Los venezolanos desean trabajar y hacerse de una disciplina social para convivir en paz y mantener unas relaciones justas con el colectivo. Es un vínculo que parte desde la misma historia y busca identificarnos con la cultura aborigen y, desde allí comprender la antropología que nos ha acompañado desde el nacimiento de nuestro acontecer histórico. Es una historia de imágenes que se suscitan una tras otra para darnos un recuento de una sola realidad, cuyo protagonismo se encuentra enmarcado en la misma patria. Nuestra tierra y Latinoamérica se encuentra llena de escenarios. Es un vivir constante con la naturaleza, donde experimentados arqueólogos y antropólogos buscan los antecedentes de nuestras raíces, solo hay que investigar la presencia de tantos extranjeros en esta tierra criticadas por todos, pero, lo tenemos aquí desde la colonia y ahora no nos dejan vivir en paz bajo el estrategma de una diversidad de modos conductuales.
Aquí, no hay nada para justificar. La disidencia viene desde un fascismo moderado que se cultivó en los viejos monasterios venezolanos. En el seminario Kermaría de La Grita, muchos jóvenes socialcristianos se reunían con los aspirantes al sacerdocio para prepararse en el discurso público y la retórica. Dos recursos viables, para destabilizar cualquier Estado. En esas alocuciones no se permitían errores porque el castigo ha de venir, bajo el control de un rosario y una rezandera. Llego el momento de escribir la nueva memoria del país y corregir los errores del pasado.Los archivos se encuentran bien guardados y solo basta comparar documentos para formar nuestros propios juicios históricos.
Me encanta la misión de Lil Rodríguez en promocionar eventos nacionales para identificar la música venezolana en sus diferentes estilos, sin duda, Gualberto Ibarreto y Maria Teresa Chacin junto a Francisco Pacheco, constituyen el artífice de esos grandes encuentros culturales. Hay que enseñarle a las barriadas populares reencontrarse con nuestra historia. En esos sectores solo se conoce el vallenato como artífice de una transculturización equivocada y desleal.
Hay que elaborar proyectos en común con empresas calificadas de perfil popular. Se debe dejar el antagonismo para profundizar en el campo mixto de capitalización de las obras y tener la oportunidad de avanzar hacia un mejor destino en lo político y social. Como lo dije, también en lo cultural. Allí, esta ubicada la verdadera familia socialista en una coadyuvación de intereses y factores comunes de poder y bienestar.
Es la nueva sociedad en que nos movemos, exige una cooperación directa del Estado. La trayectoria solo hay que copiarla de los países desarrollados y adecuar esas capacidades al instrumento socialista que será igual para todos en este Siglo XXI. Todos los países del mundo se encuentran obligados a adecuarse a la nueva concepción del sentimiento humanista. La sociedad se moviliza bajo estructuras ideológicas ya estatizadas que se van descubriendo en cada acto histórico y nos llevan a comprender la factibilidad de un nuevo campo de desarrollo social y político.
La historia venezolana conlleva un conjunto de antecedes de carácter jurídico y judicial. Constituye un aspecto temático que determina al lector común un artificio para comprender nuestros hechos, que, se han pormenorizado en la historia para darnos una nueva realidad política que determina una postura sumaria, donde convergen extranjeros como nacionales para luchar por su propia sobrevivencia. Por esto, el Socialismo debe apuntalar hacia un equilibrio justo de la historia, tal como lo hizo recientemente el Congreso del Palacio de Nariño. Venezuela como patria bolivariana debe abultar su propio costal y marcar el rumbo hacia un nuevo lindero, dejando que el pasado trace sus propias historias.
*escritor. Miembro de La Asociación de Escritores de Venezuela, Capitulo Carabobo
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