán en Centro América; el rey Pedro I en Brasil; Bolívar
se inclina sobre el mapa de la libertad y la unión para crear una potencia.
Héroes
y pueblos contra el espíritu dependentista y absolutista que durante
trescientos años lo único que hizo fue construir una cultura servilista,
inquisidora, expropiatoria de conciencias y nacionalismos.
Bolívar
se hace subversivo, traza la estrategia y las tácticas para el programa
revolucionario donde la acción militar y la conciencia política irían
de la mano para asegurar la victoria de una libertad humana. Bolívar
crea, construye durante veinte años una doctrina, la más grande que
haya quedado para Latinoamérica, porque ella fue contra las diferencias,
las injusticias sociales y la economía que estrangulaba a nuestras
naciones. El subversivo comenzó por definir al mundo americano,
trazó sus rasgos específicos y señaló nuestros derechos
ante la insolencia Europea.
Latinoamericanos
por nacimiento no teníamos otro camino que ser libres en Latinoamérica
y así se hizo incansable en mantener que la soberanía solo residiría
en nuestros pueblos, principal y único principio democrático del mundo
y de sus hombres.
Bolívar
fue el primer hombre en saber que la democracia no tenia doctrina y
que las tiranías utilizaban ideológicamente sus estructuras para mantenerse
en el poder político, fue el primer sociólogo en señalar un orden
de hechos que exhibían caracteres muy particulares en los latinoamericanos,
tales como modos de actuar, de pensar y de sentir, exaltó los
hechos que nos dominaban como corrientes sociales y explicó como
sembraban en el hombre una conciencia temerosa para someterlos a la
voluntad que nos venia de afuera. Enseñó que el hombre latino no podía
vivir en medio de la injusticia sin forjarse una idea acerca de lo que
ella implicaba, reguló una conducta de rebeldía y en hombres tan retardados
y tan analfabetos comenzó su ardua educación.
Los
precursores de nuestra gesta entre ellos Miranda, fracasan porque siempre
estuvieron fuera del pueblo, no acudieron a él, sino a fuerzas elitescas
y para lograr el cometido era necesario la unión de todos.
Miranda
se equivocó siendo un soldado de la libertad. Sus intenciones
ayudaron, pero su táctica falló. La revolución no se puede esquematizar
con signos aventureros, ni mucho menos traicionarlos, ella necesita
una posición integral del hombre que haga confluir en una sola vertiente
la fuerza revolucionaria con la clarividencia socio-política científica
para la formación de una sola razón que haga que el trabajo a realizar
no sea un ensueño o una imaginación, sino en la realidad concreta
una práctica política creadora para hacer posible la revolución social.
Miranda
firmó un armisticio pretendiendo concluir la violencia desatada
por la ofensiva y defensiva como si se tratase simplemente de desviaciones
ideológicas que pudieran tener un cambio por medio de reformas o tumultos
ausentes de todo sentido revolucionario. Así encontramos el infeliz
estado provocado por este error político. Los rendidos, los pacíficos
agricultores, la población civil, honrada y trabajadora, asesinada
por la violencia institucionalizada. La sangre inocente derramó
las calles y las plazas de las ciudades de Guatire, Calabozo, San Juan
de los Morros y otras partes del país. Estos rendidos lejos de tomar
las armas, huían despavoridamente al acercarse el ejército enemigo
a los montes, de donde los conducían maniatados para eliminarlos sin
derechos a una audiencia; la humillación más infeliz los hacia hincar
de rodillas y por evangelio se le daba “vivas” y “gracias”
a la tiranía y al despotismo que gobernaba.
Tomado de mi libro sin editar Bolívar en el Útero Frio de América
vrodriguez297@hotmail.com.