Toda una vida de lucha revolucionaria, recta, digna, íntegra.
Sembraste la semilla de esta Revolución Bolivariana, y con la marcha del Comandante, la viste llegar y florecer, con sus logros, peligros y dificultades, pero abriéndose camino inexorablemente hacia la Patria Socialista.
Ya le habías entregado tu vida desde mucho antes, durante y para siempre, con honda pasión e inquebrantable compromiso.
Y también la defendiste cada hora de cada día con la artillería del pensamiento, en la imprenta de la libertad, hasta el último aliento.
Una bandera, para quienes te admiramos y te queremos.
Un ejemplo para vivir y seguir luchando.
Allá Dios, que será divino.
Yo me muero como viví.
Sigue por favor, dándole luz al camino…
11 de septiembre de 2010